28 Julio 2014
MISTERIOSO TESTAMENTO. En “Becoming Jane”, la actriz Anne Hathaway interpretó a la atormentada autora de “Orgullo y prejuicio”.
En abril de 1817, sin ninguna razón lógica, la atormentada Jane Austen decidió escribir su testamento. Lo hizo en una noche de lluvia tormentosa, en el mismo escritorio en el que había plasmado sus famosas novelas. Frente al cuaderno de tapas duras y hojas apergaminadas había colocado un retrato de su madre, una lámpara de aceite aromático que apenas iluminaba la habitación y un ramo de rosas tudor, la flor típica de Inglaterra. Escribió casi de corrido, sin correcciones, ni tachaduras. Sólo una mancha de tinta -siempre roja, a la usanza de los viejos poetas ingleses- consiguió romper la pureza de aquel papel. En ese texto concebido a hurtadillas, Austen dejó establecido que todas sus posesiones debían ser entregadas a su “queridísima” hermana Cassandra, a quien también nombró albacea de su obra. Tres meses después, la escritora murió en los brazos de aquella hermana, sin que quedara ningún registro médico de su dolencia.
Hoy, a 140 años de aquella partida (se cumplieron el pasado 18 de julio), los últimos días de la escritora más famosa del romanticismo siguen siendo un completo misterio. Ella, que había hecho del amor un protagonista casi excluyente de sus historias y que, sin embargo, murió soltera a los 42 años, ni siquiera dejó constancia de haber amado a alguien con todas sus fuerzas. Por el contrario, vivió casi ascéticamente en una sociedad regida por reglas ajustadas, tal como ella misma las pintó en sus novelas.
El comienzo
Jane había nacido en 1775 y era la séptima hija de un párroco anglicano de Steventon (Hampshire). Creció junto a su única hermana mujer, Cassandra, entre la campiña inglesa y las bucólicas tardes del pueblo. En 1785 las hermanas ingresaron a un riguroso internado de Reading, lugar que años después Jane retrató en su novela “Emma”. Allí recibieron una educación estricta, basada en los ajustados convencionalismos de la época. Una época que constituía una suerte de puente entre el período georgiano y el victoriano. Sin embargo, en su obra Austen se esfuerza más por describir la sociedad rural georgiana que los cambios que estaba sufriendo con la llegada de la modernidad. “Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, del canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo”, escribió en “Emma”.
No fue sino hasta 1795 que Jane comenzó a esbozar los borradores de sus aclamadas novelas “Orgullo y prejuicio” y “Sensatez y sentimiento”. Sin embargo, contrariamente a lo que sucedía en sus libros, no hay evidencias de que Jane haya sido cortejada por ningún hombre. A los 20 años tuvo un ligero affaire con Thomas Lefroy, un irlandés pariente de una amiga de Jane, pero esa relación no prosperó.
En 1800 su padre decidió retirarse a Bath, ciudad que Jane no apreciaba mucho, posiblemente a causa de sus aguas termales. Mientras vivían allí, la familia solía ir a la costa todos los veranos para descansar. Fue precisamente en una de esas vacaciones cuando Jane conoció a un hombre que se enamoró de ella y cuyo nombre nunca trascendió. Al partir, ambos decidieron volver a verse. Ella estaba deslumbrada por su hidalguía y él, por su inteligencia. Sin embargo, jamás se encontraron de nuevo: un accidente acabó con la vida de aquel joven anónimo sin que nadie pudiera dar detalles de él. Lo que se conoce de esta historia no aparece en ninguna de las cartas de Jane. Al parecer Cassandra le contó la anécdota a sus sobrinas, y sólo años después de la muerte de Jane fue puesto por escrito. No se sabe hasta qué punto pudo esto afectar a la escritora.
Dos años después, Jane conoció al noble inglés Harris Bigg-Wither, quien luego de un breve cortejo pidió su mano. Y ella, sorpresivamente, aceptó. Cuentan que la escritora pasó esa noche en vela, sopesando todo el asunto, pues el joven Harris era menor que ella y no muy brillante intelectualmente. A la mañana siguiente, misteriosamente, Jane rompió el compromiso. Jamás se supo a quien amó en realidad. Y, si hubo alguien, ella se encargó de mantenerlo en secreto.
Cambio de vida
En 1805, con la muerte de su padre, la condición económica de Jane, de su hermana y de su madre se volvió precaria. Todo lo que habían tenido provenía de lo que el padre recibía como rentas vitalicias. Así era la dependencia económica femenina en aquella época. Como pudieron, los hermanos varones se organizaron e hicieron su contribución para dar alguna asignación anual para su madre y sus hermanas, quienes debían aprender a ajustarse a un ingreso aún más moderado. Jane optó entonces por publicar sus novelas: primero “Sensatez y sentimiento” y luego “Orgullo y prejuicio”. Ambas le valieron cierta fama, aunque la situación económica no cambió demasiado para ella.
En 1816, se presentaron los primeros síntomas de una extraña enfermedad que Jane, al principio se negó a tratar. Padecía de constantes desmayos, cansancio crónico, fiebre y cambios de coloración en la piel. Cuando ya no pudo sostener la pluma en la mano, decidió consultar a un médico, aunque jamás pudieron darle un diagnóstico preciso. Se cree que probablemente padecía la Enfermedad de Addison, una afección de los riñones ocasionada por el bacilo de la tuberculosis. Sin embargo, recientes estudios aseguran que Jane padeció de envenenamiento con arsénico, producto que en aquella época se usaba frecuentemente para el tratamiento del reuma.
Semejante revelación no opaca la enorme trascendencia que tiene la obra de Austen. De hecho, sus obras han tenido un éxito enorme también en el cine. Las premiadas “Orgullo y prejuicio” (con Keira Knightley y Matthew Macfadyen) y “Sensatez y sentimiento” (con Emma Thompson y Kate Winslet) son una prueba de ello. Pero, además, la lectura de sus novelas es un placer que vale la pena frecuentar. Allí la encontraremos a ella misma; ya no como esa escritora que no quería que le arreglen la puerta de su casa porque al escucharla chirriar sabía que llegaban visitas, sino como Elizabeth Bennet o Elinor Dashwood. Ellas son las que mantienen vivo su obstinado secreto.
Sus libros
Sensatez y sentimiento (1811)
El derrotero amoroso de dos hermanas que tienen temperamentos opuestos.
Orgullo y prejuicio (1813)
Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, cada uno a su manera, deben madurar para superar el orgullo de clase de Darcy y los prejuicios de Elizabeth hacia él.
Mansfield Park (1814)
La vida y amores de una joven de clase baja, criada por unos tíos de clase alta y unos odiosos primos que le hacen todo difícil.
Hoy, a 140 años de aquella partida (se cumplieron el pasado 18 de julio), los últimos días de la escritora más famosa del romanticismo siguen siendo un completo misterio. Ella, que había hecho del amor un protagonista casi excluyente de sus historias y que, sin embargo, murió soltera a los 42 años, ni siquiera dejó constancia de haber amado a alguien con todas sus fuerzas. Por el contrario, vivió casi ascéticamente en una sociedad regida por reglas ajustadas, tal como ella misma las pintó en sus novelas.
El comienzo
Jane había nacido en 1775 y era la séptima hija de un párroco anglicano de Steventon (Hampshire). Creció junto a su única hermana mujer, Cassandra, entre la campiña inglesa y las bucólicas tardes del pueblo. En 1785 las hermanas ingresaron a un riguroso internado de Reading, lugar que años después Jane retrató en su novela “Emma”. Allí recibieron una educación estricta, basada en los ajustados convencionalismos de la época. Una época que constituía una suerte de puente entre el período georgiano y el victoriano. Sin embargo, en su obra Austen se esfuerza más por describir la sociedad rural georgiana que los cambios que estaba sufriendo con la llegada de la modernidad. “Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, del canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo”, escribió en “Emma”.
No fue sino hasta 1795 que Jane comenzó a esbozar los borradores de sus aclamadas novelas “Orgullo y prejuicio” y “Sensatez y sentimiento”. Sin embargo, contrariamente a lo que sucedía en sus libros, no hay evidencias de que Jane haya sido cortejada por ningún hombre. A los 20 años tuvo un ligero affaire con Thomas Lefroy, un irlandés pariente de una amiga de Jane, pero esa relación no prosperó.
En 1800 su padre decidió retirarse a Bath, ciudad que Jane no apreciaba mucho, posiblemente a causa de sus aguas termales. Mientras vivían allí, la familia solía ir a la costa todos los veranos para descansar. Fue precisamente en una de esas vacaciones cuando Jane conoció a un hombre que se enamoró de ella y cuyo nombre nunca trascendió. Al partir, ambos decidieron volver a verse. Ella estaba deslumbrada por su hidalguía y él, por su inteligencia. Sin embargo, jamás se encontraron de nuevo: un accidente acabó con la vida de aquel joven anónimo sin que nadie pudiera dar detalles de él. Lo que se conoce de esta historia no aparece en ninguna de las cartas de Jane. Al parecer Cassandra le contó la anécdota a sus sobrinas, y sólo años después de la muerte de Jane fue puesto por escrito. No se sabe hasta qué punto pudo esto afectar a la escritora.
Dos años después, Jane conoció al noble inglés Harris Bigg-Wither, quien luego de un breve cortejo pidió su mano. Y ella, sorpresivamente, aceptó. Cuentan que la escritora pasó esa noche en vela, sopesando todo el asunto, pues el joven Harris era menor que ella y no muy brillante intelectualmente. A la mañana siguiente, misteriosamente, Jane rompió el compromiso. Jamás se supo a quien amó en realidad. Y, si hubo alguien, ella se encargó de mantenerlo en secreto.
Cambio de vida
En 1805, con la muerte de su padre, la condición económica de Jane, de su hermana y de su madre se volvió precaria. Todo lo que habían tenido provenía de lo que el padre recibía como rentas vitalicias. Así era la dependencia económica femenina en aquella época. Como pudieron, los hermanos varones se organizaron e hicieron su contribución para dar alguna asignación anual para su madre y sus hermanas, quienes debían aprender a ajustarse a un ingreso aún más moderado. Jane optó entonces por publicar sus novelas: primero “Sensatez y sentimiento” y luego “Orgullo y prejuicio”. Ambas le valieron cierta fama, aunque la situación económica no cambió demasiado para ella.
En 1816, se presentaron los primeros síntomas de una extraña enfermedad que Jane, al principio se negó a tratar. Padecía de constantes desmayos, cansancio crónico, fiebre y cambios de coloración en la piel. Cuando ya no pudo sostener la pluma en la mano, decidió consultar a un médico, aunque jamás pudieron darle un diagnóstico preciso. Se cree que probablemente padecía la Enfermedad de Addison, una afección de los riñones ocasionada por el bacilo de la tuberculosis. Sin embargo, recientes estudios aseguran que Jane padeció de envenenamiento con arsénico, producto que en aquella época se usaba frecuentemente para el tratamiento del reuma.
Semejante revelación no opaca la enorme trascendencia que tiene la obra de Austen. De hecho, sus obras han tenido un éxito enorme también en el cine. Las premiadas “Orgullo y prejuicio” (con Keira Knightley y Matthew Macfadyen) y “Sensatez y sentimiento” (con Emma Thompson y Kate Winslet) son una prueba de ello. Pero, además, la lectura de sus novelas es un placer que vale la pena frecuentar. Allí la encontraremos a ella misma; ya no como esa escritora que no quería que le arreglen la puerta de su casa porque al escucharla chirriar sabía que llegaban visitas, sino como Elizabeth Bennet o Elinor Dashwood. Ellas son las que mantienen vivo su obstinado secreto.
Sus libros
Sensatez y sentimiento (1811)
El derrotero amoroso de dos hermanas que tienen temperamentos opuestos.
Orgullo y prejuicio (1813)
Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, cada uno a su manera, deben madurar para superar el orgullo de clase de Darcy y los prejuicios de Elizabeth hacia él.
Mansfield Park (1814)
La vida y amores de una joven de clase baja, criada por unos tíos de clase alta y unos odiosos primos que le hacen todo difícil.
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