Oscar Aráiz: "la danza siempre fue teatro"

Oscar Aráiz: "la danza siempre fue teatro"

El multipremiado maestro de coreógrafos admite que se divierte más en la preparación de los espectáculos que sobre un escenario

EXTREMO CUIDADO. Oscar Aráiz marca la posición de una bailarina del Ballet Contemporáneo de Tucumán. la gaceta / foto de héctor peralta

Los mira, los percibe, los recibe. No hay instrucciones ni órdenes; sólo suena la música y se respira libertad. El coreógrafo Oscar Aráiz está de vuelta y se lo siente. No marca una coreografía, sino que lo que sale, es del interior profundo de cada uno. 

Ahora en el escenario hay un recreo, pero los bailarines se mueven literalmente como peces en el agua de “El mar”, la obra con música de Claude Debussy que el Ballet Contemporáneo del Ente Cultural de Tucumán presentará en el Septiembre Musical, junto a “Pléyades”, basada en la Pequeña Sinfonía Concertante del compositor suizo Franc Martin.

Aráiz empezó esta semana a trabajar con el Ballet Contemporáneo junto a sus asistentes, Helena Viale y Rocío Castagnaro, y bajo la dirección de Patricia Sabbag. Hace dos años estuvo por última vez en la provincia, para presentar “Sueño de una noche de verano”, en el teatro San Martín.

- ¿Por qué seleccionó esas obras para el Septiembre Musical?

- “Pléyades” es un trabajo interpretado sólo por siete hombres; me pareció porque hay una calidad interesante como para trabajar con ellos. Por otro lado, es una obra que se complementa muy bien con “El mar”, que es la pieza de fondo. En realidad, las elegí porque me gustan, me da placer transmitirlas y porque pienso que constituyen un programa donde hay cierta diversidad de atmósfera. Son piezas sin argumento ni personajes, pero con climas muy diversos.

- ¿Sobre qué trata “Pléyades”?

- Pertenece al ciclo Stelle (Estrellas). Son tres trabajos con tres músicas diferentes; es toda una noche. De ellos uno es “Pléyades”. Tiene un carácter muy celestial: hay tres instrumentos musicales principales, celesta, arpa y piano, que tienen esa cuerda percutida. Es una calidad de sonido muy especial. Tiene un carácter lírico y a la vez marcial. Mi disparador es como un ejército celestial, y creo que eso le pasa al público.

- ¿Y “El mar”?

- Es un trabajo muy energético. Está hecho sobre una calidad de movimientos que tienen que ver con el elemento líquido; entonces es fluido, ligado, ondulado, espumoso, brillante. La música de Debussy es maravillosa. Es sutil pero a la vez, y por momentos es volcánica.

- Usted recién llega. ¿Cómo se conecta técnicamente con los bailarines?

- La danza tiene una naturaleza básicamente orgánica, muy apoyada en la intuición y en los sentidos, en la observación y en la experiencia física. Entonces, para mí, la mejor manera de entenderme con los intérpretes es yendo a los bifes, como se dice, yendo al material orgánico, al movimiento. Ellos empiezan a entender sin racionalizar demasiado. Por ahí no se puede aplicar lo mismo para todos. Hay quienes necesitan más ayuda analítica o teórica (los actores son así, necesitan soportes intelectuales más exigentes). En cambio, el bailarín es más intuitivo. Yo hasta ahora no expliqué mucho, y ya están entrando con el cuerpo y con la música. Después van al análisis: por qué la obra se llama como se llama, quién es el autor, cuándo la escribió, cómo era la época... pero esa es la cocina. Es muy interesante; a mí me encanta. Yo me divierto más en la cocina que en el escenario (se ríe).

- ¿Qué más está haciendo?

- Hace cuatro años estoy dirigiendo el área de Danzas de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Se inició como diplomatura y a partir de este año es licenciatura. Lo que me resulta muy atractivo es el grupo de la Unsam, formado por bailarines que salen de la carrera, pero también de estudios privados, del Teatro San Martín o del folclore.

- ¿Cómo elige los bailarines? ¿Llama a audiciones?

- Me gusta mucho la diversidad; yo no hago audiciones, no creo en ellas, pero invito a la gente cuando tenemos lugares. Unos días trabajamos desde el cuerpo, por el entendimiento, la musicalidad. Y por supuesto la técnica, que es fundamental, pero no menos que la sensibilidad, que la manera de percibir. Es un casamiento, porque después vamos a pasar muchas horas juntos y hay que sostener.

- En pleno siglo XXI, ¿qué opina del extendido debate sobre la danza-teatro (tanztheater)?

- Creo que la danza siempre fue teatro. Siento que muchas veces nos enamoramos de las expresiones sin saber muy bien lo que significan. También pienso que somos víctimas de un mercado, de modas y de tendencias. Yo las dejo pasar, no me quiero enganchar mucho, pero tengo que tener cuidado porque si no parece que voy en contra, solo (se ríe con ganas). Es todo muy frágil, muere y ya aparecen palabras nuevas, que luego se descartan...

- ¿Siguen vigentes los referentes de fines del siglo XX en materia de danza contemporánea?

- Para mí sí. Por ejemplo, Jirí Kilián, Mats Ek, Pina Bausch... Pero ojo, Bausch no inventó la pólvora; es hija artística de Kurt Jooss, el coreógrafo alemán que introduce en la danza de divertimento elementos sociales: trabaja la guerra, viene del expresionismo que es una rama alemana muy importante, muy profunda. De ahí empezaron a llamarla danza-teatro, pero en realidad siempre la danza es teatro; incluso cuando bailan sin argumento y sin personajes también es teatro. Mientras haya un espectador que perciba e interprete a su manera, depende del color que el espectador tenga en los ojos ese día, ya está inventando, ya está entendiendo. No es un ser pasivo; está participando, pone su energía, su imaginación, su dolor, su sufrimiento, sus sueños. Todo eso deposita él. Nosotros hacemos las veces de pantalla. Depende de lo que se refleje, ese es el resultado. Para cada uno, en cada butaca, ese resultado es diferente.

Voces y opiniones

- Felicidad.- “Es fantástico; poder compartir con él este momento, escuchar cómo se maneja con los bailarines, cómo va enseñando la obra, cuál es su manejo grupal e individual. Como coreógrafa, también voy aprendiendo. Estoy muy contenta. Me gusta su forma de trabajar y las obras que propuso son bellísimas”. Patricia Sabbag, directora del Ballet Contemporáneo de la Provincia.

- La puesta en escena.- “Trajimos los vestidos originales de Carlos Citrinovsky (para ‘El mar’) para la confección local. Ahora quedan a cargo Rocío Castagnaro y en agosto viene Oscar Farías a armar el montaje de Pléyades”. Helena Viale, asistente de Aráiz.

- Método especial.- “Él lanza alguna frase musical y ve cómo cada uno enfoca, los deja hacer; incluso llega a modificar algunos pasajes según las necesidades. Es muy interesante su forma de transmitir, a veces basta con el gesto”. Helena Viale, asistente.

- De lujo.- “Es la primera vez que trabajo con él: es muy sabio, tiene la palabra justa para corregir o para decir. Es un maestro de lujo, estoy encantado”. Alfredo Salomón, bailarín.

- Transmite paz.- “Estamos muy contentos porque vino este maestro. Tiene paz para transmitir sus conocimientos y eso nos llega a nosotros. Son muy interesantes las obras”. María de los Ángeles Aguilera, bailarina.

- Dudas.- “Tenía la duda de qué tal sería, porque alguien de tanta trayectoria por ahí da miedo. Me llevé una gran sorpresa al conocer a una persona muy tranquila, divertida, muy descontracturada y paciente. La asistente, Rocío, hizo la clase como una compañera más”. Martín Machín, bailarín.

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