El infierno de REC se traslada a la soledad del océano

¿Es imprescindible haber visto las tres entregas anteriores de la saga para sintonizar con la trama? Para nada. Es suficiente con saber que la periodista Ángela Vidal (por supuesto, encarnada por Manuela Velasco) porta en su interior la génesis de una espantosa posesión demoníaca. Lo que le ocurre a Ángela y a quienes la rodean constituye el universo REC, una franquicia que puso al cine de terror español en la primera línea de la consideración internacional.

Aquí la acción está situada en un barco, al que Ángela fue llevada para ser examinada durante un período de cuarentena. Ella ha escapado a la devastación de las dos primeras películas (aquel edificio infestado de los más repugnantes seres poseídos ) y ahora el doctor Ricarte (Héctor Colomé) pretende someterla a toda clase de experimentos. Es fácil suponer lo que puede ocurrir en las claustrofóbicas cubiertas del buque.

Jaume Balagueró (esta vez sin Paco Plaza, quien se había hecho cargo en solitario de la tercera entrega) es el director de “REC 4”. Además, escribió la historia junto a Manu Díaz. El subtítulo (Apocalipsis) resulta contundente: ¿es el fin de la saga? Al parecer, quedan misterios que invitan a una quinta parte.

Balagueró se mantiene fiel a los pilares sobre los que se edificó el fenómeno REC: el gore (esa vertiente del horror explícita y sangrienta); y el humor aplicado en los momentos más impensados. En cambio, lo que va quedando de lado es la narración con el formato de falso documental. Desde lo visual, “REC 4” se recuesta en los aspectos más formales del género.