Por Manuel Cardozo
18 Agosto 2014
TACKLEADO. El centro de Universitario, Javier Rojas, intenta escaparse del tackle de un jugador del Santiago Lawn Tennis. la gaceta / foto de osvaldo ripoll
En esto no hay dobles lecturas: al Súper 8 hay que entrar ganando. Como en todo, el que pega primero, pega dos veces, y tal es el castigo que recibe el primereado. En este caso, Universitario hizo ni más ni menos lo que debía: hacerse respetar en su cancha y sumar cuando menos de a cuatro frente al un rival complicado como Santiago Lawn Tennis, que sabe aprovechar cuando se le dejan espacios libres.
En esos primeros 20 minutos, las “serpientes” atacaron a su presa con insistencia, y en dos incursiones más allá de mitad de cancha, llegaron a zona de apoyo. Gastón Plaza y José Caro, más la conversión de Juan Rodríguez, redondearon el 17-0 parcial para los de Ojo de Agua, que lo tenían merecido. Estaba claro que no querían sorpresas, y la intención era definir el juego sin darle respiro a su rival. El equipo santiagueño, sintiendo el sometimiento, se olvidó de su buen manejo de pelota y se resignó a esperar en su campo.
Las cartas de la “U” no salían de lo convencional, con un sólido scrum, un line con variantes y el volumen de juego necesario para habilitar a sus tres cuartos, quienes a su vez buscaron utilizar el ancho de la cancha.
Los visitantes tardaron en encontrar la fórmula para contrarrestar ese combo, y para colmo sus pateadores estuvieron erráticos, fallando cuatro envíos hacia los palos. Dar esa ventaja en partidos del Super 8 es caminar sobre la cornisa con los ojos vendados.
El correr de los minutos, fue acomodando las cargas y los visitantes comenzaron a aprovechar algunos desaciertos de los locales, pero les faltó hilar fino en los últimos metros, buscando una mayor profundidad en la ofensiva.
El funcionamiento de Uni disminuyo sobre el final de la primera parte y el “tennis” se dió cuenta; por eso, en la reanudación del partido, atacó emparejando el scrum y sacando la pelota rápida, pero le faltó profundidad en los últimos metros. La “U” tuvo la oportunidad y no la desperdició: cuando parecía estar sin reacción, vino un contragolpe en el que Martín Nieva, con su velocidad y ambición goleadora, hundió cualquier posibilidad de cambio. Para las “serpientes”, fue solo cuestión de mantener el control de la situación un rato más. Ahora, a pensar en “huira”.
En esos primeros 20 minutos, las “serpientes” atacaron a su presa con insistencia, y en dos incursiones más allá de mitad de cancha, llegaron a zona de apoyo. Gastón Plaza y José Caro, más la conversión de Juan Rodríguez, redondearon el 17-0 parcial para los de Ojo de Agua, que lo tenían merecido. Estaba claro que no querían sorpresas, y la intención era definir el juego sin darle respiro a su rival. El equipo santiagueño, sintiendo el sometimiento, se olvidó de su buen manejo de pelota y se resignó a esperar en su campo.
Las cartas de la “U” no salían de lo convencional, con un sólido scrum, un line con variantes y el volumen de juego necesario para habilitar a sus tres cuartos, quienes a su vez buscaron utilizar el ancho de la cancha.
Los visitantes tardaron en encontrar la fórmula para contrarrestar ese combo, y para colmo sus pateadores estuvieron erráticos, fallando cuatro envíos hacia los palos. Dar esa ventaja en partidos del Super 8 es caminar sobre la cornisa con los ojos vendados.
El correr de los minutos, fue acomodando las cargas y los visitantes comenzaron a aprovechar algunos desaciertos de los locales, pero les faltó hilar fino en los últimos metros, buscando una mayor profundidad en la ofensiva.
El funcionamiento de Uni disminuyo sobre el final de la primera parte y el “tennis” se dió cuenta; por eso, en la reanudación del partido, atacó emparejando el scrum y sacando la pelota rápida, pero le faltó profundidad en los últimos metros. La “U” tuvo la oportunidad y no la desperdició: cuando parecía estar sin reacción, vino un contragolpe en el que Martín Nieva, con su velocidad y ambición goleadora, hundió cualquier posibilidad de cambio. Para las “serpientes”, fue solo cuestión de mantener el control de la situación un rato más. Ahora, a pensar en “huira”.