Por Juan Pablo Durán
02 Agosto 2014
El pedido que a viva voz realizó el intendente Domingo Amaya para que el próximo año se implemente el voto electrónico podría simplificarse con la siguiente lectura política: el jefe municipal ha decidido lanzarse al ruedo en 2015 para intentar arrebatarle el poder al alperovichismo. Pero sabe que la única manera de consolidar un proyecto político a futuro es subiéndose al ring y peleando por el cinturón de campeón. Aunque para que esto ocurra es necesario -especulan en su entorno- que el terreno le sea propicio. Paradójicamente, el actual sistema electoral que le posibilitó a Amaya ganar elecciones en 2007 y 2011 puede convertirse, el próximo año, en una filosa espada de Damocles.
Amaya le teme a la estructura alperovichista. Y también a las viejas mañas que él y sus lugartenientes territoriales supieron usufructuar durante el último decenio. En el amayismo son conscientes de que el actual escenario electoral es desfavorable a sus intereses electoralistas. Saben que la maquinaria alperovichista fue capaz, hasta aquí, de doblegar a cualquier oponente. Cual dirigente opositor, Amaya develó su estrategia y decidió abrir el paraguas antes de que llueva.
Amaya le teme a la estructura alperovichista. Y también a las viejas mañas que él y sus lugartenientes territoriales supieron usufructuar durante el último decenio. En el amayismo son conscientes de que el actual escenario electoral es desfavorable a sus intereses electoralistas. Saben que la maquinaria alperovichista fue capaz, hasta aquí, de doblegar a cualquier oponente. Cual dirigente opositor, Amaya develó su estrategia y decidió abrir el paraguas antes de que llueva.
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