Una torre de felicidad

Una torre de felicidad

En apenas un año, Cilic pasó del infierno al cielo tras ganar ayer en Flushing Meadows

FELIZ. Cilic y la Copa que lo convirtió en rey del cemento. FELIZ. Cilic y la Copa que lo convirtió en rey del cemento.
09 Septiembre 2014
Croacia ya tiene a dos gigantes campeones en tenis, aunque lo que diferencia a Marin Cilic de aquel Goran Ivanisevic ganador de Wimbledon 2001 es que conoció lo peor y lo mejor del tenis en apenas un año. Doce meses atrás, Cilic no podía jugar en el circuito debido a una suspensión por un positivo en un control antidoping. Doce meses después, ayer, el croata se consagró campeón del US Open. “Si se trabaja duro, los frutos llegan”, sintetizó el gigante de 198 centímetros, cinco más que Ivanisevic, tras celebrar vencido de espaldas sobre el cemento de Flushing Meadows luego vencer en la final al japonés Nei Nishikori por un triple 6-3.

Cilic nació en Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina, pero representa a Croacia y reside en Mónaco. El fútbol es su otra pasión más allá del tenis, juega cada vez que puede y sigue los partidos de Milan, pero todos esos gustos nada extravagantes quedaron olvidados con la noticia que le llegó el año pasado, la de que había dado positivo en abril por el estimulante niketamida.

Los casos de doping nunca se conocen de inmediato, requieren de un proceso delicado y lento. Así, el croata jugó hasta mitad de 2013, pero desapareció del circuito en junio y recién volvió en octubre. En el medio hubo una batalla legal. El programa antidoping del tenis lo suspendió por nueve meses. Cilic, que reconoció su responsabilidad y alegó que la sustancia llegó a su organismo a través de unas tabletas de glucosa que le compró su madre, logró que la Corte Arbitral del Deporte (CAS) redujera a cuatro meses la suspensión al calificar de “accidente” la presencia de la niketamida.

Así y todo, la carrera de Cilic estaba marcada por una suspensión por doping, algo que ningún deportista quiere exhibir en su currículum. Fuera del circuito, Cilic se dedicó a entrenarse y a trabajar en mejorar un golpe en el que sorprendió que hubiera debilidades: el servicio. “Con 198 centímetros tenía un servicio dubitativo. Trabajamos mucho, ahora marca dos aces por juego y es uno de los dos jugadores que más aces anotó en lo que va de la temporada. Nunca había estado en ese nivel”, explicó tiempo atrás Ivanisevic, coach de Cilic, a la web de la ATP.

Algo de eso se vio en el juego final de su contundente triunfo sobre Roger Federer en semifinales: Cilic conectó tres aces consecutivos y un notable revés paralelo para romper el sueño del suizo de ganar un décimo octavo Grand Slam y disparar el suyo. Al grito grave y profundo en el instante de la victoria le siguió un abrazo conjunto con todo su equipo, que un año atrás tenía en sus manos a un marginado del tenis y ahora celebra a una estrella.

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