19 Octubre 2014
BUENOS AIRES.- Por primera vez, la presidenta, Cristina Fernández, pareció ponerse a la cabeza del Frente para la Victoria y de los candidatos oficialistas que aspiran a sucederla en 2015, al asegurar que “queremos competir por quien hace mejor las cosas”.
En el seno del oficialismo, crece una disputa entre los ultrakirchneristas y los peronistas ortodoxos, acerca de la falta de estrategia delineada por la Presidenta, y el temor en el PJ tradicional a perder el poder territorial -en municipios y provincias- si Fernández de Kirchner no da señales de querer vencer en 2015.
Hasta el momento, la jefa de Estado se mantenía prescindente, debido a su silencio, pero en las últimas horas pareció ponerse a la cabeza de los candidatos como Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Agustín Rossi y Sergio Urribarri.
Tras cuestionar a los referentes y precandidatos de la oposición -Mauricio Macri, Sergio Massa y los del frente UNEN, Hermes Binner, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Elisa Carrió y “Pino” Solanas- por “asustar para ajustar”, Cristina le envió un mensaje a la sociedad: “el país necesita dirigentes que ayuden a no tener miedo. Queremos competir por quién hace mejor las cosas, no quién las rompe primero”.
Está claro que la “novedosa” reacción presidencial se asemeja más a una reacción por la supervivencia, que a una arenga político-partidaria para seguir gobernando el país luego de diciembre de 2015.
¿Se acerca el fin?
La manifestación de los distintos partidos de la oposición, de revisar o directamente derogar muchas de las leyes promovidas por el kirchnerismo en los últimos 11 años, reflejó la debilidad que comienza a percibir el denominado “modelo” de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
La advertencia del macrismo, el Frente Renovador, radicales, socialistas y otras fuerzas, puso una luz de alarma ante el “público kirchnerista”, no sólo aquél que ingresó en la planta del Estado recientemente, sino a quienes, de alguna manera, se aferran a las políticas de la última década y advierten que una decisión en sentido contrario en las urnas, podría traducirse en una accionar contrario a las leyes que embanderaron la gestión “K”.
De hecho, la imposibilidad de la Casa Rosada de designar al sucesor del ministro de la Corte, Eugenio Zaffaroni sin consensuarlo con la oposición, comienza a delinear los límites que, en el futuro inmediato, comenzarán a multiplicarse para el Gobierno central.
En ese esquema, la Presidenta deberá decidir qué hacer con su vicepresidente, Amado Boudou, para que no sea “carne de cañón” de una oposición voraz, que querrá estigmatizar todo lo que esté vinculado con la letra “K”. (DyN)
En el seno del oficialismo, crece una disputa entre los ultrakirchneristas y los peronistas ortodoxos, acerca de la falta de estrategia delineada por la Presidenta, y el temor en el PJ tradicional a perder el poder territorial -en municipios y provincias- si Fernández de Kirchner no da señales de querer vencer en 2015.
Hasta el momento, la jefa de Estado se mantenía prescindente, debido a su silencio, pero en las últimas horas pareció ponerse a la cabeza de los candidatos como Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Agustín Rossi y Sergio Urribarri.
Tras cuestionar a los referentes y precandidatos de la oposición -Mauricio Macri, Sergio Massa y los del frente UNEN, Hermes Binner, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Elisa Carrió y “Pino” Solanas- por “asustar para ajustar”, Cristina le envió un mensaje a la sociedad: “el país necesita dirigentes que ayuden a no tener miedo. Queremos competir por quién hace mejor las cosas, no quién las rompe primero”.
Está claro que la “novedosa” reacción presidencial se asemeja más a una reacción por la supervivencia, que a una arenga político-partidaria para seguir gobernando el país luego de diciembre de 2015.
¿Se acerca el fin?
La manifestación de los distintos partidos de la oposición, de revisar o directamente derogar muchas de las leyes promovidas por el kirchnerismo en los últimos 11 años, reflejó la debilidad que comienza a percibir el denominado “modelo” de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
La advertencia del macrismo, el Frente Renovador, radicales, socialistas y otras fuerzas, puso una luz de alarma ante el “público kirchnerista”, no sólo aquél que ingresó en la planta del Estado recientemente, sino a quienes, de alguna manera, se aferran a las políticas de la última década y advierten que una decisión en sentido contrario en las urnas, podría traducirse en una accionar contrario a las leyes que embanderaron la gestión “K”.
De hecho, la imposibilidad de la Casa Rosada de designar al sucesor del ministro de la Corte, Eugenio Zaffaroni sin consensuarlo con la oposición, comienza a delinear los límites que, en el futuro inmediato, comenzarán a multiplicarse para el Gobierno central.
En ese esquema, la Presidenta deberá decidir qué hacer con su vicepresidente, Amado Boudou, para que no sea “carne de cañón” de una oposición voraz, que querrá estigmatizar todo lo que esté vinculado con la letra “K”. (DyN)
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