07 Septiembre 2014
CAPACIDAD. La primera fase del aeropuerto de la Ciudad de México quedará concluida en 2019-2020 y contará con tres pistas. animalpolitico.com
CIUDAD DE MÉXICO.- El futuro aeropuerto de Ciudad de México ha sido concebido como algo espectacular: desde la ventanilla del avión se verá un edificio con la forma de una equis gigantesca, con símbolos mexicanos como el cactus, el águila y la serpiente. Los artífices, el arquitecto británico Norman Foster y su colega mexicano Fernando Romero, yerno del multimillonario Carlos Slim, planean convertir al aeropuerto de la mayor ciudad de América en ícono de modernidad y sustentabilidad. Será todo un desafío ya que estará en un área lacustre inundable, que requiere de grandes obras previas para resolver el problema, y en una ciudad donde los sismos se magnifican sobre antiguos lagos hoy secos por los que los aztecas navegaban en balsas. El aeropuerto, con una inversión de U$S 9.200 millones, estará listo en toda su capacidad con seis pistas y moviendo 120 millones de pasajeros al año a largo plazo.
La primera fase quedará concluida en 2019-2020, o quizás un poco antes, con tres pistas -dos de ellas comerciales- y capacidad de recibir a 52 millones de pasajeros, frente a los 32 millones actuales del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Aún no se han dado detalles concretos de cómo se irá desarrollando el proyecto, que sustituirá por completo a la actual terminal aérea, pero será a mediados del año próximo cuando se ponga en marcha la construcción, sobre una superficie de 4.600 hectáreas. Antes se tiene que armar el proyecto de ingeniería, contratar empresas constructoras y hacer trabajos hidráulicos y de nivelación de suelo, entre otros.
Las obras hidrológicas costarán U$S 1.300 millones extras, ya que se necesitan tuberías para llevar hacia otro lado el agua de lluvia que hoy va a parar a las lagunas de la zona, que son vasos reguladores.
El aeropuerto está proyectado como una sola terminal que tendrá 95 puertas de embarque y será construido con una estructura ligera, de espaciosas cúpulas de hasta 170 metros de largo, sin paredes verticales ni columnas y con tecnología verde. Según la descripción que hizo Romero, en la entrada habrá un jardín de cactáceas. La vía de acceso será como una serpiente y el techo de entrada evocará un águila con las alas abiertas, como el escudo de México, que representa la leyenda azteca de un águila posada en un nopal devorando una serpiente.
Foster, premio Pritzker de arquitectura en 1999 y Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009, quiere terminar la primera fase antes de lo previsto por las autoridades. En cuatro años construyó el aeropuerto de Pekín para los Juegos Olímpicos, en Hong Kong le ganó espacios al mar para hacer la terminar aérea y en México tiene ansias por empezar. Para el arquitecto se puede tenerlo listo en 2018, antes de que termine la gestión del actual presidente Enrique Peña Nieto a fines de ese año.
La terminal estará a unos 10 kilómetros del actual aeropuerto, en el este de Ciudad de México. No se harán expropiaciones de tierra, porque se usará un terreno federal que tiene en total 12.500 hectáreas en la zona del Lago de Texcoco. Además del nuevo aeropuerto, el gobierno está proyectando cambios en toda la zona. Donde está la actual terminal aérea se harán un gran pulmón verde, una universidad de aeronáutica, hospitales, viviendas, negocios y oficinas, para levantar una zona económicamente deprimida. (DPA)
La primera fase quedará concluida en 2019-2020, o quizás un poco antes, con tres pistas -dos de ellas comerciales- y capacidad de recibir a 52 millones de pasajeros, frente a los 32 millones actuales del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Aún no se han dado detalles concretos de cómo se irá desarrollando el proyecto, que sustituirá por completo a la actual terminal aérea, pero será a mediados del año próximo cuando se ponga en marcha la construcción, sobre una superficie de 4.600 hectáreas. Antes se tiene que armar el proyecto de ingeniería, contratar empresas constructoras y hacer trabajos hidráulicos y de nivelación de suelo, entre otros.
Las obras hidrológicas costarán U$S 1.300 millones extras, ya que se necesitan tuberías para llevar hacia otro lado el agua de lluvia que hoy va a parar a las lagunas de la zona, que son vasos reguladores.
El aeropuerto está proyectado como una sola terminal que tendrá 95 puertas de embarque y será construido con una estructura ligera, de espaciosas cúpulas de hasta 170 metros de largo, sin paredes verticales ni columnas y con tecnología verde. Según la descripción que hizo Romero, en la entrada habrá un jardín de cactáceas. La vía de acceso será como una serpiente y el techo de entrada evocará un águila con las alas abiertas, como el escudo de México, que representa la leyenda azteca de un águila posada en un nopal devorando una serpiente.
Foster, premio Pritzker de arquitectura en 1999 y Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009, quiere terminar la primera fase antes de lo previsto por las autoridades. En cuatro años construyó el aeropuerto de Pekín para los Juegos Olímpicos, en Hong Kong le ganó espacios al mar para hacer la terminar aérea y en México tiene ansias por empezar. Para el arquitecto se puede tenerlo listo en 2018, antes de que termine la gestión del actual presidente Enrique Peña Nieto a fines de ese año.
La terminal estará a unos 10 kilómetros del actual aeropuerto, en el este de Ciudad de México. No se harán expropiaciones de tierra, porque se usará un terreno federal que tiene en total 12.500 hectáreas en la zona del Lago de Texcoco. Además del nuevo aeropuerto, el gobierno está proyectando cambios en toda la zona. Donde está la actual terminal aérea se harán un gran pulmón verde, una universidad de aeronáutica, hospitales, viviendas, negocios y oficinas, para levantar una zona económicamente deprimida. (DPA)
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