¿En qué está pensando Alperovich cuando advierte y dice que no vaya a ser que se queden sin CAPS o sin remedios los tucumanos? Está pensando en su futuro. Por su cabeza pasa el radical José Cano, pero también Domingo Amaya. Y, en esa danza de fantasmas saltan y bailan todos aquellos a los que no puede controlar.
El poder de José Alperovich se construyó en base a un control monolítico donde sólo se escuchaba su voz y donde sólo se hacía lo que él quería. En el ocaso del camino ya no es así.
Está preocupado.
La arenga de días atrás que se escucharon de Ushuaia a La Quiaca transmiten preocupación. Han sido pensadas para infundir miedo, pero en realidad contagian miedo. Pero el virus del terror a perder el poder, a quedarse en la calle sin nada no es un problema del empleado público que ingresó ayer por un político amigo, ni del que tiene un subsidio flojo de papeles, ni del ñoqui que sabe que se va en el mismo momento en que su benefactor o socio deja una banca o su puesto. El problema es de aquellos que tienen el poder y que ven, por primera vez, que pueden perderlo. Alperovich no fue el único que recorre el pasillo del terror. En los últimos días fueron muchas las expresiones que estallaron en distintos puntos del país y que los opositores se encargaron de subrayar con el resaltador más brilloso que encontraron.
El alperovichismo ha salido a la calle a transmitir ese miedo interior, pero también a coartar la libertad del individuo. No contribuyen a la libre elucubración de que si las cosas se hicieron bien y el vecino disfrutó de ellas está abierta la oportunidad de premiar esa gestión. Por el contrario, ha decidido poner al ciudadano con la daga al cuello y así no debe ser fácil pensar.
¿Cuál ha sido la intención de arriesgarse a mostrar la debilidad? En realidad, la estrategia alperovichista tenía otra intención, pero le salió el tiro por la culata. Cuando en sesudas reuniones de planificación eligieron las palabras para comunicar, los “sijosesistas” convinieron que si se miraban las anteriores gestiones de gobierno “no era común” tantas obras dedicadas a los vecinos. “La gente se acostumbra a estos cortes de cinta y no toma conciencia de lo que significa y que además antes no se hicieron”, fue la reflexión que salió desde un despacho del primer piso de la Casa de Gobierno cuando se le consultó por qué el gobernador había dicho lo que dijo. De todos modos. si esa fue la intención, quedó claro que Alperovich no sólo es un mal comunicador sino que además es un gran amenazador.
Aprendizaje
La granja alperovichista está en pie de rebeldía. Alperovich mandó a caminar para mostrarse y todos andan corriendo. Ha aprendido que el peronismo sin en el manejo y control de territorios no existe. Por eso ha terminado entusiasmándose con la fórmula Manzur-Jaldo. Este último es quien más territorio electoral maneja, aunque hay quienes sospechan que dice tener más de lo que verdaderamente controla en el interior. Y, el medio ministro de Salud de la Nación (es candidato a gobernador de jueves a domingo en Tucumán), se apoya en la estructura de Juan Antonio Ruiz Olivares, que toma todo lo que puede en la sección Oeste que se estira a lo largo de la ruta 38.
Alperovich también aprendió en estos 12 años de unicato aquello de “todos unidos triunfaremos” por eso ni a su mujer la descarta como posible candidata aunque claramente la ha sentado en el banco de los suplentes y ella se ha visto obligada a decir que no quiere lo que siempre quiso. Otro que ha quedado relegado es el secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, quien no tiene ni la más mínima estructura, pero le sobran los millones de pesos. Son las obras que ordenó desde su estratégico lugar en la Nación las que se están moviendo en la provincia. López no tiene estructura territorial pero ha sembrado millones en obras y ha logrado conquistar a intendentes como Julio Silman (Alderetes), Luis Morghenstein (Las Talitas) y Osvaldo Morelli (Concepción). Este Papá Noel de la política había prometido que si obtenía el respaldo de este triunvirato lanzaría su candidatura. Esta semana las paredes tucumanas recibieron el impacto. Aparecieron las pintadas “José López 2015”. O le faltó plata para la pintura o se olvidaron de la palabra gobernador. En realidad, es una clara manifestación de su debilidad. Del quiero al puedo…
Alperovich sabe que no podrá mandar a los vestuarios a López. Ya le está debiendo mucho y cada minuto que pasa la deuda se acrecienta. Por eso una banca de diputados López ya la tiene y si Jaldo sigue perdiendo simpatías la vicegobernación no deja de ser una opción.
Un capital perdido
En verdad, si algo quiere Alperovich es no perder. Por eso su preocupación mayor está puesta en el terruño más poblado. La Capital no tiene líderes y está llena de pequeños caudillos que no tienen capacidad de conducir multitudes. La Capital es el gran problema y el gran desorden. Los tiempos que vienen dentro del alperovichismo se invertirán en lograr ordenar este territorio donde, además están perdidosos. Por eso, esta semana que pasó, cuando tuvo la oportunidad de atacar con dureza a Domingo Amaya no lo hizo. Intuye que aún queda una instancia y esa es que si las encuestas lo siguen dando a Manzur por debajo de Cano, Amaya es necesario.
El intendente de la Capital mira para otro lado. Sabe que su sociedad con José Cano podría sellar un acuerdo con sabor a victoria. Pero el radical y el peronista no sólo coinciden en las necesidades; también, en el orgullo y ni uno ni el otro aceptaría ser vicegobernador. Por lo tanto, Amaya sigue transitando un camino de soledad con destino incierto.
Cano, en cambio, sellará en las próximas horas su sociedad con Sergio Massa. El hombre de Tigre vendrá al Jardín de la República a sacarse la foto con el candidato a gobernador del massismo en Tucumán. Es una muestra de agradecimiento hacia Cano que le ayudó a Massa a tejer el acuerdo con radicales en unas siete provincias. Aquí las necesidades de ambos son conducentes. Uno requiere acopiar cuanto voto ande suelto para llegar al ballotage y el otro para dirimir una batalla que se definirá por un puñado de boletas.
Un asado necesario
“¿Pero, y nosotros que no quisimos ser furgón de cola de Alperovich que estaba en el peronismo, vamos a convertirnos en un acople de Cano?” La pregunta fue una daga envenenada que penetró en las vísceras del massismo. Por eso el intendente de Tigre tendrá una larga reunión con medio centenar de dirigentes peronistas que se pusieron la camiseta renovadora del massismo. Allí dejará en claro su proyecto y transmitirá la importancia del acuerdo con Cano que implica un trabajo conjunto y que no significará simplemente armar un acople sino un proyecto que hará que los candidatos a intendentes se queden tranquilos y que en todo caso si hay alguna duda o discusión se diriman en internas. Seguramente en ese asado después de escucharlo a Massa respirarán más aliviados el famaillense José Orellana y el dueño de casa Gerónimo Vargas Aignasse.
La agenda de Massa incluye también una visita al arzobispo de Tucumán, Horacio Zecca. En esta acelerada a fondo, el massismo dejó atrás al macrismo que tiene las mismas ansiedades: ambiciona socios, votos y estructura en esta provincia, pero su apuesta central está en las presidenciales. Para peor, uno de los pocos candidatos seguros abandonó antes de la largada. Paul Bleckwedel no buscará sentarse en la intendencia que hoy administra Daniel Toledo. Advertido de esta debilidad del macrismo, el diputado y ex intendente de Tigre se mostrará en Yerba Buena.
Tiempos de cambios
Si de algo están seguros todos los candidatos que caminan, corren y saltan en estos tiempos preelectorales es que los comicios serán reñidos. Van a pelear palmo a palmo. Oficialistas y opositores sacarán a relucir mañas, bolsones, trampas y cuanta estrategia les asegure medio voto más.
También se convertirá en una elección cara. Serán decenas de millones los que se volcarán para llegar o para seguir. Las encuestas que se muestran avisan que son muy pocos puntos los que separan a unos de otros, por lo tanto una ínfima cantidad de votos alcanzará para que se definan los comicios. La última vez que ocurrió esto en Tucumán fue cuando Julio Miranda derrotó a Ricardo Bussi. Fue en el siglo pasado.
Este presupuesto de una elección reñida ha transferido libertad. Hasta hace muy pocos meses funcionarios, empresarios, políticos y hasta magistrados temían hablar y decir lo que pensaban. No sólo con la prensa sino en un simple café céntrico. Reflexionaban en voz baja como si alguien los estuviera escuchando. Un frío helado, gusto a miedo, los paralizaba. Hoy han empezado a animarse y a actuar como ciudadanos normales. Simplemente han empezado a perder el temor, un sentimiento que jamás debería aparecer en democracia y muchos menos infundirlo alguien con poder.