Por LA GACETA
30 Septiembre 2014
El consumo de tabaco afecta el aparato respiratorio, generando males como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, conocida como EPOC. El humo, la falta de oxígeno va asfixiando los pulmones. Algo similar sucede con las ciudades que tienen un enorme parque automotor, fábricas e insuficientes espacios verdes. Tarde o temprano la polución se va apoderando de su aire y de su cielo. Si bien San Miguel de Tucumán no es una urbe como Los Ángeles, San Pablo o México DF, el cemento está ganándole terreno a la naturaleza y ello es, por cierto, preocupante.
Una doctora en Geografía señaló que “tenemos la misma superficie de espacio verde que había en 1916, solo que en ese entonces había 82.000 habitantes y hoy viven unos 800.000, aproximadamente”. Se ha incrementado la edificación en altura, así como el parque automotor. La experta señala que en la capital se prestan servicios para miles de personas que no viven aquí, en referencia a las poblaciones que integran el Gran Tucumán. En su opinión, hay que plantear la descentralización sin la mirada mezquina del poder político.
Dos investigadoras del Instituto Morfología Vegetal de la Fundación Miguel Lillo indicaron que la temperatura es una de las variables meteorológicas más sensibles a los procesos de urbanización. “Tucumán es la ciudad más densamente poblada de Argentina; el 80% está representado por población urbana. Las construcciones ya no contienen el espacio verde y las tendencias naturalistas. Las fuerzas económicas han creado un paisaje de plazas indefinibles, manzanas de estacionamiento, calles vencidas por el tráfico, enlaces de autopistas y terrenos vacíos”, afirmaron y destacaron la importancia ambiental y social de los árboles en una urbe.
A fines de 2009, la Subsecretaría de Servicios Públicos divulgó un relevamiento sobre los espacios verdes de la ciudad, sobre el cual diseñó un plan para su recuperación. Había siete parques, 73 plazas, 89 plazoletas y 14 lugares con vegetación. Muchos de ellos se hallaban en mal estado y algunos se habían transformado en baldíos. Según el estudio, sólo el 5,3 % del total de 9.000 hectáreas de la capital eran espacios verdes, es decir 450 ha. Si se consideraba una población de alrededor de 700.000 habitantes, significaba que sólo había 6,4 metros cuadrados de espacios verdes por habitante, menos de la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud: 14,2 m2 de espacios verdes por habitante y un mínimo de 10 m2. En los últimos años se erigieron más de 400 edificios. Según los especialistas, este crecimiento en la construcción no fue acompañado por controles ni por acciones ni por normas que redujeran el impacto ambiental. A ello, se debe sumar la pavimentación de miles de cuadras y la escasez de espacios verdes en el centro que representan apenas el 4,1% frente al 95,9% de cemento.
Varias cuadras del microcentro carecen de árboles. Paradójicamente, en lugar de incrementar el verde, se lo cercena, como sucedió, por ejemplo, con el parque Avellaneda el año pasado, que se lo fragmentó para abrir una calle, y ahora con el Guillermina. Campo Norte, cuyas 28 hectáreas, podrían convertirse en el cuarto gran parque de la ciudad, sigue siendo un depósito de basura. Las iniciativas urbanísticas deben privilegiar la calidad de vida de las personas, caso contrario, es posible que en el futuro tengamos ciudades con EPOC.
Una doctora en Geografía señaló que “tenemos la misma superficie de espacio verde que había en 1916, solo que en ese entonces había 82.000 habitantes y hoy viven unos 800.000, aproximadamente”. Se ha incrementado la edificación en altura, así como el parque automotor. La experta señala que en la capital se prestan servicios para miles de personas que no viven aquí, en referencia a las poblaciones que integran el Gran Tucumán. En su opinión, hay que plantear la descentralización sin la mirada mezquina del poder político.
Dos investigadoras del Instituto Morfología Vegetal de la Fundación Miguel Lillo indicaron que la temperatura es una de las variables meteorológicas más sensibles a los procesos de urbanización. “Tucumán es la ciudad más densamente poblada de Argentina; el 80% está representado por población urbana. Las construcciones ya no contienen el espacio verde y las tendencias naturalistas. Las fuerzas económicas han creado un paisaje de plazas indefinibles, manzanas de estacionamiento, calles vencidas por el tráfico, enlaces de autopistas y terrenos vacíos”, afirmaron y destacaron la importancia ambiental y social de los árboles en una urbe.
A fines de 2009, la Subsecretaría de Servicios Públicos divulgó un relevamiento sobre los espacios verdes de la ciudad, sobre el cual diseñó un plan para su recuperación. Había siete parques, 73 plazas, 89 plazoletas y 14 lugares con vegetación. Muchos de ellos se hallaban en mal estado y algunos se habían transformado en baldíos. Según el estudio, sólo el 5,3 % del total de 9.000 hectáreas de la capital eran espacios verdes, es decir 450 ha. Si se consideraba una población de alrededor de 700.000 habitantes, significaba que sólo había 6,4 metros cuadrados de espacios verdes por habitante, menos de la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud: 14,2 m2 de espacios verdes por habitante y un mínimo de 10 m2. En los últimos años se erigieron más de 400 edificios. Según los especialistas, este crecimiento en la construcción no fue acompañado por controles ni por acciones ni por normas que redujeran el impacto ambiental. A ello, se debe sumar la pavimentación de miles de cuadras y la escasez de espacios verdes en el centro que representan apenas el 4,1% frente al 95,9% de cemento.
Varias cuadras del microcentro carecen de árboles. Paradójicamente, en lugar de incrementar el verde, se lo cercena, como sucedió, por ejemplo, con el parque Avellaneda el año pasado, que se lo fragmentó para abrir una calle, y ahora con el Guillermina. Campo Norte, cuyas 28 hectáreas, podrían convertirse en el cuarto gran parque de la ciudad, sigue siendo un depósito de basura. Las iniciativas urbanísticas deben privilegiar la calidad de vida de las personas, caso contrario, es posible que en el futuro tengamos ciudades con EPOC.