18 Agosto 2014
GRAN MOMENTO. Pedro Nuova y Osvaldo Trapani concluyen la carrera de la mano.
El día se prestaba, ¿por qué no pasar un domingo en familia diferente? Miles de tucumanos se hicieron la misma pregunta, cargaron la conservadora al auto; pusieron la carne y la parrilla. Entonces partieron rumbo al Siambón, sitio de llegada del 21° Trasmontaña que ayer se corrió en Tucumán.
La ruta a Tapia, Raco y El Siambón fue ayer la ruta de la alegría, la ruta de la familia, los amigos y los amantes del deporte en una de sus versiones más extremas y gratificantes. Todos ellos les hicieron el aguante a los más de 3.000 bikers que se inscribieron para disfrutar de una competencia única en Argentina. Aunque para llegar al punto final hubo que ser paciente, ya que el camino por momentos colapsó de visitantes movilizados.
Las parrillas de asado humeantes le pusieron olor a la carrera, que ya contaba con un escenario de montaña y sol a pleno que invitaba a disfrutar el día. Fue el combo perfecto. Más los puestos que los organizadores de las competencias distribuyeron para saciar los gustos de los miles.
Y los tucumanos no estuvieron solos en su gran día, ya que cada corredor de otra provincia o país tuvo al resto de su equipo esperando en carpas listas para recibirlos con bebidas hidratantes, almuerzo y camaradería de sobra.
Pero la solidaridad no estuvo sólo en El Siambón: se distribuyó a lo largo del circuito que marcaba la competencia. La Sala, por ejemplo, fue punto de abastecimiento para los bikers que recibieron de su propia gente y de extraños, agua y frutas para recargar fuerzas en plena carrera.
“El nuestro es un trabajo vital, importante para ellos”, dice Pablo Helguera, casi sin tiempo para hablarle al grabador. “Hay partes en las que pasan muchos juntos y entonces ahí se complica”, cuenta el joven amigo del dueño de la empresa de servicios de mantenimiento y limpieza que estableció cuatro puntos de abastecimiento a lo largo de la ruta y que también se encargó de dejar en condiciones el lugar tras la finalización de la carrera.
Pablo no corre pero casi que se mueve tanto como los bikers. “A mi y a otros amigos nos tocó el trabajo pesado, ja. Pero vamos haciendo lo que podemos”, recalca mientras no para de sacar vasos y botellas con agua para los ciclistas que pasan por el lugar pidiendo (algunos a los gritos) por un poco de hidratación.
Que su trabajo vale la pena, recalca mientras puede Pablo, y reconoce la buena onda de los bikers al pasar por el lugar. “Ellos son muy amables y así se hace lindo el laburo. A la vez sabés que los estás ayudando a que puedan llegar a su objetivo”, sostiene entendiendo que su acción quizás resuma el espíritu solidario del Trasmontaña, y que al finalizar la carrera le tocará tomar agua a él, también agotado, e igual de feliz.
La ruta a Tapia, Raco y El Siambón fue ayer la ruta de la alegría, la ruta de la familia, los amigos y los amantes del deporte en una de sus versiones más extremas y gratificantes. Todos ellos les hicieron el aguante a los más de 3.000 bikers que se inscribieron para disfrutar de una competencia única en Argentina. Aunque para llegar al punto final hubo que ser paciente, ya que el camino por momentos colapsó de visitantes movilizados.
Las parrillas de asado humeantes le pusieron olor a la carrera, que ya contaba con un escenario de montaña y sol a pleno que invitaba a disfrutar el día. Fue el combo perfecto. Más los puestos que los organizadores de las competencias distribuyeron para saciar los gustos de los miles.
Y los tucumanos no estuvieron solos en su gran día, ya que cada corredor de otra provincia o país tuvo al resto de su equipo esperando en carpas listas para recibirlos con bebidas hidratantes, almuerzo y camaradería de sobra.
Pero la solidaridad no estuvo sólo en El Siambón: se distribuyó a lo largo del circuito que marcaba la competencia. La Sala, por ejemplo, fue punto de abastecimiento para los bikers que recibieron de su propia gente y de extraños, agua y frutas para recargar fuerzas en plena carrera.
“El nuestro es un trabajo vital, importante para ellos”, dice Pablo Helguera, casi sin tiempo para hablarle al grabador. “Hay partes en las que pasan muchos juntos y entonces ahí se complica”, cuenta el joven amigo del dueño de la empresa de servicios de mantenimiento y limpieza que estableció cuatro puntos de abastecimiento a lo largo de la ruta y que también se encargó de dejar en condiciones el lugar tras la finalización de la carrera.
Pablo no corre pero casi que se mueve tanto como los bikers. “A mi y a otros amigos nos tocó el trabajo pesado, ja. Pero vamos haciendo lo que podemos”, recalca mientras no para de sacar vasos y botellas con agua para los ciclistas que pasan por el lugar pidiendo (algunos a los gritos) por un poco de hidratación.
Que su trabajo vale la pena, recalca mientras puede Pablo, y reconoce la buena onda de los bikers al pasar por el lugar. “Ellos son muy amables y así se hace lindo el laburo. A la vez sabés que los estás ayudando a que puedan llegar a su objetivo”, sostiene entendiendo que su acción quizás resuma el espíritu solidario del Trasmontaña, y que al finalizar la carrera le tocará tomar agua a él, también agotado, e igual de feliz.