Por Leo Noli
13 Julio 2014
Dos goles rapidísimos, una bajada de línea moral y una sentencia sobre la hora. Brasil volvió a caer rendida ante el poderío de un rival del otro lado del charco. Holanda, en esta caso, reguló como buen invitado y hasta le perdonó la vida a un anfitrión al que la suerte le fue esquiva desde la mismísima tarde en que padeció ese horrorífico 7-1 con la máquina alemana.
El de ayer, el duelo por el tercer puesto, tenía varios condimentos que lo convertían en una cita interesante. Holanda iba en busca de redactar un nuevo capítulo en su amargo paso por Copas del Mundo. Nunca se llevó una, estuvo cerca, sí, pero no le bastó. Cada vez que pudo acariciar la gloria, tropezó. En esta edición 2014 al menos dirá que escribió un nuevo libreto, el de retirarse invicto en los 120’ minutos posibles de acción y con la medalla de bronce en el cuello.
Fue abrumadora su superioridad. En todo sentido. No encontró problemas para romper el medio y ni hablar cuando estuvo cerca de las manos de Julio Cesar. De hecho, tuvo la fortuna Holanda de encontrarse con un penal regalado a Arjen Robben ¡fuera del área! A los dos minutos y chirola. Thiago Silva bajó al pelado, vio amarilla en vez de roja (era último hombre) del pésimo juez argelino Djamel Haimoudi y Robin Van Persie castigó con sabiduría desde los 12 pasos: a media altura y a un costado. Imposible. Y si de desgracias se trata, en otro ataque iniciado por derecha, con algo de dudas por la posición del lanzador, David Luiz despejó al medio y Daley Blind, solito él y su alma, tuvo tiempo de bajar el balón con la zurda y de tirar con la derecha. Todo en cámara lenta sin que nadie lo abroquele. Un papelón lo de la zaga brasileña.
Iban 17’ cuando el partido ya era cosa juzgada. Holanda se dedicó a regular, a no seguir lastimando a un Brasil que fue a buscar el descuento con las mismas ideas con las que se comió siete contra los teutones: desbandada.
Sin categoría en ofensiva, sin creatividad en los volantes de ataque, el dueño de casa fue un equipo de liga de bajo presupuesto. De Quinta División. De torpe y guapo a Holanda era imposible vencerla.
De hecho, sucedió lo que se esperaba en el complemento. La “naranja” le cedió la pelota a Brasil, pero Brasil no supo cómo utilizarlo. Entonces, como broche de oro y ya en el descuento, Georginio Wijnaldum pasó por caja y redondeó una derrota con saldo de 10 goles en contra y uno a favor en dos presentaciones, las dos más importante de Brasil en su propio Mundial.
El de ayer, el duelo por el tercer puesto, tenía varios condimentos que lo convertían en una cita interesante. Holanda iba en busca de redactar un nuevo capítulo en su amargo paso por Copas del Mundo. Nunca se llevó una, estuvo cerca, sí, pero no le bastó. Cada vez que pudo acariciar la gloria, tropezó. En esta edición 2014 al menos dirá que escribió un nuevo libreto, el de retirarse invicto en los 120’ minutos posibles de acción y con la medalla de bronce en el cuello.
Fue abrumadora su superioridad. En todo sentido. No encontró problemas para romper el medio y ni hablar cuando estuvo cerca de las manos de Julio Cesar. De hecho, tuvo la fortuna Holanda de encontrarse con un penal regalado a Arjen Robben ¡fuera del área! A los dos minutos y chirola. Thiago Silva bajó al pelado, vio amarilla en vez de roja (era último hombre) del pésimo juez argelino Djamel Haimoudi y Robin Van Persie castigó con sabiduría desde los 12 pasos: a media altura y a un costado. Imposible. Y si de desgracias se trata, en otro ataque iniciado por derecha, con algo de dudas por la posición del lanzador, David Luiz despejó al medio y Daley Blind, solito él y su alma, tuvo tiempo de bajar el balón con la zurda y de tirar con la derecha. Todo en cámara lenta sin que nadie lo abroquele. Un papelón lo de la zaga brasileña.
Iban 17’ cuando el partido ya era cosa juzgada. Holanda se dedicó a regular, a no seguir lastimando a un Brasil que fue a buscar el descuento con las mismas ideas con las que se comió siete contra los teutones: desbandada.
Sin categoría en ofensiva, sin creatividad en los volantes de ataque, el dueño de casa fue un equipo de liga de bajo presupuesto. De Quinta División. De torpe y guapo a Holanda era imposible vencerla.
De hecho, sucedió lo que se esperaba en el complemento. La “naranja” le cedió la pelota a Brasil, pero Brasil no supo cómo utilizarlo. Entonces, como broche de oro y ya en el descuento, Georginio Wijnaldum pasó por caja y redondeó una derrota con saldo de 10 goles en contra y uno a favor en dos presentaciones, las dos más importante de Brasil en su propio Mundial.
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