20 Agosto 2014
A MEDIO HACER. Dentro de la sala mayor, los obreros reubican las butacas retapizadas y trabajan sobre el revestimiento de madera de las paredes. la gaceta / fotos de jorge olmos sgrosso
Los que conocen la sala Orestes Caviglia la encontrarán irreconocible cuando se reinaugure el 6 de septiembre, con el estreno de “Madre coraje”, la obra de Bertolt Brecht. Por los trabajos en marcha, la puesta que dirige Ricardo Salim debió ser reprogramada de su fecha original de debut, prevista inicialmente para este sábado.
Por primera vez en la historia se ha encarado una amplia refacción en el subsuelo del edificio que se construyó en 1970 como Casa de la Cultura y que, según los arquitectos, pertenece al estilo neobrutalista de mediados del siglo pasado. La actual sede del Ente Cultural de Tucumán fue declarada “Bien del Patrimonio Cultural” por la Ley N° 7.535, y está construida en hormigón.
En los papeles, se propone una verdadera modernización de la sala, con cambios importantes para transformarse en Espacio del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y proyectar películas nacionales. Entre los más notorios está la reubicación de la boletería, que hasta ahora estaba al lado del ingreso principal, descendiendo las escaleras, pero pasará a instalarse arriba, dentro del tambor de metal que supo cobijar una puerta giratoria hace tiempo.
Esta mudanza permitirá que el acceso a la sala sea directo apenas se bajan las escaleras. Así, la vieja puerta de vidrio ubicada al centro ya no existe y se montó una puerta doble lateral, de madera, con apertura hacia el exterior, de características ignífugas y con aislamiento acústico. De esta manera, queda separado el sector de venta de entradas y se evita la doble fila en el acceso.
El interior de la sala también presenta otra distribución: el espacio que estaba ocupado por la puerta principal de vidrio, ahora es la nueva sala de proyección, cuyos equipos (asignados por el Incaa, con una inversión de $2,2 millones), están prestos a llegar, según le explicó a LA GACETA Susana Robles, directora técnica del Ente Cultural. “Existe la necesidad de una ubicación central del proyector con respecto a la pantalla de proyección móvil en el escenario. Aquí también se instalará el sistema de sonido y, en otra habitación, se encuentra el área de lavado de lentes utilizados en la proyección 3D”, detalló.
De este modo, se confirma que la Orestes Caviglia servirá a futuro tanto para el teatro como para el cine, decisión que generó una fuerte polémica con distintos teatristas (encabezada por Cristina Hynes O’Connor) que advirtieron que compartir el lugar afectará sensiblemente a los elencos, en especial al Teatro Estable.
Robles presentó el proyecto y detalló los aspectos de las obras civiles encaradas por la Provincia, en las que se invirtió $1,2 millón. La sala pasará de tener 178 butacas a 195, las que han sido arregladas y retapizadas; incluso, informó que el teatro Mercedes Sosa le facilitó algunos asientos. Además, hay un área reservada para ubicar las sillas de rueda.
“Hay varias cosas que faltan, como la alfombra, pero estamos dependiendo de nuestros proveedores”, reconoció, ante el desorden y el caos con que se encuentra en el interior del edificio.
Pero, casi como para exhibir “la joyita” de estos trabajos, se pueden observar los nuevos camerinos, que tienen gran comodidad, ducha y agua caliente. La modernización de estos lugares fue una de las grandes demandas de los elencos. Los baños para el público también son nuevos, aunque están situados en el espacio de siempre.
Se abre una puerta y el Ballet Contemporáneo está ensayando en la sala Luis Giraud. “Fijate en el suelo; desde hace algunas semanas pusimos piso flotante para cuidar a los actores y bailarines”, comentó Robles. En los próximos días se instalará una nueva y llamativa marquesina y se terminará de ordenar una pequeña salita, a la izquierda, que servirá para exposiciones artísticas.
Mientras, los obreros trabajan sin descanso: lijan los pisos y barnizan las paredes de la sala. Todavía queda mucho trabajo por terminar, y el reloj avanza sin dar tregua. La reapertura, en 18 días, cerrará el ciclo de trabajos que se abrió en diciembre del año pasado, exactos nueve meses de embarazo para parir la remodelación.
Por primera vez en la historia se ha encarado una amplia refacción en el subsuelo del edificio que se construyó en 1970 como Casa de la Cultura y que, según los arquitectos, pertenece al estilo neobrutalista de mediados del siglo pasado. La actual sede del Ente Cultural de Tucumán fue declarada “Bien del Patrimonio Cultural” por la Ley N° 7.535, y está construida en hormigón.
En los papeles, se propone una verdadera modernización de la sala, con cambios importantes para transformarse en Espacio del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y proyectar películas nacionales. Entre los más notorios está la reubicación de la boletería, que hasta ahora estaba al lado del ingreso principal, descendiendo las escaleras, pero pasará a instalarse arriba, dentro del tambor de metal que supo cobijar una puerta giratoria hace tiempo.
Esta mudanza permitirá que el acceso a la sala sea directo apenas se bajan las escaleras. Así, la vieja puerta de vidrio ubicada al centro ya no existe y se montó una puerta doble lateral, de madera, con apertura hacia el exterior, de características ignífugas y con aislamiento acústico. De esta manera, queda separado el sector de venta de entradas y se evita la doble fila en el acceso.
El interior de la sala también presenta otra distribución: el espacio que estaba ocupado por la puerta principal de vidrio, ahora es la nueva sala de proyección, cuyos equipos (asignados por el Incaa, con una inversión de $2,2 millones), están prestos a llegar, según le explicó a LA GACETA Susana Robles, directora técnica del Ente Cultural. “Existe la necesidad de una ubicación central del proyector con respecto a la pantalla de proyección móvil en el escenario. Aquí también se instalará el sistema de sonido y, en otra habitación, se encuentra el área de lavado de lentes utilizados en la proyección 3D”, detalló.
De este modo, se confirma que la Orestes Caviglia servirá a futuro tanto para el teatro como para el cine, decisión que generó una fuerte polémica con distintos teatristas (encabezada por Cristina Hynes O’Connor) que advirtieron que compartir el lugar afectará sensiblemente a los elencos, en especial al Teatro Estable.
Robles presentó el proyecto y detalló los aspectos de las obras civiles encaradas por la Provincia, en las que se invirtió $1,2 millón. La sala pasará de tener 178 butacas a 195, las que han sido arregladas y retapizadas; incluso, informó que el teatro Mercedes Sosa le facilitó algunos asientos. Además, hay un área reservada para ubicar las sillas de rueda.
“Hay varias cosas que faltan, como la alfombra, pero estamos dependiendo de nuestros proveedores”, reconoció, ante el desorden y el caos con que se encuentra en el interior del edificio.
Pero, casi como para exhibir “la joyita” de estos trabajos, se pueden observar los nuevos camerinos, que tienen gran comodidad, ducha y agua caliente. La modernización de estos lugares fue una de las grandes demandas de los elencos. Los baños para el público también son nuevos, aunque están situados en el espacio de siempre.
Se abre una puerta y el Ballet Contemporáneo está ensayando en la sala Luis Giraud. “Fijate en el suelo; desde hace algunas semanas pusimos piso flotante para cuidar a los actores y bailarines”, comentó Robles. En los próximos días se instalará una nueva y llamativa marquesina y se terminará de ordenar una pequeña salita, a la izquierda, que servirá para exposiciones artísticas.
Mientras, los obreros trabajan sin descanso: lijan los pisos y barnizan las paredes de la sala. Todavía queda mucho trabajo por terminar, y el reloj avanza sin dar tregua. La reapertura, en 18 días, cerrará el ciclo de trabajos que se abrió en diciembre del año pasado, exactos nueve meses de embarazo para parir la remodelación.
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