19 Octubre 2014
ACTO. Sbdar, de pie, junto con los oradores Sgrazutti (izq.) y Molina Quiroga. La Gaceta / Foto de Diego Aráoz
La Escuela Judicial del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) se estrenó en lo que es su razón de ser: capacitar en forma gratuita a los aspirantes a la judicatura. El debut tuvo lugar este jueves, con una charla cuya convocatoria desbordó el aula de la sede de la calle 9 de Julio 541. En esa oportunidad, Eduardo Molina Quiroga, secretario ejecutivo del Centro de Formación Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, recordó que hasta hace poco tiempo el magistrado era inaccesible: “ni los abogados podíamos verlo. Hoy el abogado no es ‘su señoría’ sino un servidor público”.
El paradigma del juzgador encerrado en su despacho ya no va más, según el jurista. “Ese modelo está superado. En el presente, se impone la oralidad: las partes quieren ver quién es el que resuelve sobre sus bienes y libertad”, dijo Molina Quiroga, que compartió el estrado con Claudia Sbdar, presidenta del CAM a cargo de la apertura y el cierre de la actividad, y Cecilia Sgrazutti, coordinadora académica de la Maestría en Gestión Judicial de la Escuela del Servicio de Justicia de la Nación. Entre otros, asistieron a la capacitación los jueces Sergio Gandur, Raúl Bejas, Valeria Brand, Adrián Díaz Critelli, Alicia Freidenberg, Eduardo Romero Lascano y Carlos Sale. También dijeron presente las invitadas Sofía Mastrolorenzo, subsecretaria general de la Gobernación, y Catalina Lonac, presidenta de la Fundación para el Desarrollo.
En una conferencia en la que intentó responder qué necesita conocer el magistrado contemporáneo, Molina Quiroga expresó: “el juez no puede decir que no sabe qué hacer cuando una persona transgénero se presenta para cambiar su nombre original de varón por otro de mujer. Esta es una realidad que hace unos años hubiese escandalizado o provocado que alguien diga o piense ‘¿qué se fumó este chico?’”. El profesor de la Universidad de Buenos Aires añadió que un juez no puede ignorar los derechos de un discapacitado y mencionó la necesidad de facilitarle el acceso a la Justicia a partir de edificios preparados (con las rampas obligatorias, por ejemplo) e intérpretes (para el caso de los hipoacúsicos). “Hay inmigrantes que no entienden bien el español y que requieren traductores. Si la Justicia no considera esta situación, consagra un apartheid”, explicó el expositor.
Una visión crítica de sí mismo; una capacidad para trabajar en equipo y para dar el ejemplo a los colaboradores; una visión estratégica de la mesa de entradas como la “vitrina” de la unidad judicial; una voluntad de escuchar a todos, sin importar el cargo ni la condición social y una apertura hacia las nuevas tecnologías. Estas aptitudes hacen falta al magistrado de hoy, de acuerdo con la perspectiva de Molina Quiroga. “Los abogados aspiran a la magistratura porque creen que es un lugar donde tendrán reconocimiento, estabilidad y un sueldo seguro. Pero más allá de todo eso, el juez no puede olvidar que es la última esperanza del ciudadano y que quien no logra justicia, recurre a la violencia”, reflexionó.
“La legitimidad del ejercicio del poder debe provenir de la soberanía popular”, opinó a su turno Sgrazutti. La funcionaria, que dijo que existe una gran movilización social en relación con el Poder Judicial, llamó la atención sobre el lenguaje que manejan los Tribunales: “es un idioma que la mayoría de los ciudadanos no entiende... ¿Cuáles serán los canales que permitirán que los ciudadanos puedan interactuar con los poderes judiciales y los ministerios públicos?”.
Resulta que la sociedad no parece dispuesta a aceptar que su función consista en votar cada dos años y que esa tensión alcanza al Poder Judicial, que también está llamado a aceptar que la democracia representativa fue sustituida por la democracia participativa. Sgrazutti dejó la siguiente inquietud al respecto: “la Justicia debe ser independiente de los otros poderes y de los poderes económicos concentrados, pero no del pueblo de la Nación”.
Flanqueada a ambos lados por los miembros del Consejo Académico y por los consejeros del CAM (estuvieron presentes todos los estamentos menos el de los jueces de la capital), Sbdar recordó la historia de la Escuela Judicial, que fue creada el año pasado por una ley que recibió la adhesión del oficialismo y de la oposición. La presidenta del órgano dijo que el CAM esperaba nombrar al secretario y al director de la escuela antes del final de 2014 (ambos concursos están en trámite), y elogió el hecho de que todas las decisiones del órgano son adoptadas por consenso. Al final de las conferencias (no hubo oportunidad para plantear preguntas), Sbdar agradeció al público: “ustedes nos legitiman, y refuerzan nuestros sueños y proyectos”.
El paradigma del juzgador encerrado en su despacho ya no va más, según el jurista. “Ese modelo está superado. En el presente, se impone la oralidad: las partes quieren ver quién es el que resuelve sobre sus bienes y libertad”, dijo Molina Quiroga, que compartió el estrado con Claudia Sbdar, presidenta del CAM a cargo de la apertura y el cierre de la actividad, y Cecilia Sgrazutti, coordinadora académica de la Maestría en Gestión Judicial de la Escuela del Servicio de Justicia de la Nación. Entre otros, asistieron a la capacitación los jueces Sergio Gandur, Raúl Bejas, Valeria Brand, Adrián Díaz Critelli, Alicia Freidenberg, Eduardo Romero Lascano y Carlos Sale. También dijeron presente las invitadas Sofía Mastrolorenzo, subsecretaria general de la Gobernación, y Catalina Lonac, presidenta de la Fundación para el Desarrollo.
En una conferencia en la que intentó responder qué necesita conocer el magistrado contemporáneo, Molina Quiroga expresó: “el juez no puede decir que no sabe qué hacer cuando una persona transgénero se presenta para cambiar su nombre original de varón por otro de mujer. Esta es una realidad que hace unos años hubiese escandalizado o provocado que alguien diga o piense ‘¿qué se fumó este chico?’”. El profesor de la Universidad de Buenos Aires añadió que un juez no puede ignorar los derechos de un discapacitado y mencionó la necesidad de facilitarle el acceso a la Justicia a partir de edificios preparados (con las rampas obligatorias, por ejemplo) e intérpretes (para el caso de los hipoacúsicos). “Hay inmigrantes que no entienden bien el español y que requieren traductores. Si la Justicia no considera esta situación, consagra un apartheid”, explicó el expositor.
Una visión crítica de sí mismo; una capacidad para trabajar en equipo y para dar el ejemplo a los colaboradores; una visión estratégica de la mesa de entradas como la “vitrina” de la unidad judicial; una voluntad de escuchar a todos, sin importar el cargo ni la condición social y una apertura hacia las nuevas tecnologías. Estas aptitudes hacen falta al magistrado de hoy, de acuerdo con la perspectiva de Molina Quiroga. “Los abogados aspiran a la magistratura porque creen que es un lugar donde tendrán reconocimiento, estabilidad y un sueldo seguro. Pero más allá de todo eso, el juez no puede olvidar que es la última esperanza del ciudadano y que quien no logra justicia, recurre a la violencia”, reflexionó.
“La legitimidad del ejercicio del poder debe provenir de la soberanía popular”, opinó a su turno Sgrazutti. La funcionaria, que dijo que existe una gran movilización social en relación con el Poder Judicial, llamó la atención sobre el lenguaje que manejan los Tribunales: “es un idioma que la mayoría de los ciudadanos no entiende... ¿Cuáles serán los canales que permitirán que los ciudadanos puedan interactuar con los poderes judiciales y los ministerios públicos?”.
Resulta que la sociedad no parece dispuesta a aceptar que su función consista en votar cada dos años y que esa tensión alcanza al Poder Judicial, que también está llamado a aceptar que la democracia representativa fue sustituida por la democracia participativa. Sgrazutti dejó la siguiente inquietud al respecto: “la Justicia debe ser independiente de los otros poderes y de los poderes económicos concentrados, pero no del pueblo de la Nación”.
Flanqueada a ambos lados por los miembros del Consejo Académico y por los consejeros del CAM (estuvieron presentes todos los estamentos menos el de los jueces de la capital), Sbdar recordó la historia de la Escuela Judicial, que fue creada el año pasado por una ley que recibió la adhesión del oficialismo y de la oposición. La presidenta del órgano dijo que el CAM esperaba nombrar al secretario y al director de la escuela antes del final de 2014 (ambos concursos están en trámite), y elogió el hecho de que todas las decisiones del órgano son adoptadas por consenso. Al final de las conferencias (no hubo oportunidad para plantear preguntas), Sbdar agradeció al público: “ustedes nos legitiman, y refuerzan nuestros sueños y proyectos”.
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