San Martín, por Alberdi

San Martín, por Alberdi

En 1843, el tucumano al fin pudo conocerlo.

JOSÉ DE SAN MARTIN. El prócer en la foto al daguerrotipo tomada en 1848, cinco años después de su encuentro con Alberdi. El rostro ya había cambiado.  la gaceta / archivo JOSÉ DE SAN MARTIN. El prócer en la foto al daguerrotipo tomada en 1848, cinco años después de su encuentro con Alberdi. El rostro ya había cambiado. la gaceta / archivo
El 1 de septiembre de 1843, en París, el tucumano Juan Bautista Alberdi tuvo oportunidad de conocer al general José de San Martín, en casa de Manuel José de Guerrico, cinco años antes de que posara para la famosa fotografía al daguerrotipo de la ancianidad. Entró “con su sombrero en la mano, con la modestia y apocamiento del hombre común”.

Alberdi narraría sus impresiones. “Yo le esperaba más alto y no es sino un poco más alto que los hombres de mediana estatura”. Tenía “el color moreno de los temperamentos biliosos” y era “más bien delgado”. No tenía nada de grave ni de solemne: “lo hallé vivo y fácil con sus ademanes, y su marcha, aunque grave, desnuda de todo vicio de afectación”.

Le llamó la atención “su metal de voz, notablemente gruesa y varonil”. Hablaba “sin la menor afectación”. Añadía Alberdi que “su bonita y bien proporcionada cabeza, que no es grande, conserva todos sus cabellos, blancos hoy casi totalmente; no usa patilla ni bigote, a pesar de que hoy los llevan por moda hasta los más pacíficos ancianos”.

La frente “que no anuncia a un gran pensador, promete sin embargo una inteligencia clara y despejada, un espíritu deliberado y audaz”. Las “grandes cejas negras suben hasta el medio de la frente, cada vez que se abren sus ojos aún llenos del fuego de la juventud. La nariz es larga y aguileña; la boca, pequeña y ricamente dentada, es graciosa cuando sonríe; la barba es aguda”.

Cuando se paró para despedirse, cuenta Alberdi, “acepté y cerré con mis dos manos la derecha del gran hombre que había hecho vibrar la espada libertadora de Chile y el Perú”.

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