11 Septiembre 2014
FRENTE A LA CASA DE CAMISAY. Caride cayó en el mismo lugar donde ayer detuvo su silla de ruedas. la gaceta / foto de inés quinteros orio
Abrió las puertas de su casa e invitó a pasar a los jueces. Rubén Marcelo Camisay, quien está imputado por lesiones gravísimas agravadas por el uso de arma de fuego, participó de la inspección ocular que se realizó ayer en su vivienda, ubicada en Santa Fe y Esquiú. El tribunal de la Sala I (integrado por Pedro Roldán Vázquez, Alfonso Zóttoli y María Elisa Molina), el fiscal de Cámara Carlos Sale, el abogado querellante Walter Ojeda y el defensor Javier Lobo Aragón recorrieron esa esquina, donde Tomás Caride recibió un balazo el 21 de enero de 2012. Sobre la calle, la víctima observaba la situación desde su silla de ruedas.
Las partes se trasladaron luego hacia el Palacio de Tribunales, donde escucharon el testimonio de un joven que aseguró haber visto al imputado disparar un arma de fuego. La madrugada del hecho, Simón Pereyra había llegado a la fiesta que organizaba el hijo de Camisay acompañado por una amiga en común. Según relató ayer, se encontraba en la vereda cuando comenzaron los incidentes.
Tal como ya contaron varios de los testigos que declararon a lo largo del juicio, un grupo de jóvenes llegó en motocicletas a la casa de Camisay con la intención de sumarse a la fiesta. Como les impidieron el ingreso, estos desconocidos lanzaron piedras y botellazos contra la vivienda. En medio de ese caos resultó herido Tomás.
Pereyra dijo que en ese momento se encontraba en la esquina, sobre la calle. “Vi a una persona salir de la casa con algo en la mano, levantar el brazo y hacer dos o tres disparos. Al rato veo a esta persona apuntar hacia afuera y disparar, ahí es cuando lo veo caer a Tomás”, relató el joven. El testigo indicó que cuando sonaron los primeros estruendos algunos jóvenes se tiraron al piso y otros se alejaron del lugar. “Tomás estaba en diagonal a mí, por calle Santa Fe, subido a su moto”, agregó. Tras recibir un disparo en la espalda, fue subido a un auto particular para que lo llevaran al hospital.
“¿El arma que usted vio era una escopeta?”, le preguntó el fiscal. “Claramente no”, contestó el testigo. “¿La persona que efectuó los disparos está acá?”, insistió Sale. “Sí”, respondió Pereyra. “¿La puede señalar?”. El joven giró sobre su silla, levantó el brazo derecho y apuntó al imputado.
Esa situación ofuscó a la defensa. El letrado Lobo Aragón levantó un papel donde -según dijo- tenía registrada una conversación que el testigo había mantenido a través de Facebook con la amiga que lo había llevado a la fiesta. El abogado intentó probar que parte de la declaración de Pereyra era falsa, pero el tribunal le negó la incorporación de esa prueba al considerar que debió acercarla, cuanto mucho, al principio del debate.
Pereyra fue el último testigo en declarar. El juicio continuará mañana con los alegatos de las partes y, probablemente, se conocerá la sentencia. La víctima tenía 16 años cuando recibió el disparo. Esa herida le provocó una incapacidad física permanente y definitiva del 90%, según precisa el informe médico.
Las partes se trasladaron luego hacia el Palacio de Tribunales, donde escucharon el testimonio de un joven que aseguró haber visto al imputado disparar un arma de fuego. La madrugada del hecho, Simón Pereyra había llegado a la fiesta que organizaba el hijo de Camisay acompañado por una amiga en común. Según relató ayer, se encontraba en la vereda cuando comenzaron los incidentes.
Tal como ya contaron varios de los testigos que declararon a lo largo del juicio, un grupo de jóvenes llegó en motocicletas a la casa de Camisay con la intención de sumarse a la fiesta. Como les impidieron el ingreso, estos desconocidos lanzaron piedras y botellazos contra la vivienda. En medio de ese caos resultó herido Tomás.
Pereyra dijo que en ese momento se encontraba en la esquina, sobre la calle. “Vi a una persona salir de la casa con algo en la mano, levantar el brazo y hacer dos o tres disparos. Al rato veo a esta persona apuntar hacia afuera y disparar, ahí es cuando lo veo caer a Tomás”, relató el joven. El testigo indicó que cuando sonaron los primeros estruendos algunos jóvenes se tiraron al piso y otros se alejaron del lugar. “Tomás estaba en diagonal a mí, por calle Santa Fe, subido a su moto”, agregó. Tras recibir un disparo en la espalda, fue subido a un auto particular para que lo llevaran al hospital.
“¿El arma que usted vio era una escopeta?”, le preguntó el fiscal. “Claramente no”, contestó el testigo. “¿La persona que efectuó los disparos está acá?”, insistió Sale. “Sí”, respondió Pereyra. “¿La puede señalar?”. El joven giró sobre su silla, levantó el brazo derecho y apuntó al imputado.
Esa situación ofuscó a la defensa. El letrado Lobo Aragón levantó un papel donde -según dijo- tenía registrada una conversación que el testigo había mantenido a través de Facebook con la amiga que lo había llevado a la fiesta. El abogado intentó probar que parte de la declaración de Pereyra era falsa, pero el tribunal le negó la incorporación de esa prueba al considerar que debió acercarla, cuanto mucho, al principio del debate.
Pereyra fue el último testigo en declarar. El juicio continuará mañana con los alegatos de las partes y, probablemente, se conocerá la sentencia. La víctima tenía 16 años cuando recibió el disparo. Esa herida le provocó una incapacidad física permanente y definitiva del 90%, según precisa el informe médico.