La llegada del ferrocarril incrementó el número de ingenios en Ranchillos

La llegada del ferrocarril incrementó el número de ingenios en Ranchillos

El San Antonio fue la fábrica azucarera más emblemática de esa zona del departamento Cruz Alta, que en determinado momento llegó a contar con más de cinco ingenios. La explotación de el añil fue otra de las grandes frustraciones industriales de la historia ranchilleña. La estación sigue operable.

SIMBOLO DE ACTIVIDAD. El cartel apenas es legible. Una senda entre el pasto del andén hizo desaparecer el piso. Los escombros abundan entre las vías. Hace 21 años por acá pasaban mas de cinco formaciones diarias. SIMBOLO DE ACTIVIDAD. El cartel apenas es legible. Una senda entre el pasto del andén hizo desaparecer el piso. Los escombros abundan entre las vías. Hace 21 años por acá pasaban mas de cinco formaciones diarias.
Ranchillos es sinónimo de ferrocarril. También es una población surgida por la presencia del ingenio San Antonio, que alrededor de 1907 fundara Antonio Capurro. La fábrica se inauguró el 3 de junio de 1910, cuando ya era propiedad de la Compañía Azucarera El Fénix, que constituyó el mendocino Capurro. Allí había existido un ingenio azucarero, que desapareció en 1882. Pertenecía a Manuel Posse y estaba junto al establecimiento de añil de los Posee.

Poco después pasó a ser parte de la sociedad Gallo y Peña. Luego otro de sus dueños fue Solano Peña. Hombre de empuje, cuyo pensamiento fue hacer del lugar una progresista zona de población estable, comedores gratuitos para niños y adultos necesitados, servicios médicos, etcétera y que se cerró en 1966. Pero lo que contribuyó al adelanto de la población, además del ingenio fue la estación. En torno a la parada se concretó el agrupamiento de los primeros ranchos existentes en la zona.

Primeras menciones

Precisamente una de las primeras menciones que se encontraron de la denominación Ranchillos, es la del libro de Julio P. Avila, denominado “Ciudad arribeña”. Según este texto, el cura don Francisco Borja Aráoz vendió, en 1808, a $400, a don Pedro Lobo una estancia llamada “Ranchillos”, situada a unas dos leguas al naciente de la Banda del Río Salí con linderos al oriente, tierras despobladas y vacas; al poniente tierras de los Madrides y Garcías; al sur tierras de Mancopa -que fueron del cura Miguel Jerónimo Sánchez, de La Madrid y al norte, con tierras de don Simón García (La Cruz Alta)

La Campaña

No obstante, en el tomo 11 del libro de Manuel Lizondo Borda denominado “Tucumán, a través de la historia”, según información documentada en el protocolo 17, serie A, años 1808/10 del Archivo General de la Provincia, consta que en la primera mitad del siglo XIX, Ranchillos se encontraba ubicado en la zona denominada La Campaña, que dependía del curato rectoral de Tucumán y del departamento de la Capital. Esa zona era muy extensa y comprendía 12 distritos, de los cuales varios están situados en las montañas y otros en las orillas del río salí. Entre estos últimos se encontraba el distrito Los rancheemos, localidad donde se atiende la agricultura por ser terrenos aptos para todo tipo de cultivos. En toda esa campaña, según documentación de esa época, no había ninguna ciudad propiamente dicha, sino agrupaciones de casas muy próximas unas a otras y quintas aisladas, rodeadas de cultivos.

Lo concreto es que en 1888 se crean los departamentos de Cruz Alta y Tafí, por desmembramiento o subdivisión del departamento Capital. Por entonces el tren comenzaba a ser una realidad.

El escritor catalán Carlos Ruiz Zafón, autor de “La sombra del viento”, suele advertir que “si alguna vez me pierdo, que me busquen en una estación de tren”

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