09 Noviembre 2014
El padre del Patrick Modiano era descendiente de una familia de judíos italianos permanentemente envuelto en turbios negocios con los invasores nazis, y su madre, una actriz belga obligada a cumplir con frecuentes giras. La búsqueda de la presencia siempre ausente de su enigmático padre, Albert Modiano (1912-1977), conformó en gran parte, su personalidad tímida y melancólica, determinante para el espíritu de su obra.
Su encuentro con Raymond Queneau, amigo de su madre, fue crucial para su posterior carrera literaria. En efecto, el manuscrito de su primera novela, El lugar de la estrella (1968, Editorial Gallimard), fue leído previamente por el consagrado poeta. Desde ese momento Modiano devino escritor – tenía sólo 23 años-. El nombre de esta obra utiliza un conmovedor juego de palabras entre la conocida plaza de París y la ignominiosa estrella judía portada por los perseguidos (detalle que se pierde en la traducción al español). Señalamos lo anterior dado que una constante en la obra de Modiano es la ambientación de sus obras en la época de la ocupación alemana de Francia. El autor no vivió esa época (nació en 1945), pero considera que ese período “confuso y vergonzoso” de la historia de Francia constituye su “prehistoria” personal.
Las tres primeras novelas de Modiano, desde El lugar de la estrella hasta Los bulevares periféricos (1972) han sido consideradas una suerte de trilogía sobre la ocupación. La Place de l’Étoile, está contada por un judío colaboracionista, Raphaël Schlemilovitch, y combina seres ficticios con escritores que existieron realmente, entre ellos Louis-Ferdinand Céline, Pierre Drieu La Rochelle e inclusive el mismísimo Marcel Proust.
Desde los 80 hasta la actualidad publicó regularmente novelas ampliamente difundidas en países francófonos, en su mayor parte. Con las obras mencionadas construye su progresiva consagración. De este período, el relato a destacar es quizás, Un pedigree (2004), relato autobiográfico, donde devela sus orígenes familiares y su propia ambigüedad. Ya en Calle de las tiendas oscuras (1978, Premio Goncourt), su sexta novela, el narrador llegaba a preguntase por su identidad, un tema recurrente. Es un relato atrapante. Como si Patrick Modiano, autor sobrio y nostálgico, preguntase a la memoria francesa sobre “la banalidad arendtiana” de la guerra. Sentimos durante la lectura la fragilidad del protagonista mientras “encaja” piezas de ese rompecabezas que es su investigación; compartimos sus dilemas, le seguimos de una pista a otra corriendo tras un hilo casi invisible hasta el descubrimiento de su identidad.
Ante la sensación de que siempre redacta una misma novela, Modiano ha declarado: «Es el mismo libro pero escrito a trozos, como un corredor que se detiene y retoma la carrera un tiempo después. Es cada vez el mismo libro pero desde ángulos diferentes. No hay repetición, pero es la misma obra».
© LA GACETA
Beatriz E. de Parolo -
Profesora de Literatura francesa.
Su encuentro con Raymond Queneau, amigo de su madre, fue crucial para su posterior carrera literaria. En efecto, el manuscrito de su primera novela, El lugar de la estrella (1968, Editorial Gallimard), fue leído previamente por el consagrado poeta. Desde ese momento Modiano devino escritor – tenía sólo 23 años-. El nombre de esta obra utiliza un conmovedor juego de palabras entre la conocida plaza de París y la ignominiosa estrella judía portada por los perseguidos (detalle que se pierde en la traducción al español). Señalamos lo anterior dado que una constante en la obra de Modiano es la ambientación de sus obras en la época de la ocupación alemana de Francia. El autor no vivió esa época (nació en 1945), pero considera que ese período “confuso y vergonzoso” de la historia de Francia constituye su “prehistoria” personal.
Las tres primeras novelas de Modiano, desde El lugar de la estrella hasta Los bulevares periféricos (1972) han sido consideradas una suerte de trilogía sobre la ocupación. La Place de l’Étoile, está contada por un judío colaboracionista, Raphaël Schlemilovitch, y combina seres ficticios con escritores que existieron realmente, entre ellos Louis-Ferdinand Céline, Pierre Drieu La Rochelle e inclusive el mismísimo Marcel Proust.
Desde los 80 hasta la actualidad publicó regularmente novelas ampliamente difundidas en países francófonos, en su mayor parte. Con las obras mencionadas construye su progresiva consagración. De este período, el relato a destacar es quizás, Un pedigree (2004), relato autobiográfico, donde devela sus orígenes familiares y su propia ambigüedad. Ya en Calle de las tiendas oscuras (1978, Premio Goncourt), su sexta novela, el narrador llegaba a preguntase por su identidad, un tema recurrente. Es un relato atrapante. Como si Patrick Modiano, autor sobrio y nostálgico, preguntase a la memoria francesa sobre “la banalidad arendtiana” de la guerra. Sentimos durante la lectura la fragilidad del protagonista mientras “encaja” piezas de ese rompecabezas que es su investigación; compartimos sus dilemas, le seguimos de una pista a otra corriendo tras un hilo casi invisible hasta el descubrimiento de su identidad.
Ante la sensación de que siempre redacta una misma novela, Modiano ha declarado: «Es el mismo libro pero escrito a trozos, como un corredor que se detiene y retoma la carrera un tiempo después. Es cada vez el mismo libro pero desde ángulos diferentes. No hay repetición, pero es la misma obra».
© LA GACETA
Beatriz E. de Parolo -
Profesora de Literatura francesa.
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