Hacinados y sin escapatoria

Hacinados y sin escapatoria

04 Agosto 2014

Shabtai Gold y Alexandra Rojkov - Agencia DPA

GAZA.- Mohammed no puede pensar en otra cosa que no sea la muerte. Hasta cuando sueña. Se ve a él mismo muriendo. Mohammed al-Hilu tiene 9 años y vive en Gaza, esa franja costera que el Ejército israelí bombardea desde hace cuatro semanas. La muerte le llevó parientes, amigos y vecinos. ¿Por qué no le iba a tocar a él? Así que Mohamed está a la espera.

Vive con su familia en una escuela de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos con 800 personas más. Las risas infantiles se entremezclan con las preocupaciones de los adultos. Por la noche reina la calma. Yacen en los colchones repartidos por las aulas y esperan que la lluvia de misiles pase de largo. Unas 250.000 personas buscaron la protección de las instalaciones de ese tipo de escuelas. El total de desplazados internos según la ONU, es casi una cuarta parte del 1,8 millón de palestinos obligados a huir de Gaza. Sin embargo, no pueden salir de allí: Israel permite casos excepcionales y Egipto cerró su frontera. “No hay ningún lugar que sea seguro”, dice un colaborador de la Cruz Roja.

La ONU reparte alimentos, agua y remedios, pero el conflicto los llevó también a una situación límite: apenas hay electricidad y el agua escasea. Y las enfermedades amenazan con tantas personas en un espacio pequeño. Ya hay casos de sarna. “Vivimos como animales”, afirma Riad al-Hilu, padre de Mohammed. Hace 10 días que no se ducha. Por seguridad, no puede abandonar la escuela de la ONU.

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