06 Agosto 2014
EXPECTANTE. Juan Imbert sólo quiere que llegue el domingo y Atlético juegue.
En esa idea fresca y atrevida de Héctor Rivoira de copar su mediocampo con oficio, velocidad y delanteros con manejo claro del balón, Juan Martín Imbert se encontró con una función prácticamente nueva en su vida de chico de área y surcador de los últimos metros del perímetro rival.
“Chulo” propuso y el tucumano dispuso. “Me pidió encargarme del carril derecho, de cuidar la banda y después, no bien recuperemos el balón, mostrarme como una opción de salida rápida en el contraataque”, explica el ex Boca, de raíces norteñas y con su acento tucumano intacto.
El tiempo fuera de casa entre La Ribera y su último paso por Aldosivi (Mar del Plata) no cortaron el lazo que une al punta con la provincia. Imbert está en un momento pleno, óptimo, independientemente de rol que le tocará desarrollar el domingo. De los recién llegados y con posibilidad de estar en la batalla, Juan debe ser uno de los primeros en el ranking de ansiedad. Motivos, le sobran. Es hincha de Atlético y pisar el Monumental tiene un precio extra para él en esta oportunidad.
Imbert absorbe su cuaresma futbolística durmiendo con los botines puestos. “Ja, la verdad que sí. Pienso mucho en la posibilidad de jugar en cancha de Atlético con la hinchada apoyándonos. Pero a su vez estoy tranquilo”, asegura quien contará con aguante e hinchada propia. “Mi familia y mis amigos me van a acompañar todo el campeonato, son hinchas de Atlético. Después de tantos años, que los míos tengan posibilidad de verme jugar, es único. Espero hacerlo bien”, se ilusiona Juan e intenta hacer equilibrio ante la tan temida volatilidad de la presión. “Estar tranquilo me ayudará. Debo estar a la altura del equipo”.
Su previa tiene estilo de volcán en erupción. Demasiadas emociones juntas, razón por la cual intenta anularse dentro de una burbuja de paz en las horas previas. “Trato de no hablar mucho del tema, mi gente lo sabe y no me pregunta al respecto tampoco, je”.
Así como dijo antes de uno de los clásicos de invierno, Imbert volverá a sentir esa sensación que pocos tiene la suerte de: jugar por y para la felicidad del hincha teniendo el corazón celeste y blanco.
“Chulo” propuso y el tucumano dispuso. “Me pidió encargarme del carril derecho, de cuidar la banda y después, no bien recuperemos el balón, mostrarme como una opción de salida rápida en el contraataque”, explica el ex Boca, de raíces norteñas y con su acento tucumano intacto.
El tiempo fuera de casa entre La Ribera y su último paso por Aldosivi (Mar del Plata) no cortaron el lazo que une al punta con la provincia. Imbert está en un momento pleno, óptimo, independientemente de rol que le tocará desarrollar el domingo. De los recién llegados y con posibilidad de estar en la batalla, Juan debe ser uno de los primeros en el ranking de ansiedad. Motivos, le sobran. Es hincha de Atlético y pisar el Monumental tiene un precio extra para él en esta oportunidad.
Imbert absorbe su cuaresma futbolística durmiendo con los botines puestos. “Ja, la verdad que sí. Pienso mucho en la posibilidad de jugar en cancha de Atlético con la hinchada apoyándonos. Pero a su vez estoy tranquilo”, asegura quien contará con aguante e hinchada propia. “Mi familia y mis amigos me van a acompañar todo el campeonato, son hinchas de Atlético. Después de tantos años, que los míos tengan posibilidad de verme jugar, es único. Espero hacerlo bien”, se ilusiona Juan e intenta hacer equilibrio ante la tan temida volatilidad de la presión. “Estar tranquilo me ayudará. Debo estar a la altura del equipo”.
Su previa tiene estilo de volcán en erupción. Demasiadas emociones juntas, razón por la cual intenta anularse dentro de una burbuja de paz en las horas previas. “Trato de no hablar mucho del tema, mi gente lo sabe y no me pregunta al respecto tampoco, je”.
Así como dijo antes de uno de los clásicos de invierno, Imbert volverá a sentir esa sensación que pocos tiene la suerte de: jugar por y para la felicidad del hincha teniendo el corazón celeste y blanco.
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