09 Noviembre 2014
PEKÍN.- China es un imán único para muchas empresas del mundo. Con sus casi 1.400 millones de habitantes, el país tiene el mayor potencial de consumo del planeta, y a diferencia de lo que pasa en muchos otros países emergentes, muchos chinos se pueden permitir cada vez más productos de calidad de marca extranjera.
Uno de los motivos de ello es el aumento de los salarios que se ha producido en los últimos años, pero este aspecto implica también un problema para las compañías internacionales.
“El nivel salarial de China se ha desarrollado rápidamente de forma paralela al desarrollo económico general”, señala la encargada de negocios de la Cámara de Comercio Alemana del Norte de China, Alexandra Voss.
La economía china tuvo en el tercer trimestre de 2014 el crecimiento más bajo en cinco años, pero el 7,3 por ciento registrado sigue siendo en comparación internacional un nivel muy bueno. Y por eso los trabajadores pueden seguir confiando en que sus salarios aumentarán.
Un mayor nivel de ingresos implica que los consumidores pueden gastar más, pero el problema en China es que los salarios aumentan más rápido que la productividad. “Cuando eso pasa, los costos operativos de las empresas aumentan e influyen sobre la rentabilidad de forma negativa”, señala Voss.
Esta desproporción tiene dos causas fundamentales: la influencia política y el crecimiento de la población. Los ingresos no se orientan en China en base a la inflación y la productividad, sino en base a los salarios mínimos fijados por las provincias.
Y estos se han casi triplicado en los últimos siete años. Para el profesor de economía Liu Yuanchun, de la Universidad del Pueblo de Pekín, se trata de una decisión política tomada a conciencia. “Es el precio que tenemos que pagar para la reestructuración de la economía”, considera.
Personal calificado
El segundo motivo está relacionado con la cantidad de mano de obra. En 2012 se redujo la población activa china, de entre 15 y 59 años, algo que no ocurría desde los años 70. A las empresas en las ciudades desarrolladas de la costa china les cuesta cada vez más encontrar suficiente personal cualificado. Los trabajadores altamente especializados ven incluso duplicarse a veces sus ingresos con los cambios de empleo, señalan fuentes empresariales.
Esta brecha entre salarios y productividad está haciendo que muchas empresas taiwanesas se vayan de China buscando otros destinos en el sudeste asiático o regresando a Taiwan, informó hace poco el Ministerio de Economía de la isla.
No ocurre lo mismo por ejemplo con las empresas alemanas, que están en China para vender al mercado local, según subraya Voss. Pero lo que sí se ve es que “cada vez es menor el porcentaje de empresas que exportan desde China”.
China ya no quiere ser el taller del mundo, destaca el profesor Liu. Ya no se da la bienvenida como antes a las industrias de alta demanda de mano de obra, sino que el país quiere atraer a aquellas de alta tecnología. “Han pasado los tiempos en que China tenía una ventaja comparativa por los bajos salarios”, subraya el profesor.
Uno de los motivos de ello es el aumento de los salarios que se ha producido en los últimos años, pero este aspecto implica también un problema para las compañías internacionales.
“El nivel salarial de China se ha desarrollado rápidamente de forma paralela al desarrollo económico general”, señala la encargada de negocios de la Cámara de Comercio Alemana del Norte de China, Alexandra Voss.
La economía china tuvo en el tercer trimestre de 2014 el crecimiento más bajo en cinco años, pero el 7,3 por ciento registrado sigue siendo en comparación internacional un nivel muy bueno. Y por eso los trabajadores pueden seguir confiando en que sus salarios aumentarán.
Un mayor nivel de ingresos implica que los consumidores pueden gastar más, pero el problema en China es que los salarios aumentan más rápido que la productividad. “Cuando eso pasa, los costos operativos de las empresas aumentan e influyen sobre la rentabilidad de forma negativa”, señala Voss.
Esta desproporción tiene dos causas fundamentales: la influencia política y el crecimiento de la población. Los ingresos no se orientan en China en base a la inflación y la productividad, sino en base a los salarios mínimos fijados por las provincias.
Y estos se han casi triplicado en los últimos siete años. Para el profesor de economía Liu Yuanchun, de la Universidad del Pueblo de Pekín, se trata de una decisión política tomada a conciencia. “Es el precio que tenemos que pagar para la reestructuración de la economía”, considera.
Personal calificado
El segundo motivo está relacionado con la cantidad de mano de obra. En 2012 se redujo la población activa china, de entre 15 y 59 años, algo que no ocurría desde los años 70. A las empresas en las ciudades desarrolladas de la costa china les cuesta cada vez más encontrar suficiente personal cualificado. Los trabajadores altamente especializados ven incluso duplicarse a veces sus ingresos con los cambios de empleo, señalan fuentes empresariales.
Esta brecha entre salarios y productividad está haciendo que muchas empresas taiwanesas se vayan de China buscando otros destinos en el sudeste asiático o regresando a Taiwan, informó hace poco el Ministerio de Economía de la isla.
No ocurre lo mismo por ejemplo con las empresas alemanas, que están en China para vender al mercado local, según subraya Voss. Pero lo que sí se ve es que “cada vez es menor el porcentaje de empresas que exportan desde China”.
China ya no quiere ser el taller del mundo, destaca el profesor Liu. Ya no se da la bienvenida como antes a las industrias de alta demanda de mano de obra, sino que el país quiere atraer a aquellas de alta tecnología. “Han pasado los tiempos en que China tenía una ventaja comparativa por los bajos salarios”, subraya el profesor.
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