18 Octubre 2014
LA GACETA/ FOTO DE HÉCTOR PERALTA
“Nuestro trabajo es un oficio artesanal en el mundo”, reivindica el director Juan José García Caffi, que esta noche dirigirá a la Orquesta Estable de la Provincia. El maestro, arreglador y compositor fue convocado por Ente Cultural de Tucumán para interpretar obras de Frederick Chopin y de Ludwig van Beethoven, en las que actuarán como solistas los jóvenes pianistas Ricardo Díaz, de Concepción, y Hugo Schuler, de Buenos Aires, quienes ganaron el año pasado del Concurso Nacional de Piano Chopin y se perfeccionaron en Polonia en este autor romántico.
El fundador del mítico Cuarteto Zupay pasa más tiempo en Europa que en el país, pero aceptó el convite de dirigir este concierto, cuyo repertorio consensuó con el titular del Ente, Mauricio Guzman. “Ya teníamos a los dos solistas, lo que es fantástico, y me anoté enseguida. Yo quería estar en esta función”, le confiesa a LA GACETA, en una entrevista exclusiva.
- ¿En qué momento artístico se encuentra?
- Estoy seleccionando mucho lo que hago y viendo las cosas en perspectiva, porque la tarea que tengo es ingente. Me tocan cosas muy placenteras: ahora vuelvo a Madrid a dar recitales; a fin de año voy a dar el concierto en el Palacio de San Petersburgo con la orquesta de ese Estado y que se transmite por televisión a toda Europa; y luego tengo una gira por los países bálticos. Estoy viajando mucho y con los años uno tiene la suerte de elegir los lugares donde quiere estar, como por ejemplo Tucumán.
- ¿Por qué elige nuestra provincia con una agenda tan apretada?
- Desde las giras de nuestra prehistoria, cuando estábamos con el Cuarteto Zupay, fuimos dejando muchos amigos en cada lugar y nos movilizan mucho esos afectos. Uno ya está instalado en Europa y entonces la rutina es hacer cosas y más cosas, pero lo que se elige son los lugares en este país donde está la gente que uno quiere. Llevo más tiempo viviendo en España que en la Argentina, y cuando pasan los años crecen las ganas de volver. El otro día estuvimos en el teatro Colón con Martha Argerich y con Daniel Barenboim, y los tres hablábamos de lo mismo, de retornar a la Argentina.
- ¿Qué implica un concierto clásico?
- Nosotros interpretamos documentos de la música erudita, es un trabajo intelectual, analítico. La música comercial, en cambio, es un mensaje directo a la vida de cada uno, una referencia a la edad y al momento de cada uno. A mí me gustan “Los Panchos”, que desde lo musical no permite ningún análisis, porque a mis 20 años me gustaba bailar abrazado con las chicas. Por aparte, está la música étnica, que perdura y de transmite por las tradiciones y gracias a las personas mayores.
- ¿En qué contexto surgió el Cuarteto Zupay?
- Fue en una hermosa época, donde empezábamos muchos en el arte. Eran los 60, en una Argentina que era un espectáculo. Trabajábamos en un sitio con un tal Astor Piazzolla, a quien todos los días le llegaban cartas firmadas por psiquiatras que le decían que estaba loco, que se dedique a otra cosa porque lo de él no era tango. Nos presentaron a una artista que quería debutar en el canto, le dijimos que venga y así empezó Susana Rinaldi. También llegaban numerosos grupos del interior.
- ¿Había mucha movilidad de géneros y estilos?
- En el instituto del Teatro Colón yo estudiaba música renacentista del Siglo de Oro español y desde ahí pasé a la música de contenido folclórico. Luego me enganché con Leonardo Favio para su película “Nazareno Cruz y el Lobo” e hice muchas otras cosas alejadas de la formación escolástica. Todo era muy ecléctico, como cuando hicimos la obra “El inglés”, de Juan Carlos Gené. Había un diálogo, una simbiosis muy fuerte entre todos y creo que es hacia donde va el mundo. Se mezclan las disciplinas.
- ¿Había espacios de encuentros más fértiles que los que hay ahora en el arte argentino en general?
- En el 77 estuve como expositor en un simposio de la nueva grafía musical que se hizo en Roma. Iba preocupado porque los europeos eran considerados los ejemplos a seguir, y cuando llego me doy cuenta que estaban haciendo cosas en Italia que nosotros habíamos hecho en el Instituto Di Tella una década antes. Le enseñábamos cosas al mundo, éramos la vanguardia porque cuando Europa se estaba cascoteando, todos los grandes pensadores estaban aquí.
- ¿Había otra circulación de la información?
- Los maestros que venían tenían la obligación de darnos un curso o una charla a los alumnos. Por eso es que a Europa luego se va Waldo de los Ríos y a Estados Unidos, Lalo Schiffrin, que son personajes que han marcado historia, junto con los referentes del ballet o de las otras disciplinas. Tenemos una preparación muy grande.
- ¿Actualmente se perdió la interacción personal por lo tecnológico?
- Cuando empecé, lo hice frente a orquestas en vivo de 40 músicos, y podía hacer mis experiencias con ellos, investigaba con un montón de compases. Hace poco estaba en Madrid y dirigí la Orquesta Sinfónica de Bratislava a distancia: los músicos estaban en su país, a 3.000 kilómetros. Lo pude hacer a través de un sistema informático y nos teníamos al frente uno a otros. El mundo cambia y no sabemos para dónde va todo y qué va a pasar. Nosotros estudiamos la historia, pero los chicos de hoy, cuando necesitan saber algo, se fijan en la computadora que tienen en su celular. Lo único seguro en este mundo, es que todo cambia; hacia dónde vamos, no lo sabemos. A las máquinas le falta información musical, aunque te puedan resolver todo desde la técnica. Yo sigo escribiendo con lápiz y papel, porque voy más rápido que con la computadora, que tiene otros beneficios; estoy formado a la antigua.
- ¿Actuar con estos jóvenes pianistas implica pasar la posta?
- Desde que comencé en la música, siempre aprendí de todos y se los agradezco. Son nutrientes que nos alimentan.
Un mundo nuevo
De Concepción A Polonia
El mundo cambió para Ricardo Díaz el año pasado. El pianista concepcionense ganó el concurso nacional Frederick Chopin, y pudo perfeccionarse en Varsovia y tocar conciertos en Polonia y en otros países europeos. Esta noche, será solista en el recital que dará la Orquesta Sinfónica de la Provincia. “Fue todo muy agitado, mucho estudio y preparación. Tuve que acumular repertorio, fundamentalmente de Chopin porque era lo que iba a trabajar, pero también de otros autores. Fue un cambio total en mi vida, y comenzaron a surgir conciertos y llamados de orquesta. Aprendí a estar en contacto con el público y a profundizarlo, pero también pude confirmar que tenemos una buena formación de base con la manera de enseñar de mis maestros”, señaló.
El repertorio de esta noche
- Andante Spianato y Gran Polonesa Brillante, y Concierto Nº 2 para piano y orquesta, de Frederick Chopin.
- Sinfonía Nº 5 de Ludwig van Beethoven.
ACTÚA HOY
• A las 22, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601), con entrada gratuita.
El fundador del mítico Cuarteto Zupay pasa más tiempo en Europa que en el país, pero aceptó el convite de dirigir este concierto, cuyo repertorio consensuó con el titular del Ente, Mauricio Guzman. “Ya teníamos a los dos solistas, lo que es fantástico, y me anoté enseguida. Yo quería estar en esta función”, le confiesa a LA GACETA, en una entrevista exclusiva.
- ¿En qué momento artístico se encuentra?
- Estoy seleccionando mucho lo que hago y viendo las cosas en perspectiva, porque la tarea que tengo es ingente. Me tocan cosas muy placenteras: ahora vuelvo a Madrid a dar recitales; a fin de año voy a dar el concierto en el Palacio de San Petersburgo con la orquesta de ese Estado y que se transmite por televisión a toda Europa; y luego tengo una gira por los países bálticos. Estoy viajando mucho y con los años uno tiene la suerte de elegir los lugares donde quiere estar, como por ejemplo Tucumán.
- ¿Por qué elige nuestra provincia con una agenda tan apretada?
- Desde las giras de nuestra prehistoria, cuando estábamos con el Cuarteto Zupay, fuimos dejando muchos amigos en cada lugar y nos movilizan mucho esos afectos. Uno ya está instalado en Europa y entonces la rutina es hacer cosas y más cosas, pero lo que se elige son los lugares en este país donde está la gente que uno quiere. Llevo más tiempo viviendo en España que en la Argentina, y cuando pasan los años crecen las ganas de volver. El otro día estuvimos en el teatro Colón con Martha Argerich y con Daniel Barenboim, y los tres hablábamos de lo mismo, de retornar a la Argentina.
- ¿Qué implica un concierto clásico?
- Nosotros interpretamos documentos de la música erudita, es un trabajo intelectual, analítico. La música comercial, en cambio, es un mensaje directo a la vida de cada uno, una referencia a la edad y al momento de cada uno. A mí me gustan “Los Panchos”, que desde lo musical no permite ningún análisis, porque a mis 20 años me gustaba bailar abrazado con las chicas. Por aparte, está la música étnica, que perdura y de transmite por las tradiciones y gracias a las personas mayores.
- ¿En qué contexto surgió el Cuarteto Zupay?
- Fue en una hermosa época, donde empezábamos muchos en el arte. Eran los 60, en una Argentina que era un espectáculo. Trabajábamos en un sitio con un tal Astor Piazzolla, a quien todos los días le llegaban cartas firmadas por psiquiatras que le decían que estaba loco, que se dedique a otra cosa porque lo de él no era tango. Nos presentaron a una artista que quería debutar en el canto, le dijimos que venga y así empezó Susana Rinaldi. También llegaban numerosos grupos del interior.
- ¿Había mucha movilidad de géneros y estilos?
- En el instituto del Teatro Colón yo estudiaba música renacentista del Siglo de Oro español y desde ahí pasé a la música de contenido folclórico. Luego me enganché con Leonardo Favio para su película “Nazareno Cruz y el Lobo” e hice muchas otras cosas alejadas de la formación escolástica. Todo era muy ecléctico, como cuando hicimos la obra “El inglés”, de Juan Carlos Gené. Había un diálogo, una simbiosis muy fuerte entre todos y creo que es hacia donde va el mundo. Se mezclan las disciplinas.
- ¿Había espacios de encuentros más fértiles que los que hay ahora en el arte argentino en general?
- En el 77 estuve como expositor en un simposio de la nueva grafía musical que se hizo en Roma. Iba preocupado porque los europeos eran considerados los ejemplos a seguir, y cuando llego me doy cuenta que estaban haciendo cosas en Italia que nosotros habíamos hecho en el Instituto Di Tella una década antes. Le enseñábamos cosas al mundo, éramos la vanguardia porque cuando Europa se estaba cascoteando, todos los grandes pensadores estaban aquí.
- ¿Había otra circulación de la información?
- Los maestros que venían tenían la obligación de darnos un curso o una charla a los alumnos. Por eso es que a Europa luego se va Waldo de los Ríos y a Estados Unidos, Lalo Schiffrin, que son personajes que han marcado historia, junto con los referentes del ballet o de las otras disciplinas. Tenemos una preparación muy grande.
- ¿Actualmente se perdió la interacción personal por lo tecnológico?
- Cuando empecé, lo hice frente a orquestas en vivo de 40 músicos, y podía hacer mis experiencias con ellos, investigaba con un montón de compases. Hace poco estaba en Madrid y dirigí la Orquesta Sinfónica de Bratislava a distancia: los músicos estaban en su país, a 3.000 kilómetros. Lo pude hacer a través de un sistema informático y nos teníamos al frente uno a otros. El mundo cambia y no sabemos para dónde va todo y qué va a pasar. Nosotros estudiamos la historia, pero los chicos de hoy, cuando necesitan saber algo, se fijan en la computadora que tienen en su celular. Lo único seguro en este mundo, es que todo cambia; hacia dónde vamos, no lo sabemos. A las máquinas le falta información musical, aunque te puedan resolver todo desde la técnica. Yo sigo escribiendo con lápiz y papel, porque voy más rápido que con la computadora, que tiene otros beneficios; estoy formado a la antigua.
- ¿Actuar con estos jóvenes pianistas implica pasar la posta?
- Desde que comencé en la música, siempre aprendí de todos y se los agradezco. Son nutrientes que nos alimentan.
Un mundo nuevo
De Concepción A Polonia
El mundo cambió para Ricardo Díaz el año pasado. El pianista concepcionense ganó el concurso nacional Frederick Chopin, y pudo perfeccionarse en Varsovia y tocar conciertos en Polonia y en otros países europeos. Esta noche, será solista en el recital que dará la Orquesta Sinfónica de la Provincia. “Fue todo muy agitado, mucho estudio y preparación. Tuve que acumular repertorio, fundamentalmente de Chopin porque era lo que iba a trabajar, pero también de otros autores. Fue un cambio total en mi vida, y comenzaron a surgir conciertos y llamados de orquesta. Aprendí a estar en contacto con el público y a profundizarlo, pero también pude confirmar que tenemos una buena formación de base con la manera de enseñar de mis maestros”, señaló.
El repertorio de esta noche
- Andante Spianato y Gran Polonesa Brillante, y Concierto Nº 2 para piano y orquesta, de Frederick Chopin.
- Sinfonía Nº 5 de Ludwig van Beethoven.
ACTÚA HOY
• A las 22, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601), con entrada gratuita.
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