25 Julio 2014
UNA EXPERIENCIA DIFERENTE. La Ecocasa del Cadillal recibe energía solar y del viento a través de pantallas solares y por un generador eólico. la gaceta / foto de Antonio Ferroni
Vivir en una casa ecológica nos suena a cosa de locos, de hippies, de personas ajenas al mundo tecnológico, la ciudad y sus exigencias. ¿Sin boletas de luz y gas? ¿En serio? ¿Reciclando el agua de lluvia? ¿Cocinando con leña o con luz solar? ¿Cultivando los vegetales en una huerta orgánica? Sí, bueno... todo muy lindo, pero ¿es posible?
El mundo exige un cambio de conciencia. Pide a gritos que no solo nos sirvamos de él, sino también que hagamos algo para retribuírselo. “Las poblaciones y las economías en crecimiento están presionando a los sistemas ambientales hasta desestabilizar sus límites”, señala el informe Geo 5, un exhaustivo relevamiento realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Lo dice claramente: “las alteraciones de los ecosistemas pueden provocar cambios sin precedentes siendo abruptos e irreversibles”.
De a poco se pueden implementar cambios que a largo plazo harían la diferencia. En El Cadillal se encuentra la Casa Ecológica, un sitio que está abierto al público y en donde se aprende cómo una vivienda puede funcionar -y ser confortable-, pero sin dañar el Medio Ambiente.
Esta casa fue reconstruida el año pasado por la fundación Biogen en un predio cedido por el Ente de Turismo, ya que había sido saqueada por delincuentes. Es un completo ejemplo de ecotécnicas que son viables y que se pueden aplicar en cualquier lugar. Allí vive todo el año, Ariel Sáez, estudiante de Medicina y la persona encargada de recibir a los turistas, contingentes de estudiantes y cualquier curioso que quiera conocer de qué se trata.
La casa no está conectada a los servicios de electricidad, agua corriente, gas ni cloacas. Por lo que también es súper económica.
La idea de la casa surgió en 2001 y uno de sus impulsores fue Roberto Navarro, doctor en Biotecnología y profesor de la UNT. “Estamos convencidos que hay un problema educacional en ecología por eso quisimos hacer la casa. Se puede tener todos los servicios y vivir confortablemente sin contaminar”, explicó.
Luz y calor
El sol y el viento dan energía a la casa, a través de pantallas solares y un generador eólico. Es suficiente para prender la luces, enchufar una computadora y algún otro electrodoméstico. La generación de electricidad y la calefacción son responsables de más de 40% de todas las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2), según el informe de Pnuma. Disminuir estos dos ítems ayudarían serían un gran aporte.
Los muros son de barro, fibra vegetal y bagazo (residuo de caña de azúcar), tienen 40 centímetros de ancho y están todos revocados con barro y bosta de caballo. Estas características hacen que la vivienda sea antitérmica. Para los techos de chapa se reutilizaron tachos de aceite de 400 litros que se acanalaron.
Afuera el día está helado, pero con sol. El interior de la casa es tibio. Posee un sistema de calefacción pasivo (muro Trombe). Es una verdadera curiosidad, ya que esta técnica fue patentada en 1881, pero recién se la tuvo en cuenta en 1964. Sus creadores fueron el ingeniero Félix Trombe y el arquitecto Jacques Michel.
Se la realiza sobre el muro que está orientado al sol. La pared exterior se pinta de negro para absorber los rayos y se coloca un vidrio grueso a unos centímetros. Posee pequeños orificios arriba y abajo del muro para permitir el ingreso del aire caliente y la salida del frío. Se pueden encontrar tutoriales y más explicaciones en internet, ya que es una ecotécnica muy eficiente.
Agua y gas
Un tacho de 1400 litros recoge el agua de lluvia, que luego es filtrada para el consumo. El gas se obtiene de un biodigestor (un contenedor hermético que va enterrado) al que deriva la materia fecal y cuyo gas metano (se obtiene de la fermentación) se reutiliza.
Esto no es todo: hay un espacio dedicado al cultivo de vegetales, todo orgánico, donde crecen zanahorias, tomates, rúcula, acelga y espinaca, tubérculos y hierbas aromáticas. Se pueden conocer trucos para el cultivo de los vegetales. Por ejemplo, mezclar los vegetales y plantar caléndula que es un repelente natural de plagas. Además, hay un compostador para generar el hummus (fertilizante natural) que funciona con tierra, desechos orgánicos y lombrices.
Un paseo de menos de una hora te ofrece un montón de ecotécnicas para comenzar a aplicar ya. Es una experiencia ideal para compartir en familia y con los chicos.
El mundo exige un cambio de conciencia. Pide a gritos que no solo nos sirvamos de él, sino también que hagamos algo para retribuírselo. “Las poblaciones y las economías en crecimiento están presionando a los sistemas ambientales hasta desestabilizar sus límites”, señala el informe Geo 5, un exhaustivo relevamiento realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Lo dice claramente: “las alteraciones de los ecosistemas pueden provocar cambios sin precedentes siendo abruptos e irreversibles”.
De a poco se pueden implementar cambios que a largo plazo harían la diferencia. En El Cadillal se encuentra la Casa Ecológica, un sitio que está abierto al público y en donde se aprende cómo una vivienda puede funcionar -y ser confortable-, pero sin dañar el Medio Ambiente.
Esta casa fue reconstruida el año pasado por la fundación Biogen en un predio cedido por el Ente de Turismo, ya que había sido saqueada por delincuentes. Es un completo ejemplo de ecotécnicas que son viables y que se pueden aplicar en cualquier lugar. Allí vive todo el año, Ariel Sáez, estudiante de Medicina y la persona encargada de recibir a los turistas, contingentes de estudiantes y cualquier curioso que quiera conocer de qué se trata.
La casa no está conectada a los servicios de electricidad, agua corriente, gas ni cloacas. Por lo que también es súper económica.
La idea de la casa surgió en 2001 y uno de sus impulsores fue Roberto Navarro, doctor en Biotecnología y profesor de la UNT. “Estamos convencidos que hay un problema educacional en ecología por eso quisimos hacer la casa. Se puede tener todos los servicios y vivir confortablemente sin contaminar”, explicó.
Luz y calor
El sol y el viento dan energía a la casa, a través de pantallas solares y un generador eólico. Es suficiente para prender la luces, enchufar una computadora y algún otro electrodoméstico. La generación de electricidad y la calefacción son responsables de más de 40% de todas las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2), según el informe de Pnuma. Disminuir estos dos ítems ayudarían serían un gran aporte.
Los muros son de barro, fibra vegetal y bagazo (residuo de caña de azúcar), tienen 40 centímetros de ancho y están todos revocados con barro y bosta de caballo. Estas características hacen que la vivienda sea antitérmica. Para los techos de chapa se reutilizaron tachos de aceite de 400 litros que se acanalaron.
Afuera el día está helado, pero con sol. El interior de la casa es tibio. Posee un sistema de calefacción pasivo (muro Trombe). Es una verdadera curiosidad, ya que esta técnica fue patentada en 1881, pero recién se la tuvo en cuenta en 1964. Sus creadores fueron el ingeniero Félix Trombe y el arquitecto Jacques Michel.
Se la realiza sobre el muro que está orientado al sol. La pared exterior se pinta de negro para absorber los rayos y se coloca un vidrio grueso a unos centímetros. Posee pequeños orificios arriba y abajo del muro para permitir el ingreso del aire caliente y la salida del frío. Se pueden encontrar tutoriales y más explicaciones en internet, ya que es una ecotécnica muy eficiente.
Agua y gas
Un tacho de 1400 litros recoge el agua de lluvia, que luego es filtrada para el consumo. El gas se obtiene de un biodigestor (un contenedor hermético que va enterrado) al que deriva la materia fecal y cuyo gas metano (se obtiene de la fermentación) se reutiliza.
Esto no es todo: hay un espacio dedicado al cultivo de vegetales, todo orgánico, donde crecen zanahorias, tomates, rúcula, acelga y espinaca, tubérculos y hierbas aromáticas. Se pueden conocer trucos para el cultivo de los vegetales. Por ejemplo, mezclar los vegetales y plantar caléndula que es un repelente natural de plagas. Además, hay un compostador para generar el hummus (fertilizante natural) que funciona con tierra, desechos orgánicos y lombrices.
Un paseo de menos de una hora te ofrece un montón de ecotécnicas para comenzar a aplicar ya. Es una experiencia ideal para compartir en familia y con los chicos.
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