15 Julio 2014
NO LO DUDARON. Los hinchas locales bancaron a Alemania en la final y mostraron sus colores. Cualquier cosa era válida para no ver vencedor a la Selección. la gaceta / foto de gustavo rodríguez(enviado especial)
¡Alemania! ¡Alemania!, gritan los cariocas cuando detectan la presencia de algún argentino en la ciudad. Quedan muy pocos, ya que hubo un éxodo masivo después de la derrota. Otra vez Río de Janeiro estuvo invadido de camisetas germanas y de la de Flamengo -similar a la alternativa de los europeos-. Esta situación, entendible en el mundo del fútbol, generó todo un debate por estas tierras.
“Es cierto que preferíamos que ganen los alemanes, pero creo que se pasaron. No es agradable ver gente de nuestro pueblo con la camiseta de otro país”, se queja el taxista de Lucio Péres. “Se ha perdido la identidad. Después se quejan de que jugamos mal”, remata molesto.
Son pocos los torcedores que se encolumnan en esta línea de pensamiento. Pero ayer se hicieron sentir en cada uno de los bares que pululan en la ciudad. “Es una vergüenza. Festejamos más que los alemanes, los mismos que nos hicieron siete y nos dejaron fuera de la Copa”, se lamenta Marcia, cajera de un local. “Los argentinos no merecieron perder. Hay mucha gente que se queja porque hubo un penal que no le cobraron. Es una lástima que haya pasado esto, pero son cosas del juego”, agrega ella.
Vale la pena repasar lo que ocurrió el domingo para entender qué pasó. Ese día, los cariocas se volvieron alemanes. Salieron a la calle con las camisetas de los europeos y del Flamengo y por muy poco no eran más que las amarillas. En Copacabana, donde se realizó la mayor concentración de personas a la largo del Mundial, se pintaron la cara con el rojo, amarillo y negro y agotaron las banderas germanas que comercializaban los vendedores ambulantes de cada lugar.
Los argentinos, que manejan otros códigos futboleros, se irritaron mucho cuando observaron ese cuadro y explotaron de bronca cuando los cariocas gritaron el gol y no se produjo un caos por la rápida intervención policial. Los seguidores de la Selección aguantaron estoicamente las burlas del eterno rival, pero juraron que nunca se olvidarán del Copacabanazo.
Fue tan grande el apoyo que recibieron los europeos que Lukas Podolski, uno de los pocos campeones del mundo que se dejó ver en la concentración, lució una camiseta del Flamengo, imagen que fue repetida mil veces en la red O Globo y aplaudida hasta el hartazgo por los hinchas brasileños, devenidos en hinchas germanos, claro.
LG Deportiva charló con Luiz Santo, otro taxista que trabajó con la camiseta de Alemania.
- ¿Le hago una pregunta?
- Claro.
- ¿Usó esa remera el domingo?
- Por supuesto, desde que me levanté.
- ¿Por qué lo hizo?
- Para alentar a Alemania. No quería que los argentinos se quedaran con la Copa en nuestra casa.
- En Argentina eso se considera como una traición a los colores...
- No me importa. Aquí, cualquier cosa que se haga para que los argentinos no ganen está bien. Por eso siempre tuvieron la torcida en contra en todos los partidos. Ustedes hubieran hecho exactamente lo mismo.
- Festejaron muchísimo...
- Y lo seguiremos haciendo porque la humillación de ver a la Argentina campeona sería igual o peor que el “maracanazo”.
Sin comentarios.
“Es cierto que preferíamos que ganen los alemanes, pero creo que se pasaron. No es agradable ver gente de nuestro pueblo con la camiseta de otro país”, se queja el taxista de Lucio Péres. “Se ha perdido la identidad. Después se quejan de que jugamos mal”, remata molesto.
Son pocos los torcedores que se encolumnan en esta línea de pensamiento. Pero ayer se hicieron sentir en cada uno de los bares que pululan en la ciudad. “Es una vergüenza. Festejamos más que los alemanes, los mismos que nos hicieron siete y nos dejaron fuera de la Copa”, se lamenta Marcia, cajera de un local. “Los argentinos no merecieron perder. Hay mucha gente que se queja porque hubo un penal que no le cobraron. Es una lástima que haya pasado esto, pero son cosas del juego”, agrega ella.
Vale la pena repasar lo que ocurrió el domingo para entender qué pasó. Ese día, los cariocas se volvieron alemanes. Salieron a la calle con las camisetas de los europeos y del Flamengo y por muy poco no eran más que las amarillas. En Copacabana, donde se realizó la mayor concentración de personas a la largo del Mundial, se pintaron la cara con el rojo, amarillo y negro y agotaron las banderas germanas que comercializaban los vendedores ambulantes de cada lugar.
Los argentinos, que manejan otros códigos futboleros, se irritaron mucho cuando observaron ese cuadro y explotaron de bronca cuando los cariocas gritaron el gol y no se produjo un caos por la rápida intervención policial. Los seguidores de la Selección aguantaron estoicamente las burlas del eterno rival, pero juraron que nunca se olvidarán del Copacabanazo.
Fue tan grande el apoyo que recibieron los europeos que Lukas Podolski, uno de los pocos campeones del mundo que se dejó ver en la concentración, lució una camiseta del Flamengo, imagen que fue repetida mil veces en la red O Globo y aplaudida hasta el hartazgo por los hinchas brasileños, devenidos en hinchas germanos, claro.
LG Deportiva charló con Luiz Santo, otro taxista que trabajó con la camiseta de Alemania.
- ¿Le hago una pregunta?
- Claro.
- ¿Usó esa remera el domingo?
- Por supuesto, desde que me levanté.
- ¿Por qué lo hizo?
- Para alentar a Alemania. No quería que los argentinos se quedaran con la Copa en nuestra casa.
- En Argentina eso se considera como una traición a los colores...
- No me importa. Aquí, cualquier cosa que se haga para que los argentinos no ganen está bien. Por eso siempre tuvieron la torcida en contra en todos los partidos. Ustedes hubieran hecho exactamente lo mismo.
- Festejaron muchísimo...
- Y lo seguiremos haciendo porque la humillación de ver a la Argentina campeona sería igual o peor que el “maracanazo”.
Sin comentarios.
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