El fútbol brasileño se "desangra"

El fútbol brasileño se "desangra"

Todavía conmovido por el 7-1 de Alemania en el Mundial, el fútbol brasileño vive en estas horas un nuevo ejemplo de su crisis. Palmeiras, uno de sus equipos más populares, ahora con estilo argentino por Ricardo Gareca (el técnico), Pablo Mouche, Fernando Tobio, Agustín Allione y Jonathan Cristaldo, celebra su centenario en zona de descenso, un dato impensado cuando el club comenzó a planificar lo que se suponía sería una gran fiesta.

“El fútbol es algo colectivo, no sirve que corra la mitad del equipo y la otra mitad no”, se quejó el viernes el experimentado zaguero Lucio, capitán y pentacampeón en el Mundial 2002. ¿Quiénes son los jugadores que no corren?”, se preguntó obviamente la prensa. Lucio, que antes del arribo de Gareca se había manifestado contrario al fichaje de un técnico extranjero, no quiso dar nombres, aunque aseguró que el plantel no está dividido. Habló de “partidos vergonzosos” y pidió disculpas a los hinchas. Lucio fue compañero de Javier Zanetti, Walter Samuel, Esteban Cambiasso y Diego Milito en Inter. Sabe lo que es jugar y ganar con argentinos. Se descarta que los refuerzos que llegaron con Gareca sí corren. ¿Lo hacen los demás? ¿Pretendió jugar demasiado ofensivo Gareca con un equipo limitado técnicamente? ¿Tantos cambios de formación que hizo en cada partido acaso terminaron afectando la campaña?

Antes del partido ante Coritiba, anoche tarde en el Pacaembú, Palmeiras, último con 14 puntos en 16 partidos, sumó apenas un punto desde la llegada de Gareca. Fueron seis derrotas y un empate desde la reapertura del certamen, apenas terminado el Mundial. Sí ganó dos partidos en Copa de Brasil, donde avanzó a octavos. Palmeiras precisa de una combinación favorable en los partidos de hoy para no celebrar el martes sus 100 años de vida en zona de descenso. El “Verdao”, fundado el 26 de agosto de 1914 con el nombre de Societá Palestra Italia (en 1942 pasó a ser Palmeiras), sufrió los dos únicos descensos de su historia en 2002 y 2012, en ambos casos con retorno inmediato a Primera. El equipo volvió a comenzar mal en esta temporada. Por eso contrataron a Gareca y arribó la colonia argentina. Pero, lejos de mejorar, la situación empeoró.

Gareca, que antes del partido de anoche sorprendió al admitir su posible salida en caso de nueva derrota, llegó en julio anunciado como gran fichaje de Palmeiras, ocho veces campeón de Brasil y una de la Libertadores, entre otros títulos. El “Tigre” llegó con laureles bien ganados por su gran campaña con Vélez. Lo que en cambio llamó la atención fue ver en la portada de los suplementos deportivos que también era una de las principales atracciones el fichaje de Mouche, que, en su vuelta del fútbol turco, ni siquiera había podido ganarse un puesto de titular en un discreto Boca. ¿Mouche atracción en Brasil? La crisis del fútbol brasileño, hay que decirlo, se había advertido antes del 7-1 del Mundial. Fue en la Libertadores que finalmente ganó San Lorenzo. Las semifinales no tenían equipos brasileños. Nunca había sucedido algo así en toda la historia de la Libertadores.

La crisis de juego del campeonato brasileño es tan parecida a la crisis de nuestro campeonato que Palmeiras, además de la campaña pobre, sufre la violencia de sus fanáticos. Una pelea del grupo Mancha Verde contra los Gavioes da Fiel, del archirival Corinthians, provocó esta última semana la muerte de Gilberto Torres Pereira, un profesor de escuela técnica de 31 años. Torres (de Mancha Verde, de Palmeiras), supuestamente, fue asesinado por un concejal del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT) Raimundo Cesar Faustino (Capá), de 41 años, miembro de Gavioes da Fiel y candidato a diputado estadual para las elecciones de octubre. Los hinchas se encontraron de casualidad, unos volviendo de una fiesta, otros yendo al estadio, y estalló la pelea. Odio al rival. Vínculos políticos. Clubes que, no obstante los nuevos dineros inyectados por TV Globo, aumentaron su rojo a más de 2000 millones de dólares. Sí, todo muy parecido a lo que sucede por estas tierras.

La crisis en Argentina tuvo un alivio acaso engañoso porque la Selección de Alejandro Sabella terminó subcampeona. Brasil, en cambio, debe recomenzar de cero.

El debut será el próximo 5 de setiembre en Miami ante la Colombia de José Pekerman. El nuevo DT Dunga, capitán del tetracampeón de Estados Unidos 1994, convocó a un equipo cuya formación titular agrupa a nueve buenos jugadores, un crack (Neymar) y un candidato a crack (Philippe Coutinho, armador de Liverpool). “Pero en el Mundial también había siete buenos jugadores en la formación titular, y no llegaron a formar nunca un buen equipo”, ironizó esta semana un columnista del diario Folha.

Dunga, está claro, no repetirá equipo mundialista, como sí hará el “Tata” Martino en Argentina. En Brasil, apenas seguirían siendo titulares Maicom, David Luiz, Luiz Gustavo y Neymar. Entre los otros convocados hay volantes de “buen pie”, más técnicos que los que había citado el anterior DT Luiz Felipe Scolari. El esquema del nuevo entrenador, además, no tendrá delantero de área, como sí lo tuvo el equipo del Mundial (el más que opaco Fred).

El Brasil posMundial incluyó una marcha pacífica hace unos días en Río de Janeiro reclamando por la liberación de manifestantes que fueron detenidos en plena Copa de la FIFA y condenados a penas durísimas, gracias a una nueva y dura legislación que se dictó para evitar problemas durante el torneo. “Protestar no es crimen”, fue el slogan de la marcha, rodeada de policías. Se citó especialmente el caso de Rafael Braga, un negro desempleado y sin techo condenado a cinco años de prisión. Cuando comenzó el Mundial, bueno es recordarlo, cesaron casi por arte de magia las protestas, marchas y huelgas, policías incluídos. Más de un colega me dijo en Brasil que, lo más probable, tal vez haya sido que algún sector del gobierno tal vez acordó la tregua mundialista con el crimen organizado. El crimen organizado extorsionó hasta días antes avisando que podía arruinar el Mundial, alguna promesa logró tal vez y cesó entonces la protesta más ruidosa. Brasil celebra ahora elecciones el 5 de octubre. La campaña sufrió un golpe inesperado con el accidente mortal del candidato Eduardo Campos. Su vice Marina Silva ocupará su puesto y cambia el mapa, porque es mujer como Dilma Rousseff, la candidata que busca la reelección. Y porque también tiene un discurso de centroizquierda. La única diferencia es que es evangélica y hace militancia de su fe. Como Thiago Silva y David Luiz, los capitanes del Mundial que, finalmente, fue mucho mejor organizado y mejor jugado de lo que se creía. Pero que terminó costando cerca de 14.000 millones de dólares y dejó deudas y pobre resultado deportivo para Brasil. Los ingleses suelen decir “Public Pain, private gain”. El dolor es público. Las ganancias privadas.

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