20 Agosto 2014
Compartir espacio con los humanos acarrea a las palomas muchos detractores. Y a los hombres, demasiados dolores de cabeza. Algunos las comparan con ratas voladoras y otros con ángeles caídos. Por eso muchos les dan muerte en forma cruel o a las alimentan de manera amorosa. Pero lo cierto es que las palomas se han convertido en una verdadera plaga. No sólo en la ciudad, sino también en el campo. Los expertos aseguran que el problema de las palomas es su excesivo número. Y -lo cual es aún más preocupante- no hay ningún plan para enfrentarlas. En nuestra ciudad, por ejemplo, estas aves que acompañaron a Noé, provocan serios inconvenientes en muchos edificios, monumentos, plazas, parques e iglesias, tanto por sus nidos como por sus heces. Según los especialistas las palomas proliferan porque no tienen muchos predadores. También porque tienen a disposición una gran cantidad de comida. A esto hay que agregarle su capacidad de reproducción increíble: tarda sólo 18 días en incubar y al cabo de cinco semanas puede dar cría. Ese proceso se repite cada dos meses, de allí su gran poder de expansión. Además, no tiene inconvenientes en adaptarse a la ciudad: cuentan con todo lo que necesitan: agua, alimento y lugares adonde anidar. Claro que éste no es sólo un problema de Tucumán. Muchas grandes ciudades del mundo tienen una abundancia de palomas en sus plazas, parques y edificios públicos. De hecho, la plaza San Marcos en Venecia, no sería la misma sin su millar de palomas. El problema es que estas lindas aves pueden transmitir muchas enfermedades: salmonelosis, aspergilosis y ornitosis (conocida como psitacosis), entre otras. También tienen parásitos, hongos y bacterias. De manera que, entrar en contacto con estas aves y con su materia fecal, es realmente peligroso.
En el campo sucede algo similar. La sobrepoblación de un tipo de palomas denominadas torcazas, está haciendo estragos en los campos de soja, maíz y trigo. La expansión de la agricultura, los sistemas de engorde a corral y la siembra directa que les brindan alimento en grandes proporciones y de manera constante todo el año, incentivan la proliferación de estas aves. El ataque se da mucho en la soja en estado de emergencia, y en el girasol y el sorgo en maduración; pero también se vio en el trigo. Esta problemática se analiza en diferentes congresos y convenciones sobre producción de granos, ya que es una plaga que todavía no se sabe, a ciencia cierta, cómo manejarla. De hecho, no hay un plan preciso para frenar la expansión de estas aves; sólo hay recomendaciones que los productores pueden poner en práctica. Por eso urge que el gobierno considere, de una buena vez, la posibilidad de poner en práctica un plan de control efectivo. Tanto en la ciudad, como en el campo. En Barcelona, Basilea (Suiza) y París, por ejemplo, se han implementado planes efectivos para controlar la nidación, que incluye también la participación de los ciudadanos. Esta estrategia consiste en instalar “palomares ecológicos” alejados de los núcleos urbanos. En ellos se colocan huevos falsos para conseguir que las aves se queden en estos palomares y no acudan a la ciudad. De esta manera se consiguió reducir la población de palomas en un 50%. También se realizan campañas de concientización para que la gente no las alimente en las plazas y parques. Porque, si bien las palomas siguen siendo para todo el mundo el símbolo de la paz, en las ciudades como Tucumán, también simbolizan discordia.
En el campo sucede algo similar. La sobrepoblación de un tipo de palomas denominadas torcazas, está haciendo estragos en los campos de soja, maíz y trigo. La expansión de la agricultura, los sistemas de engorde a corral y la siembra directa que les brindan alimento en grandes proporciones y de manera constante todo el año, incentivan la proliferación de estas aves. El ataque se da mucho en la soja en estado de emergencia, y en el girasol y el sorgo en maduración; pero también se vio en el trigo. Esta problemática se analiza en diferentes congresos y convenciones sobre producción de granos, ya que es una plaga que todavía no se sabe, a ciencia cierta, cómo manejarla. De hecho, no hay un plan preciso para frenar la expansión de estas aves; sólo hay recomendaciones que los productores pueden poner en práctica. Por eso urge que el gobierno considere, de una buena vez, la posibilidad de poner en práctica un plan de control efectivo. Tanto en la ciudad, como en el campo. En Barcelona, Basilea (Suiza) y París, por ejemplo, se han implementado planes efectivos para controlar la nidación, que incluye también la participación de los ciudadanos. Esta estrategia consiste en instalar “palomares ecológicos” alejados de los núcleos urbanos. En ellos se colocan huevos falsos para conseguir que las aves se queden en estos palomares y no acudan a la ciudad. De esta manera se consiguió reducir la población de palomas en un 50%. También se realizan campañas de concientización para que la gente no las alimente en las plazas y parques. Porque, si bien las palomas siguen siendo para todo el mundo el símbolo de la paz, en las ciudades como Tucumán, también simbolizan discordia.
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