24 Agosto 2014
Este evangelio nos plantea una trilogía de verdad, es decir nos muestra la naturaleza de quién es Jesucristo, que es la Iglesia, y quién es Pedro, es decir el Papa. Esto nos llega de modo especial a los argentinos, por tener un hijo de nuestra tierra que ya no es Jorge sino Francisco.
En su primer encuentro con Simón Pedro, Jesús le había adelantado que se llamaría Cefas, Roca en arameo (Cfr Jn 1,42). “Tú eres Pedro”. La imagen de la roca, era una imagen clásica con la que se designaba a Yahveh, y muy próxima a la de templo. “Tú eres Pedro... aunque Yo soy la piedra inconmovible, la piedra angular..., sin embargo, también tú eres piedra (Pedro), porque eres consolidado por mi propia fuerza y porque las prerrogativas que son y siguen siendo mías, las compartes conmigo por la comunicación que Yo te hago de ellas” (S. León Magno Serm. 4). “Te daré las llaves”. Las llaves del Reino le habían sido prometidas al hijo de David. Pedro debió haber quedado mareado ante esta promesa. Jesús conoce la debilidad humana -como la de Pedro- y el escándalo que ella puede despertar cuando quienes le representan en la tierra no están a la altura de su misión. Con todo, ha querido que su mensaje de salvación sea difundido de modo infalible por su Iglesia. Pedro es el representante personal, el vicario de Cristo en la tierra, la Cabeza del Colegio Apostólico. Hoy, como ayer, la figura de Jesucristo, de la Iglesia, del Papa son criticadas y cuestionadas. Muchas veces también por nuestra falta de ejemplaridad. Ahora bien, dejemos a un lado las críticas y las reticencias hacia la Iglesia, como si Ella y sus enseñanzas estuvieran en contraste con lo que Jesús hizo y dijo. Nosotros no sabríamos hoy quién es Jesucristo, qué hizo y qué dijo a no ser por la Iglesia. Hay que ser consecuentes con la lógica de la Encarnación, por la que la divinidad se adapta a la debilidad humana, es decir, el mismo Jesús eligió para representantes suyo a hombres frágiles y pecadores como Pedro, como Clemente primero, como Juan XXIII, como Juan Pablo II, como Francisco. Los Papas, los sacerdotes, no son seres perfectos, llevan la vocación con la historia de sus propios defectos. Este evangelio es un llamado a la confianza de Fe en que Jesús fundó la Iglesia y quiso poner al frente de ella a hombres conocedores de su debilidad y al mismo instante hombres comprensivos de la fragilidad de sus hermanos. “Recen por mí”, esta es la petición que mas nos resuena de Francisco. La tarea de ser Papa no es fácil, hemos de rezar.
En su primer encuentro con Simón Pedro, Jesús le había adelantado que se llamaría Cefas, Roca en arameo (Cfr Jn 1,42). “Tú eres Pedro”. La imagen de la roca, era una imagen clásica con la que se designaba a Yahveh, y muy próxima a la de templo. “Tú eres Pedro... aunque Yo soy la piedra inconmovible, la piedra angular..., sin embargo, también tú eres piedra (Pedro), porque eres consolidado por mi propia fuerza y porque las prerrogativas que son y siguen siendo mías, las compartes conmigo por la comunicación que Yo te hago de ellas” (S. León Magno Serm. 4). “Te daré las llaves”. Las llaves del Reino le habían sido prometidas al hijo de David. Pedro debió haber quedado mareado ante esta promesa. Jesús conoce la debilidad humana -como la de Pedro- y el escándalo que ella puede despertar cuando quienes le representan en la tierra no están a la altura de su misión. Con todo, ha querido que su mensaje de salvación sea difundido de modo infalible por su Iglesia. Pedro es el representante personal, el vicario de Cristo en la tierra, la Cabeza del Colegio Apostólico. Hoy, como ayer, la figura de Jesucristo, de la Iglesia, del Papa son criticadas y cuestionadas. Muchas veces también por nuestra falta de ejemplaridad. Ahora bien, dejemos a un lado las críticas y las reticencias hacia la Iglesia, como si Ella y sus enseñanzas estuvieran en contraste con lo que Jesús hizo y dijo. Nosotros no sabríamos hoy quién es Jesucristo, qué hizo y qué dijo a no ser por la Iglesia. Hay que ser consecuentes con la lógica de la Encarnación, por la que la divinidad se adapta a la debilidad humana, es decir, el mismo Jesús eligió para representantes suyo a hombres frágiles y pecadores como Pedro, como Clemente primero, como Juan XXIII, como Juan Pablo II, como Francisco. Los Papas, los sacerdotes, no son seres perfectos, llevan la vocación con la historia de sus propios defectos. Este evangelio es un llamado a la confianza de Fe en que Jesús fundó la Iglesia y quiso poner al frente de ella a hombres conocedores de su debilidad y al mismo instante hombres comprensivos de la fragilidad de sus hermanos. “Recen por mí”, esta es la petición que mas nos resuena de Francisco. La tarea de ser Papa no es fácil, hemos de rezar.
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