La “calle de los piratas”, entre el miedo al cambio y las expectativas

La “calle de los piratas”, entre el miedo al cambio y las expectativas

Colectivos interurbanos, de larga distancia y autos rurales (denominados “piratas”) se detienen a diario en dos cuadras de la calle Italia, que funciona como una precaria estación de ómnibus. Generan un intenso movimiento comercial, pero también muchas quejas. La construcción de una nueva terminal promete transformar la zona

La “calle de los piratas”, entre el miedo al cambio y las expectativas
El cartel indica que la arteria se denomina Italia. Pero nadie la llama por su nombre. Es más comúnmente conocida como la “calle de los piratas”. Y a lo que menos se parece es a una calle. Es un enjambre de taxis, autos rurales, colectivos, valijas, pasajeros y acompañantes, vendedores ambulantes y bares al paso. Sin andenes, esa es la única terminal de ómnibus que conocen los vecinos de Concepción. Nunca tuvieron una estación de micros. Y aunque pronto la tendrán, la futura mudanza (a tres kilómetros de allí, junto a la ruta 65) ya genera sentimientos encontrados.

“No se guardan bolsos”, rezan los carteles pegados en los vidrios de varios locales de venta de pasajes, ubicados en Italia al 1.200. En esa cuadra y al 1.300, los pasajeros hacen largas colas con su equipaje entre las piernas, esperando que llegue su ómnibus. Los invade la música tropical. Los pocos comercios que tienen hall se convierten en refugio.

El caos que se genera en la zona todos los días les pone los pelos de punta a muchos pasajeros. A lo largo de la calle hay dos, tres y hasta cuatro filas de autos esperando su turno para trabajar. “Nunca sabés dónde para tu colectivo. Si el micro que esperás viene con demora, tenés que empezar a rezar que no llueva porque no tenés dónde refugiarte”, comentó Luis Andrada, mientras aguardaba que llegara su coche para viajar a Buenos Aires.

Sobre la ancha Italia (tiene tres carriles) paran todo tipos de ómnibus: los que van a diferentes localidades de la provincia y los de larga distancia. De noche esta “parada circunstancial” no es apta para el ascenso y descenso de pasajeros, porque es oscura y desolada. Tampoco hay baños públicos. Y en los bares, los carteles son muy claros: “para uso exclusivo de los clientes”.

Hay ansiedad, preocupación y expectativas. La creación de la nueva terminal causa un cúmulo de sensaciones entre los que frecuentan la “calle de los piratas”.

“¿Seguiremos trabajando aquí?”, se preguntan los choferes de autos rurales. “Si ya no entran los colectivos, nuestros locales caerán en desgracia”, plantean los comerciantes. Los usuarios también tienen sus inquietudes: “aquí está todo a mano; te bajás del colectivo y estás a una cuadra del centro”.

“Concepción es una ciudad grande y la terminal es más que necesaria. Pero sería bueno que los micros interpueblos y los que van a la capital sigan teniendo parada en esta calle, porque es cómoda; tiene todo cerca”, consideró María Isabel Castañeda, una docente que a diario viaja desde San Miguel de Tucumán a La Perla del Sur. “Antes de volver a casa y mientras espero el micro suelo hacer las compras necesarias en la zona”, añadió.

Sonia está en el mostrador de la empresa ubicada en Italia al 1.200 atendiendo constantemente a los clientes que llevan y traen encomiendas. “Creo que la nueva terminal va a ser un alivio, porque esto de que los ómnibus paren en la calle no está bueno para los pasajeros; ni siquiera tienen dónde sentarse”, comentó. Y adelantó que en el futuro dejará ese local para mudarse a la nueva terminal. “Ojalá no nos maten con los alquileres”, dijo.

Preocupados

Casi todos los que poseen negocios de ventas de pasajes festejan que la terminal callejera de Concepción tenga los meses contados. “Muchas veces, los colectivos llegan a las 2 o 3 de la mañana y a esa hora los viajeros no tienen remises ni un lugar seguro para esperar”, señaló Sergio Luna. “La gente se queja porque no sabe dónde esperar los micros. Cuando llueve, los pasajeros están parados en medio del agua”, comentó Carolina Medina, también de una firma de transporte.

“Aunque pagamos por el lugar donde estacionan nuestros coches, es cada vez más complicado estacionar los ómnibus de larga distancia. La terminal le dará un poco de orden a los viajes”, dijo esperanzada Andrea Vizcarra, de un comercio de Italia al 1.200.

Los choferes son los que más contentos se muestran por la nueva terminal. “Venimos en coches grandes, de dos pisos, y el estacionamiento es muy complicado aquí. La mayoría de las veces no tenemos dónde parar porque todo está ocupado con los autos rurales”, comentó Walter Coronel, que quien acaba de concluir un viaje desde Buenos Aires. “Además, tenemos que meternos por la ciudad, lidiar con los baches y el tránsito”, agregó.

Los que no parecen estar tan alegres con la mudanza son los comerciantes. Muchos de ellos creen que sin los ómnibus no tendrán más opción que bajar las persianas. “Haber hecho una terminal a tres kilómetros de acá es un daño para los comerciantes de esta zona, que vivimos de los pasajeros. Y también un daño para la gente que viaja, que ahora deberá tomar un remis para ir al centro. Nosotros seguro tendremos que cerrar”, lamentó Miguel Campos, quien desde hace seis años es dueño de un bar al paso llamado “La cocina de Miguel”.

Otros comerciantes sostienen que si los autos rurales y algunos colectivos (como los que van a San Miguel de Tucumán) siguen estacionando en la calle Italia, el trabajo en sus negocios no se verá tan afectado. “Por supuesto que algo va a mermar, pero nuestros clientes son principalmente gente que viene del campo en autos rurales compartidos”, destacó Mario Enrique Romano, desde hace 28 años mozo de un bar de la cuadra del 1.300.

En el mismo sentido se expresó Norma Herrera, de una farmacia de Italia al 1.200: “Sería bueno que algunos colectivos sigan teniendo sus paradas aquí. Y ojalá que los autos rurales no se vayan, porque son los que generan más flujo comercial”. Al igual que ella, en la “calle de los piratas” todos admiten que la nueva terminal promete ser un gran avance para Concepción. Pero se resisten a pensar que dejarán de ser testigos del ir y venir de los colectivos.

Parada
Los autos rurales se quedan

“Nosotros no nos mudamos a la nueva terminal. No trabajamos con los pasajeros que bajan de los colectivos. Nuestros clientes vienen de otros pueblos”, explicó Mariano Sáez, chofer de un auto rural compartido que conecta Aguilares con Concepción. “Hasta ahora, nuestro futuro es incierto. No nos conviene dejar este lugar, es nuestra parada ideal. No tenemos otro espacio”, apuntó Leonardo Barrera, chofer de un auto que lleva viajeros de Monteros hasta La Perla del Sur y viceversa.

La Municipalidad de Concepción intentó en varias oportunidades sacar a los autos piratas de la calle Italia, pero ellos se impusieron. Funcionan ahí desde hace más de 10 años.

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