18 Septiembre 2014
El Pacto de Olivos: este acuerdo entre los ex presidentes Carlos Menem (PJ) y Raúl Alfonsín (UCR), que hace 20 años impulsó la última reforma a la Constitución de la Nación, determinó una enmienda “pequeña”, más pensada para las necesidades coyunturales de las facciones que para la grandeza futura del país. Tal reflexión pertenece al jurista Jorge Reinaldo Vanossi (1939, Ciudad de Buenos Aires), que en síntesis opina: “la reforma constitucional de 1994 fue una reforma electorera en el sentido de ese vocablo genuino, que el Diccionario de la Real Academia Española define como perteneciente o relativo a las intrigas o maniobras en elecciones”.
La habilitación de la reelección para el presidente fue el objetivo central de la Convención Constituyente que sesionó en Santa Fe, según Vanossi, que, en lugar de contestar un cuestionario, facilitó un trabajo inédito de 41 páginas titulado “Algunos aciertos y desaciertos de la reforma constitucional de 1994”. “¿Mejoró la calidad de vida institucional con la reforma de 1994? Si se recabara la opinión en una ‘consulta’ general, creo que la mayoría numérica se pronunciaría por un no explícito o tal vez optaría por manifestar su indiferencia, pero no creo que ganara un sí, que dijera que mejoró la calidad institucional de vida en el país gracias a la reforma”, expresa Vanossi, que hoy a las 19.30 disertará sobre “Políticas institucionales” en el teatro del hotel Hilton Garden Inn (calle Miguel Lillo número 365).
El ex ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (2002) , y doctor en Derecho expondrá en esta ciudad por invitación de la Fundación del Tucumán. La charla se inscribe en el ciclo “Políticas de Estado y consensos básicos para una Argentina alternativa”, y será moderada por Irene Benito, periodista de este diario.
En cuanto al funcionamiento de la reelección, Vanossi considera que ese instituto quiebra la igualdad de oportunidades: “porque el que está en el poder tiene muchos más medios para influir, gravitar y obtener recursos para ser reelecto que los candidatos de alternativa o de alternancia que quieran disputárselo”. El jurista razona que incluso ello contradice la propia Constitución, en la medida en que esta inculca la “igualdad de oportunidades”. “La reelección va en contra de eso porque el que está en el poder es obvio que no va a resistir la tentación de utilizar todo lo que tenga a su disposición para obtener la reelección: recursos materiales, financieros, presión, compra de votos, etcétera”, añade.
“Toma y daca”
Fuera de la reelección presidencial, Vanossi sostiene que las restantes modificaciones a la Carta Magna satisficieron requerimientos más propios de un “toma y daca” que “de la grandeza de un ponderoso y cuidadoso entendimiento del gran equilibrio que las circunstancias exigían después de tantas frustraciones padecidas en la debacle nacional”. Aún así, el académico rescata, entre otros asuntos, la incorporación de la acción de amparo, y la constitucionalización del hábeas corpus y del hábeas data (artículo 43), y la instalación del tercer senador. “La finalidad de este último cambio fue evitar que pudiese darse una composición unánime con un único sector político, como ocurrió en algunas oportunidades”, evalúa.
Pero Vanossi entiende que la enmienda de 1994 tiene más cuestiones criticables que encomiables. Por ejemplo, si bien valora la creación de los ministerios públicos Fiscal y de la Defensa, reprocha la falta de consagración de la estabilidad de sus miembros. También califica de engaño a la cláusula de la coparticipación federal de impuestos: “no se cumplió el plazo que estaba en la cláusula sexta y establecía un año concreto para sancionar la ley: 1996. Estamos en el 2014 y no hay ley de coparticipación”.
Otro error fue ir hacia la elección presidencial con distrito único y voto directo, que Vanossi mismo admite que propició en algún momento. Al respecto, matiza: “lo que ha ocurrido en nuestro país es que la elección presidencial se reduce a una disputa en cinco distritos: la provincia de Buenos Aires, con 16 millones de habitantes; la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Santa Fe; Córdoba y Mendoza. Y el resto participan, votan, pero, obviamente, su gravitación es mínima”.
La habilitación de la reelección para el presidente fue el objetivo central de la Convención Constituyente que sesionó en Santa Fe, según Vanossi, que, en lugar de contestar un cuestionario, facilitó un trabajo inédito de 41 páginas titulado “Algunos aciertos y desaciertos de la reforma constitucional de 1994”. “¿Mejoró la calidad de vida institucional con la reforma de 1994? Si se recabara la opinión en una ‘consulta’ general, creo que la mayoría numérica se pronunciaría por un no explícito o tal vez optaría por manifestar su indiferencia, pero no creo que ganara un sí, que dijera que mejoró la calidad institucional de vida en el país gracias a la reforma”, expresa Vanossi, que hoy a las 19.30 disertará sobre “Políticas institucionales” en el teatro del hotel Hilton Garden Inn (calle Miguel Lillo número 365).
El ex ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (2002) , y doctor en Derecho expondrá en esta ciudad por invitación de la Fundación del Tucumán. La charla se inscribe en el ciclo “Políticas de Estado y consensos básicos para una Argentina alternativa”, y será moderada por Irene Benito, periodista de este diario.
En cuanto al funcionamiento de la reelección, Vanossi considera que ese instituto quiebra la igualdad de oportunidades: “porque el que está en el poder tiene muchos más medios para influir, gravitar y obtener recursos para ser reelecto que los candidatos de alternativa o de alternancia que quieran disputárselo”. El jurista razona que incluso ello contradice la propia Constitución, en la medida en que esta inculca la “igualdad de oportunidades”. “La reelección va en contra de eso porque el que está en el poder es obvio que no va a resistir la tentación de utilizar todo lo que tenga a su disposición para obtener la reelección: recursos materiales, financieros, presión, compra de votos, etcétera”, añade.
“Toma y daca”
Fuera de la reelección presidencial, Vanossi sostiene que las restantes modificaciones a la Carta Magna satisficieron requerimientos más propios de un “toma y daca” que “de la grandeza de un ponderoso y cuidadoso entendimiento del gran equilibrio que las circunstancias exigían después de tantas frustraciones padecidas en la debacle nacional”. Aún así, el académico rescata, entre otros asuntos, la incorporación de la acción de amparo, y la constitucionalización del hábeas corpus y del hábeas data (artículo 43), y la instalación del tercer senador. “La finalidad de este último cambio fue evitar que pudiese darse una composición unánime con un único sector político, como ocurrió en algunas oportunidades”, evalúa.
Pero Vanossi entiende que la enmienda de 1994 tiene más cuestiones criticables que encomiables. Por ejemplo, si bien valora la creación de los ministerios públicos Fiscal y de la Defensa, reprocha la falta de consagración de la estabilidad de sus miembros. También califica de engaño a la cláusula de la coparticipación federal de impuestos: “no se cumplió el plazo que estaba en la cláusula sexta y establecía un año concreto para sancionar la ley: 1996. Estamos en el 2014 y no hay ley de coparticipación”.
Otro error fue ir hacia la elección presidencial con distrito único y voto directo, que Vanossi mismo admite que propició en algún momento. Al respecto, matiza: “lo que ha ocurrido en nuestro país es que la elección presidencial se reduce a una disputa en cinco distritos: la provincia de Buenos Aires, con 16 millones de habitantes; la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Santa Fe; Córdoba y Mendoza. Y el resto participan, votan, pero, obviamente, su gravitación es mínima”.