08 Septiembre 2014
El supuesto robo de un celular, que derivó en un escándalo y disturbios en un centro comercial, cuando los clientes intentaron linchar al presunto ladrón, terminó con balas de goma de la Policía, un aprehendido y un grupo de vecinos de la "Villa Piolín" que dicen ser estigmatizados y acusados sin razón.
El cabo Raúl Alberto Chaile, quien intercedió para evitar que lincharan al supuesto delincuente, recibió golpes y terminó con una fractura en la pierna derecha. Pese a lo que dicen los vecinos de la "Villa Piolín," el aprehendido es un joven de entre 25 y 30 años, que vive en esa zona.
Los vecinos del barrio Ángela Riera, tal el nombre del asentamiento "Villa Piolín", sostienen que sus nuevos vecinos, los del edificio construido en el predio de la ex Cootam, los estigmatizan permanentemente y ante cualquier episodio, los culpan a ellos.
"A nosotros nos marginan, nos tratan a todos como delincuentes cuando acá hay gente trabajadora. Puede haber de todo, como en todos lados. Ellos nos discriminan, quieren que nos vayamos, pero nosotros somos seres humanos igual que ellos", reclamó Cristina Palma, habitante del asentamiento.
Leandro Gómez, un joven de 23 años que vivió toda su vida en ese lugar, admite que hay "manzanas podridas" en el barrio, pero que es injusto generalizar. "La gente del edificio quiere que nos vayamos, pero no se da cuenta de que acá viene gente también de otros barrios a robar. Acá no somos todos delincuentes como dicen todos", enfatizó.
El cabo Raúl Alberto Chaile, quien intercedió para evitar que lincharan al supuesto delincuente, recibió golpes y terminó con una fractura en la pierna derecha. Pese a lo que dicen los vecinos de la "Villa Piolín," el aprehendido es un joven de entre 25 y 30 años, que vive en esa zona.
Los vecinos del barrio Ángela Riera, tal el nombre del asentamiento "Villa Piolín", sostienen que sus nuevos vecinos, los del edificio construido en el predio de la ex Cootam, los estigmatizan permanentemente y ante cualquier episodio, los culpan a ellos.
"A nosotros nos marginan, nos tratan a todos como delincuentes cuando acá hay gente trabajadora. Puede haber de todo, como en todos lados. Ellos nos discriminan, quieren que nos vayamos, pero nosotros somos seres humanos igual que ellos", reclamó Cristina Palma, habitante del asentamiento.
Leandro Gómez, un joven de 23 años que vivió toda su vida en ese lugar, admite que hay "manzanas podridas" en el barrio, pero que es injusto generalizar. "La gente del edificio quiere que nos vayamos, pero no se da cuenta de que acá viene gente también de otros barrios a robar. Acá no somos todos delincuentes como dicen todos", enfatizó.
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