Por Mariana Segura
25 Agosto 2014
EL ABRAZO MÁS ESPERADO. Rafaela nunca se había llevado tres puntos de La Bombonera y ayer lo consiguió goleando. télam
Fue un 3-0 tan duro como pensar en decirle al más ganador “hasta luego”. Sin embargo, pese a la goleada de Rafaela sobre Boca nadie le dijo nada a Carlos Bianchi que tampoco se muestra dispuesto a dar un paso al costado. Al menos no por ahora, el DT sigue.
“No me doy plazos, no pienso en eso”, avisó el “Virrey” tras responder también que está para seguir por la confianza que le tiene al plantel. Claro que lo que analizó para no decir que quería salir corriendo de La Bombonera fue el trasfondo de la derrota. Es que si ayer Boca no pudo ni soplar bochas que quedaron a la deriva abajo del arco fue también porque la suerte le guiñó a Rafaela. Un flequillo, una uña, eso bastó para desviar el intento del dueño de casa, al que la “crema” le apuntó sin piedad tres veces.
Ligó menos que el más feo del boliche el “xeneize”. Y eso que fue el que más la remó. Típico... Jonathan Calleri fue el “Señor Sal” entre tantos adobados. Todo lo contrario a Guillermo Fernández, que entró para remover el cuchillo en el corazón de su ex equipo. Mauricio Gómez y Federico González, los de la guía, habían puesto el 2-0 que ya era catástrofe. Que la figura fuera Esteban Conde lo explica todo. El 1 fue una pared de colchón, de esas donde las pelotas no rebotan.
Lo bueno que intentó arriba Boca, sobre todo con Chávez y Acosta, no pudo limpiar los horrores del fondo, los que al fin y al cabo guiaron al fatídico destino pero que por el momento no mueven a Bianchi.
“No me doy plazos, no pienso en eso”, avisó el “Virrey” tras responder también que está para seguir por la confianza que le tiene al plantel. Claro que lo que analizó para no decir que quería salir corriendo de La Bombonera fue el trasfondo de la derrota. Es que si ayer Boca no pudo ni soplar bochas que quedaron a la deriva abajo del arco fue también porque la suerte le guiñó a Rafaela. Un flequillo, una uña, eso bastó para desviar el intento del dueño de casa, al que la “crema” le apuntó sin piedad tres veces.
Ligó menos que el más feo del boliche el “xeneize”. Y eso que fue el que más la remó. Típico... Jonathan Calleri fue el “Señor Sal” entre tantos adobados. Todo lo contrario a Guillermo Fernández, que entró para remover el cuchillo en el corazón de su ex equipo. Mauricio Gómez y Federico González, los de la guía, habían puesto el 2-0 que ya era catástrofe. Que la figura fuera Esteban Conde lo explica todo. El 1 fue una pared de colchón, de esas donde las pelotas no rebotan.
Lo bueno que intentó arriba Boca, sobre todo con Chávez y Acosta, no pudo limpiar los horrores del fondo, los que al fin y al cabo guiaron al fatídico destino pero que por el momento no mueven a Bianchi.