Por Juan Manuel Asis
23 Octubre 2014
Antes que las PASO nacionales, donde se elegirán los candidatos a senadores y a diputados nacionales, y de los comicios provinciales de renovación de autoridades -ambos sucesos ocurrirán en agosto de 2015- habrá un acontecimiento político previo que determinará la unidad o la fractura del oficialismo en Tucumán: la elección interna del Partido Justicialista. Desde tiempos del mirandismo, incluso hasta un poco antes, la integración de las estructuras partidarias del PJ se completan con dirigentes que ocupan cargos en el Estado o que van a ocupar puestos en clave en instituciones estatales; pequeños o grandes espacios de poder y de decisión que le dicen. De esta manera, en el PJ se replica el sistema de clientelismo institucionalizado de las estructuras del Estado que responden al régimen de la caja única, un sistema perverso que vino a reemplazar por monedas el de la lealtad que se verifica en el verticalismo ortodoxo del peronismo.
Es así como en los principales puestos pejotistas en el consejo provincial, en el congreso provincial, en la nómina de congresales nacionales y de las juntas departamentales aparecen apellidos reconocidos de intendentes, funcionarios del Ejecutivo, legisladores, concejales y de comisionados rurales. Todo para que la dependencia con el jefe político de los dirigentes que ocupan puestos en el Estado también se verifique en el PJ; una réplica necesaria para que el poder sea hegemonizado por el dueño de la casilla del medio -el sillón de Lucas Córdoba- del momento. En la provincia, el jefe actual es Alperovich, que tiene al frente del PJ desde 2007 a su esposa, la senadora Beatriz Rojkés.
Si se observa las integraciones de las distintas estructuras partidarias del partido de Perón se verá que en 2011 fueron concebidas en el marco de una unidad generalizada, con la idea de que todos los dirigentes respondan a un único jefe político. Pequeño detalle: en ese momento había reelección, hoy hay fin de ciclo. Por lo tanto la futura composición del PJ va sufrir cambios en virtud de los nuevos intereses de los distintos referentes territoriales.
Por ejemplo, en la actualidad, en el consejo conviven alperovichistas, amayistas, massistas y hasta unos intrusos canistas, producto de que las ambiciones personales y sectoriales son diferentes a las de 2011. Por esa misma razón, la integración del PJ que se viene será clave para determinar si el oficialismo llega dividido o no a agosto, el mes de los comicios. Se estima que en las próximas semanas la junta electoral del PJ debería estar fijando el cronograma electoral partidario, cuya interna no puede ir más allá de abril próximo. Tampoco puede haber prórroga de mandatos. Las cartas se echarán en la mesa mucho antes de marzo, un mes que se estimaba como clave para conocer a los postulantes finales de cada línea política.
Hoy en la mesa de conducción del PJ están, por ejemplo, Rojkés, Amaya, Jaldo, Germán Alfaro, José Orellana y Gerónimo Vargas Aignasse. No se puede hablar, en función de esos nombres, de un peronismo unido para enfrentar con éxito los retos electorales del año entrante. Cada cual está jugando su propio partido y con sus propios intereses, y la próxima mesa de conducción del PJ va a reflejar esas ambiciones. Algunos van a quedar afuera. ¿Quiénes? Dependerá de las negociaciones que comenzarán a acelerarse cuando se disponga la fecha de comicios del peronismo tucumano. En ese instante se profundizará o atenuará la política de confrontación en la que está embarcado el intendente capitalino para intentar llegar a una negociación política con Alperovich.
Entre los colaboradores del mandatario entienden que la suerte del oficialismo no será la misma con Amaya dentro que afuera, aunque en los pasillos de la Casa de Gobierno afirman que la dupla Manzur-Jaldo estaría sacando ventajas -según sus propias encuestas- a las otras fuerzas políticas. Si ese binomio le llega a garantizar el triunfo por la gobernación a Alperovich, así sea por un voto, será el finalmente bendecido. Caso contrario habrá tratativas de último momento, especialmente relacionadas con la integración de las estructuras partidarias del PJ, que mucho dirán sobre una división o quiebre en el oficialismo.
Es así como en los principales puestos pejotistas en el consejo provincial, en el congreso provincial, en la nómina de congresales nacionales y de las juntas departamentales aparecen apellidos reconocidos de intendentes, funcionarios del Ejecutivo, legisladores, concejales y de comisionados rurales. Todo para que la dependencia con el jefe político de los dirigentes que ocupan puestos en el Estado también se verifique en el PJ; una réplica necesaria para que el poder sea hegemonizado por el dueño de la casilla del medio -el sillón de Lucas Córdoba- del momento. En la provincia, el jefe actual es Alperovich, que tiene al frente del PJ desde 2007 a su esposa, la senadora Beatriz Rojkés.
Si se observa las integraciones de las distintas estructuras partidarias del partido de Perón se verá que en 2011 fueron concebidas en el marco de una unidad generalizada, con la idea de que todos los dirigentes respondan a un único jefe político. Pequeño detalle: en ese momento había reelección, hoy hay fin de ciclo. Por lo tanto la futura composición del PJ va sufrir cambios en virtud de los nuevos intereses de los distintos referentes territoriales.
Por ejemplo, en la actualidad, en el consejo conviven alperovichistas, amayistas, massistas y hasta unos intrusos canistas, producto de que las ambiciones personales y sectoriales son diferentes a las de 2011. Por esa misma razón, la integración del PJ que se viene será clave para determinar si el oficialismo llega dividido o no a agosto, el mes de los comicios. Se estima que en las próximas semanas la junta electoral del PJ debería estar fijando el cronograma electoral partidario, cuya interna no puede ir más allá de abril próximo. Tampoco puede haber prórroga de mandatos. Las cartas se echarán en la mesa mucho antes de marzo, un mes que se estimaba como clave para conocer a los postulantes finales de cada línea política.
Hoy en la mesa de conducción del PJ están, por ejemplo, Rojkés, Amaya, Jaldo, Germán Alfaro, José Orellana y Gerónimo Vargas Aignasse. No se puede hablar, en función de esos nombres, de un peronismo unido para enfrentar con éxito los retos electorales del año entrante. Cada cual está jugando su propio partido y con sus propios intereses, y la próxima mesa de conducción del PJ va a reflejar esas ambiciones. Algunos van a quedar afuera. ¿Quiénes? Dependerá de las negociaciones que comenzarán a acelerarse cuando se disponga la fecha de comicios del peronismo tucumano. En ese instante se profundizará o atenuará la política de confrontación en la que está embarcado el intendente capitalino para intentar llegar a una negociación política con Alperovich.
Entre los colaboradores del mandatario entienden que la suerte del oficialismo no será la misma con Amaya dentro que afuera, aunque en los pasillos de la Casa de Gobierno afirman que la dupla Manzur-Jaldo estaría sacando ventajas -según sus propias encuestas- a las otras fuerzas políticas. Si ese binomio le llega a garantizar el triunfo por la gobernación a Alperovich, así sea por un voto, será el finalmente bendecido. Caso contrario habrá tratativas de último momento, especialmente relacionadas con la integración de las estructuras partidarias del PJ, que mucho dirán sobre una división o quiebre en el oficialismo.