En Tucumán hoy podés viajar a la Edad Media

En Tucumán hoy podés viajar a la Edad Media

Entre las 16 y las 21.30 disfrutá de música, comida y artesanías en Rivadavia 1.050. Espadas, armaduras, monjes y princesas.

LUZ Y MISTERIO. Este humilde peregrino vende anotadores con tapas magníficamente diseñadas. LUZ Y MISTERIO. Este humilde peregrino vende anotadores con tapas magníficamente diseñadas.
20 Julio 2014
La música se oye desde lejos y el espíritu se prepara. Apenas ingreses al predio de la Universidad Tecnológica (Rivadavia 1.050) te recibirá un cartel que reza “Mercado Medieval”. Unos pasos más adelante, seguramente encontrarás al artista plástico Creb Nemot, hijo de sirios, que desliza con suave energía los dedos por su derbake (una especie de tamboril). Ese sonido te transportará: vas camino al Medioevo y a las tierras que rodean el Mediterráneo: España, Italia, Francia, el Cercano Oriente...

En realidad, estás en el III Festival Medieval y Fantástico de Tucumán, organizado por el Círculo Trentino como los que en esa zona de Italia se realizan desde el s. XVI.

“Estamos felices -cuenta Jorge Herrera, uno de los organizadores-. Para el primer festival hicimos cuatro stands; en el segundo, llegamos a 24. En este son casi 80 los inscriptos, entre expositores y disertantes”. “Yo soy trentino trucho. La verdadera es mi mujer”, añade, y la llama.

Graciela Palenda trabaja en puesto que vende coronitas de flores para doncellas y cuenta sobre sus ancestros: “mi papá llegó a la Argentina en el 48, huyendo de la posguerra, con veintipocos años. Había peleado en el frente, así como sus tíos lo habían hecho durante la Primera Guerra”. “El Círculo Trentino nació, precisamente, para apoyar a los emigrantes”, añade Jorge.

Encantos diferentes
Si vas de día podrás disfrutar de pruebas de arquería y de danzas. Pero cuando baje el sol se encenderán las velas y crecerá el misterio. Mientras, durante toda la jornada podrás escuchar el sonido suave de las cítolas y las vigüelas que construyen (y tocan) Alberto Peñaloza y Simón Reven. El primero es chileno; el otro, mendocino. Ambos estudian en la Escuela de Luthería de la UNT. “Trabajamos con maderas nobles, como nogal, cedro, abeto...”, explica Alberto mientras Simón tañe las cuerdas de una cítola.

A pocos metros, Leandro Ponssa, estudiante de Artes, se coloca una cota de malla y se anuda una faja en la cintura. Se alterna en las explicaciones con Diego Woiciechowski (herrero y carpintero que vive en Aguilares). “Es básicamente un hobby, pero cada vez más gente se interesa por comprar lo que nos apasiona producir. La mayoría busca espadas”, dice Leandro. “Ambos somos fanáticos de los vikingos y vamos a dar una charla. Es tanto lo que la gente ignora...”, cuenta Diego.

Y seguí caminando: monjes, princesas, hadas, duendes y caballeros te ofrecerán dulces, libros, tejidos, escudos, fanales y velas... todo un mundo hay a tu alcance.

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