Por Natalia Viola
19 Julio 2014
SUEÑOS. Tiziano es para su mamá la esperanza de un futuro mejor. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
Barbarita Flores es mamá. Ya no es la nena que se quiebra en medio de una entrevista y llora porque tiene hambre. Barbarita creció, conoció a Marcos Valdés hace tres años y ahora acaban de ser papás de Tiziano Benjamín. Tiene los ojos cansados, pero la mirada iluminada. Su hijo nació el miércoles en la Maternidad a las 6.45, mientras transcurría la semana 38, por parto natural y con 3,2 kilos.
Debido a un pico de hipertensión, Barbarita tuvo que pasar un día en terapia intermedia. Ahora se encuentra en internación conjunta diferencial (ICD) para que ella y su bebé cumplan con un tratamiento de 10 días.
“Para nosotros su caso es emblemático. Barbarita aquí está recibiendo todo lo que necesita para que ella y su bebé estén bien”, explicó Azucena Campero, neonatóloga a cargo del ICD. A ese lugar llegan las mamás que sufren alguna patología para recibir tratamiento junto a sus bebés.
“Yo no sabía quién era ella. Cuando me contó, me pidió que no me ría”, cuenta Marcos, de 20 años. Para sacarse las dudas escribió su nombre en YouTube y ahí la vio. “La abracé fuerte”, añade. Barbarita lo reconoce: “Siento que nunca lo voy a poder superar. No puedo verme en los videos porque lloro (en referencia a las imágenes que la mostraron llorando de hambre cuando era una niña)”. Ahora, en sus brazos sostiene a Tiziano y sabe que a él no le va a pasar lo mismo. ”Queremos darle todo”.
A Barbarita no le cambió la vida haber salido en televisión. Vive de manera precaria y hace dos semanas una topadora arrasó con parte de su casilla. “Era temprano y nos despertó el ruido de la máquina. Con mi hermana nos abrazamos y vimos cómo la máquina se estaba llevando mi bañito y su casilla”, relata. Hace dos años le habían advertido que esto iba a ocurrir porque la vivienda interfería en los planes de abrir una calle. Nunca imaginaron que el día llegaría. “Mi papá hizo los trámites para conseguir un módulo, pero no pudo”.
“Si no queremos que la historia de Barbarita se repita ella tiene que conseguir una casa en la que pueda vivir con su bebé”, explicó la médica Campero. Marcos se quedó sin trabajo, así que se perdieron el único ingreso que tenían.
Mientras Barbarita charla, su bebé duerme plácidamente envuelto en una manta. “Solo tengo un bolso y nada de ropita”, dice señalando un paquete. Cuando termina de decir esto, la puerta se abre y entra una enfermera con una donación. “Mirá, pañales y algo de ropa”, le dice. Pero Barbarita necesita más que ropa. Ella quisiera que alguien le garantice que ella y su bebé van a estar bien. Que su fantasma va a dejarla formar una familia en paz.
Debido a un pico de hipertensión, Barbarita tuvo que pasar un día en terapia intermedia. Ahora se encuentra en internación conjunta diferencial (ICD) para que ella y su bebé cumplan con un tratamiento de 10 días.
“Para nosotros su caso es emblemático. Barbarita aquí está recibiendo todo lo que necesita para que ella y su bebé estén bien”, explicó Azucena Campero, neonatóloga a cargo del ICD. A ese lugar llegan las mamás que sufren alguna patología para recibir tratamiento junto a sus bebés.
“Yo no sabía quién era ella. Cuando me contó, me pidió que no me ría”, cuenta Marcos, de 20 años. Para sacarse las dudas escribió su nombre en YouTube y ahí la vio. “La abracé fuerte”, añade. Barbarita lo reconoce: “Siento que nunca lo voy a poder superar. No puedo verme en los videos porque lloro (en referencia a las imágenes que la mostraron llorando de hambre cuando era una niña)”. Ahora, en sus brazos sostiene a Tiziano y sabe que a él no le va a pasar lo mismo. ”Queremos darle todo”.
A Barbarita no le cambió la vida haber salido en televisión. Vive de manera precaria y hace dos semanas una topadora arrasó con parte de su casilla. “Era temprano y nos despertó el ruido de la máquina. Con mi hermana nos abrazamos y vimos cómo la máquina se estaba llevando mi bañito y su casilla”, relata. Hace dos años le habían advertido que esto iba a ocurrir porque la vivienda interfería en los planes de abrir una calle. Nunca imaginaron que el día llegaría. “Mi papá hizo los trámites para conseguir un módulo, pero no pudo”.
“Si no queremos que la historia de Barbarita se repita ella tiene que conseguir una casa en la que pueda vivir con su bebé”, explicó la médica Campero. Marcos se quedó sin trabajo, así que se perdieron el único ingreso que tenían.
Mientras Barbarita charla, su bebé duerme plácidamente envuelto en una manta. “Solo tengo un bolso y nada de ropita”, dice señalando un paquete. Cuando termina de decir esto, la puerta se abre y entra una enfermera con una donación. “Mirá, pañales y algo de ropa”, le dice. Pero Barbarita necesita más que ropa. Ella quisiera que alguien le garantice que ella y su bebé van a estar bien. Que su fantasma va a dejarla formar una familia en paz.
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