21 Julio 2014
BUENOS AIRES.- Y llegó nomás lo que se preveía por la continuidad de las políticas erráticas que siempre terminan cortando el hilo por lo más delgado. No hay forma de negar el homicidio de las fuentes de trabajo, paradojalmente en medio de un esquema globalizado donde cada vez más la interdependencia de actividades y de países es una irrefutable realidad. Brasil, el otrora principal socio de la Argentina que fue tractor de la economía local, ha elegido otras latitudes y se regodea con los BRICS, mientras el chauvinismo vernáculo sigue “disfrutando” que los vecinos quedaron en el Mundial de Fútbol debajo de los millonarios jugadores que vistieron por un puñado de días la camiseta celeste y blanca y ahora regresaron a sus palacios y salarios europeos.
El sector automotriz fue el que dio el puntapié inicial y las autoridades no han podido todavía resolver la crisis, pese a los anuncios que tienen mucho más de fantasía que de realidad. Los despidos en algunas autopartistas ya han superado el centenar, y sumados pueden mostrar una cifra escalofriante. Desde el año pasado hasta el presente las cesantías y las suspensiones se han multiplicado en varios millares, por ciento. Esto significa que 12 ó 24 meses atrás la industria funcionaba y que ahora se está derrumbando. Lo mismo ocurre en la construcción, donde la caída mes a mes es alarmante. Si se pone el freno en estos dos rubros, alcanza y sobra para prender luces amarillas y anaranjadas para el futuro, habida cuenta del efecto multiplicador de ambas actividades.
Y las consecuencias aparecen por otro lado repentina pero también previsiblemente: dos empresas líderes en productos alimenticios advirtieron sobre una caída en el consumo. A todo esto, las reacciones de las organizaciones que representan a los trabajadores no se hicieron esperar, y han denotado alguna sorpresa.
Suena lógico que los opositores (Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli) siempre estén con los tapones de punta frente al Gobierno, pero antes del retiro “K” del poder el ortodoxo Antonio Caló y el supuestamente centro-izquierdista Hugo Yasky han tomado los recaudos para no quedar pegados a un eventual fracaso. Caló salió a levantar la voz y pidió una reunión con el Gobierno. Generó impacto, pero sólo un día después el Jefe de Gabinete anunció que estaba lista la audiencia. Siempre lo mismo: la cuestión supuestamente arreglada de antemano. Típica válvula de escape: protesto y me hacen una presunta concesión. ¿Qué saldrá de la reunión con el Gobierno? No se espera nada que cambie la situación actual. ¿Y si CFK anuncia un aumento del mínimo no imponible del cual deducir el Impuesto a las Ganancias?. Fuego de artificio. El tributo ya se comió el aumento salarial de las últimas paritarias y consiguió la recaudación suficiente para engordar las arcas fiscales. El mismo espejismo.
El sector automotriz fue el que dio el puntapié inicial y las autoridades no han podido todavía resolver la crisis, pese a los anuncios que tienen mucho más de fantasía que de realidad. Los despidos en algunas autopartistas ya han superado el centenar, y sumados pueden mostrar una cifra escalofriante. Desde el año pasado hasta el presente las cesantías y las suspensiones se han multiplicado en varios millares, por ciento. Esto significa que 12 ó 24 meses atrás la industria funcionaba y que ahora se está derrumbando. Lo mismo ocurre en la construcción, donde la caída mes a mes es alarmante. Si se pone el freno en estos dos rubros, alcanza y sobra para prender luces amarillas y anaranjadas para el futuro, habida cuenta del efecto multiplicador de ambas actividades.
Y las consecuencias aparecen por otro lado repentina pero también previsiblemente: dos empresas líderes en productos alimenticios advirtieron sobre una caída en el consumo. A todo esto, las reacciones de las organizaciones que representan a los trabajadores no se hicieron esperar, y han denotado alguna sorpresa.
Suena lógico que los opositores (Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli) siempre estén con los tapones de punta frente al Gobierno, pero antes del retiro “K” del poder el ortodoxo Antonio Caló y el supuestamente centro-izquierdista Hugo Yasky han tomado los recaudos para no quedar pegados a un eventual fracaso. Caló salió a levantar la voz y pidió una reunión con el Gobierno. Generó impacto, pero sólo un día después el Jefe de Gabinete anunció que estaba lista la audiencia. Siempre lo mismo: la cuestión supuestamente arreglada de antemano. Típica válvula de escape: protesto y me hacen una presunta concesión. ¿Qué saldrá de la reunión con el Gobierno? No se espera nada que cambie la situación actual. ¿Y si CFK anuncia un aumento del mínimo no imponible del cual deducir el Impuesto a las Ganancias?. Fuego de artificio. El tributo ya se comió el aumento salarial de las últimas paritarias y consiguió la recaudación suficiente para engordar las arcas fiscales. El mismo espejismo.
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