Por Lucía Lozano
14 Julio 2014
LLEVA EL NOMBRE DEL CRACK ARGENTINO. Tenía que nacer el 3 de agosto, pero quiso llegar al mundo en un día histórico; entonces, su mamá decidió bautizarlo con el nombre de Lionel.
El bebé de Silvina Gómez tenía que nacer el 3 de agosto. En su familia, todos fanáticos del fútbol, habían programado un gran asado ayer al mediodía. Iban a ver a Argentina jugar la final contra Alemania en la casa que tienen en el barrio Ejército Argentino. Temprano, Silvina rompió bolsa. Y el pequeño se adelantó. La mamá no dudó: si iba a nacer ese día tenía que llamarse como el mejor jugador del mundo, Lionel Messi. El destino (y el gol del alemán Mario Götze) no quiso que la Albiceleste se coronara campeona. Igualmente, los Gómez festejaron el subcampeonato. Para ellos, la alegría fue doble.
Hubo lágrimas, sudor y emociones. Fue un parto. Literalmente. Así vivieron ayer los médicos y enfermeros de la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes el partido de la final del Mundial Brasil 2014. Caminaban agitados por los pasillos. Media hora antes de que arrancara el encuentro en el Maracaná, a María Mercedes Brito se le empezaron a acelerar las contracciones.
“Tenía fecha de parto para el 18 de julio. Nunca imaginé que mi bebé iba a llegar justo el día que Argentina jugaba la final, mucho menos que iba a nacer en medio del partido”, dice la mamá, de 17 años. Está acompañada por la abuela del niño, Emilia Marcela Chocobar, de 40 años. Abajo, en la sala de espera, los hombres de la casa se comen las uñas: están escuchando el partido por radio y, cada vez que pasa un enfermero, le preguntan si ya nació el pequeño.
María Mercedes infla el pecho y sopla. Deja caer unas lágrimas. Junta las manos como si estuviese rezando. Los dolores de parto son cada vez más fuertes. “¿Cómo va el partido?”, le consulta, con timidez, una y otra vez, al enfermero. “Iguales, cero a cero, por ahora”, le contestan.
Pasó media hora desde que el árbitro dio inicio a la final de la Copa. La joven mamá ya está lista para pujar. Lo hace con mucha fuerza. En los pasillos se oye el grito de un gol que no fue (el de Gonzalo Higuain). Y enseguida aparece el llanto de Benjamín Alejandro.
“¿Está todo bien?”, pregunta María Mercedes. “Sí, el bebé está espectacular. Pero el partido no lo ganamos; el gol no lo cobraron”, le cuenta el enfermero.
Benjamín pesó 3,600 kg. “Es mi primer hijo y vino a nacer este día. Tenía mucha fe que íbamos a ganar. Lástima que no alzamos la Copa. Igual es un día histórico”, resalta la mamá, que hace una hora ha dado a luz y ya se pasea de pie con el bebé en brazos.
Tarea difícil
La doctora María José García Vega es la jefa de la guardia esta tarde en la Maternidad. Antes del partido ya han nacido 11 chicos. Dos llegaron al mundo mientras el equipo de Alejandro Sabella se jugaba todo en la cancha. En la sala de médicos, un televisor de 20 pulgadas transmite el duelo contra los alemanes. No es fácil para estas profesionales (todas mujeres hacen la guardia esta tarde ¿pura casualidad?), tan hinchas como cualquier otro argentino, tener que trabajar justo en este momento histórico para el país.
Pero ahí están. Van y vienen. Los mates se enfrían. Los músculos están tensos. Hay nervios, ansiedad. “Es imposible para nosotras ver el partido entero. El deber está primero”, dice García Vega. Revisa a las pacientes que acaban de ingresar en pleno trabajo de parto, controla a las que han dado a luz y a otras que están a muy pocos minutos de convertirse en mamás.
Unos minutos frente al televisor le alcanzan a la doctora Eugenia Longo para dar su primer parte. “Tenemos una gran defensa. Los alemanes no han podido hacer nada en todo el tiempo reglamentario. Estos chicos son unos héroes”, dice, emocionada. “Jugamos con el árbitro en contra. ¡Qué injusto ese penal que no nos cobraron!”, se queja García Vega cuando ve que no sancionaron la grosera falta del arquero Manuel Neuer sobre el delantero argentino Higuaín.
Mami orgullosa
En las habitaciones -casi todas tienen televisor- las mamis atienden a sus bebés recién nacidos. Pero tampoco quieren perderse este partido crucial. Silvina, acostada con su pequeño Lionel en brazos, tiene la mirada fija en el campo de juego. Falta un minuto para que se acabe el sueño de los argentinos. “Messi es un ídolo. Ha dejado todo en la cancha. Estoy orgullosa de haberle puesto a mi hijo su nombre, porque sé que será un guerrero igual que él”, dice.
A Mariela, que dio a luz por la mañana, le da tristeza que, pese a todas las chances que tuvo la albiceleste en el partido, se vuelva con las manos vacías. “Esa copa era nuestra”, dice la joven de 22 años. Ella nunca vio salir campeón a la Argentina. Y soñaba con vivir ayer dos experiencias nuevas en su vida: la de ser madre y la de festejar un título mundial.
Hubo lágrimas, sudor y emociones. Fue un parto. Literalmente. Así vivieron ayer los médicos y enfermeros de la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes el partido de la final del Mundial Brasil 2014. Caminaban agitados por los pasillos. Media hora antes de que arrancara el encuentro en el Maracaná, a María Mercedes Brito se le empezaron a acelerar las contracciones.
“Tenía fecha de parto para el 18 de julio. Nunca imaginé que mi bebé iba a llegar justo el día que Argentina jugaba la final, mucho menos que iba a nacer en medio del partido”, dice la mamá, de 17 años. Está acompañada por la abuela del niño, Emilia Marcela Chocobar, de 40 años. Abajo, en la sala de espera, los hombres de la casa se comen las uñas: están escuchando el partido por radio y, cada vez que pasa un enfermero, le preguntan si ya nació el pequeño.
María Mercedes infla el pecho y sopla. Deja caer unas lágrimas. Junta las manos como si estuviese rezando. Los dolores de parto son cada vez más fuertes. “¿Cómo va el partido?”, le consulta, con timidez, una y otra vez, al enfermero. “Iguales, cero a cero, por ahora”, le contestan.
Pasó media hora desde que el árbitro dio inicio a la final de la Copa. La joven mamá ya está lista para pujar. Lo hace con mucha fuerza. En los pasillos se oye el grito de un gol que no fue (el de Gonzalo Higuain). Y enseguida aparece el llanto de Benjamín Alejandro.
“¿Está todo bien?”, pregunta María Mercedes. “Sí, el bebé está espectacular. Pero el partido no lo ganamos; el gol no lo cobraron”, le cuenta el enfermero.
Benjamín pesó 3,600 kg. “Es mi primer hijo y vino a nacer este día. Tenía mucha fe que íbamos a ganar. Lástima que no alzamos la Copa. Igual es un día histórico”, resalta la mamá, que hace una hora ha dado a luz y ya se pasea de pie con el bebé en brazos.
Tarea difícil
La doctora María José García Vega es la jefa de la guardia esta tarde en la Maternidad. Antes del partido ya han nacido 11 chicos. Dos llegaron al mundo mientras el equipo de Alejandro Sabella se jugaba todo en la cancha. En la sala de médicos, un televisor de 20 pulgadas transmite el duelo contra los alemanes. No es fácil para estas profesionales (todas mujeres hacen la guardia esta tarde ¿pura casualidad?), tan hinchas como cualquier otro argentino, tener que trabajar justo en este momento histórico para el país.
Pero ahí están. Van y vienen. Los mates se enfrían. Los músculos están tensos. Hay nervios, ansiedad. “Es imposible para nosotras ver el partido entero. El deber está primero”, dice García Vega. Revisa a las pacientes que acaban de ingresar en pleno trabajo de parto, controla a las que han dado a luz y a otras que están a muy pocos minutos de convertirse en mamás.
Unos minutos frente al televisor le alcanzan a la doctora Eugenia Longo para dar su primer parte. “Tenemos una gran defensa. Los alemanes no han podido hacer nada en todo el tiempo reglamentario. Estos chicos son unos héroes”, dice, emocionada. “Jugamos con el árbitro en contra. ¡Qué injusto ese penal que no nos cobraron!”, se queja García Vega cuando ve que no sancionaron la grosera falta del arquero Manuel Neuer sobre el delantero argentino Higuaín.
Mami orgullosa
En las habitaciones -casi todas tienen televisor- las mamis atienden a sus bebés recién nacidos. Pero tampoco quieren perderse este partido crucial. Silvina, acostada con su pequeño Lionel en brazos, tiene la mirada fija en el campo de juego. Falta un minuto para que se acabe el sueño de los argentinos. “Messi es un ídolo. Ha dejado todo en la cancha. Estoy orgullosa de haberle puesto a mi hijo su nombre, porque sé que será un guerrero igual que él”, dice.
A Mariela, que dio a luz por la mañana, le da tristeza que, pese a todas las chances que tuvo la albiceleste en el partido, se vuelva con las manos vacías. “Esa copa era nuestra”, dice la joven de 22 años. Ella nunca vio salir campeón a la Argentina. Y soñaba con vivir ayer dos experiencias nuevas en su vida: la de ser madre y la de festejar un título mundial.
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