Por Álvaro José Aurane
12 Julio 2014
La euforia colectiva por haber llegado a la final del Mundial en Brasil, y el exitismo de los argentinos por ser argentinos, han convertido por estas horas a Javier Mascherano en el epítome nacional de la exageración. Su desempeño en la cancha ha sido excepcional y de allí que, con altas dosis de humor, los usuarios de Twitter -la red social de los mensajes cortos- hayan resuelto que el jugador lo puede todo, en los ámbitos más insólitos y desopilantes. Desde Lo que la Gotita pega, Mascherano lo despega hasta Mascherano te hace un caño jugando al metegol, pasando por En el encierro de San Fermín, los toros corren delante de Mascherano, escapándose de él.
Por supuesto, hay todo un capítulo para lo sobrenatural, con ribetes teológicos (Dios madruga para que Mascherano lo ayude), mitológicos (Mascherano le pega con el diario en el hocico a Godzilla y lo manda afuera a orinar) y tecnológicos (Cuando Alexander Graham Bell invento el teléfono, ya tenía tres llamadas perdidas de Mascherano).
Párrafo aparte merecen los actos heroicos (Mascherano no camina, hace girar el mundo bajo sus pies), porque esta clase de proezas vinculadas a la Tierra (Mascherano no hace flexiones de brazos, empuja la Tierra hacia abajo) son las que más se acercan a la exageración en estado puro. En su raíz etimológica, exagerar se refiere al terreno. Deriva del latín agger, que significa terraplén. Exagerar (dice Joan Corominas) refiere a colmar, amplificar o engrosar una porción de suelo. Aquí, justamente, toda hipérbole sobre Mascherano encuentra su límite: ninguna ficción se compara, siquiera, con los exageradísimos abusos del poder en este ultrajado pedazo de tierra que es Tucumán.
La afrenta inolvidable
Los Reyes Magos, el Ratón Pérez y Papá Noel creen en Mascherano, pero buena parte de los tucumanos todavía no pueden creer que el kirchnerismo haya sido capaz de despreciar tanto la historia de un pueblo, al enviar al procesado Amado Boudou a encabezar el 198° aniversario de la Declaración de la Independencia. El oficialismo se encargó al día siguiente de elevar el hecho a la categoría de afrenta inolvidable. El jueves, para conseguir quórum, el Gobierno nacional resolvió que el presidente del Senado se ausente. Léase: el mismo kirchnerismo que hizo lugar el 10 de julio al planteo opositor de que el compañero de fórmula de Cristina Fernández es indigno de conducir una sesión de la Cámara Alta, decidió que él sí era digno de presidir el 9 de Julio, la fiesta patria mayor. Tampoco es para sorprenderse. ¿Qué esperar de la gestión cuya Presidenta bailaba en Plaza de Mayo el 10 de diciembre, mientras en Tucumán la Policía estaba de huelga, los delincuentes estaban de saqueo y las calles estaban de luto por decenas de comprovincianos muertos a balazos?
Lo atroz es que la ofensa “K” contra Tucumán es gratuita, pero no es gratuito que acontezca en Tucumán. Sólo aquí, puede dar un discurso sobre el Congreso de 1816 una autoridad del Congreso de la Nación a quien en 2014 investigan tanto por comprar un auto con papeles falsos como por quedarse con una imprenta de billetes mediante testaferros. Presuntamente, claro está. Sólo aquí el gobernador puede pedirle a los tucumanos que, además, le den gracias a la Presidenta, porque José Alperovich interpreta, en el Día de la Independencia, que lo que nos corresponde por ley, en realidad, es lo que “Cristina nos ha dado”.
Es que, así como Cuando Dios dijo: “Hágase la luz”, Mascherano ya estaba pagando la factura de EDET, aquí, cuando juraban respetar y hacer respetar la ley, ya tenían perfectamente planeado cómo eludirla.
Creer o estropear
Mascherano cría cuervos y no le sacan los ojos, pero nunca engendrará un gasto de $ 8 millones en obras que figuran terminadas para recuperar el tren Tucumán-Concepción, cuando ahí no se invirtió ni un centavo y las vías son el patio trasero de asentamientos de emergencia.
Mascherano tejió la tela de araña sobre la que se balanceaban los elefantes, pero nunca será capaz de urdir la telaraña de la impunidad de la clase gobernante. Aquí, el ministro de Salud que autorizó pagos de seis cifras a la fantasmagórica fundación Funsal sigue siendo ministro de Salud, sin siquiera haber explicado si era padre o heredero de semejante irregularidad, porque la Justicia determinó que al no haber desembolso, no hay ilícito. Así evoluciona el derecho en estas tierras. Primero, desaparecieron las actuaciones en entuertos en perjuicio del Estado. Después, abolieron el delito en grado de tentativa en lo referido a los dineros públicos.
Mascherano hace fuego frotando dos cubitos de hielo, pero nunca hará figurar 50 rampas para discapacitados en una misma esquina. Eso sí pudo la DAU, donde funcionarios de segunda línea dieron por terminadas las obras de ampliación y remodelación de la guardia del hospital Padilla cuando, según los ingenieros fiscales, faltaban trabajos por $ 3 millones.
A Mascherano de chico lo amenazaban con el cuco y lo esperaba plantado en la cuna. Aquí “ahuyentaron” la mortalidad infantil con estadísticas incomprobables, porque luego estropearon decenas de miles de historias clínicas de la Maternidad: por pura casualidad, decidieron guardarlas en los sótanos que se inundan año tras año, denunció la oposición. Creer o anegar.
Mascherano le dijo a Benedicto XVI que le deje el trono papal a un argentino; pero nunca les dirá al papá y la mamá de Mercedes Figueroa, apuñalada por abusadores, “No podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha, y permite que una criatura de seis años esté sola”.
Privación de lo público
A Mascherano lo mandás a negociar con los fondos buitres y trae el vuelto, pero lo mandás a buscar el Presupuesto de la Legislatura de Tucumán y jamás podrá traer copia: ahí, los dineros estatales están privados de ser públicos. Por caso, los “gastos sociales” son “particularmente” administrados por los parlamentarios: está permitido, sin observación alguna, rendir cuentas con recibos Húsares manuscritos.
Mascherano no usa reloj, él decide qué hora es, pero jamás decidirá que la Constitución diga que el primer mandato no cuenta, así que el segundo es el primero y el tercero es el segundo.
Mascherano se aprieta los dedos con la puerta y la puerta llora. En Tucumán sopla el viento en primavera y los chicos de Viltrán se congelan en invierno. En octubre de 2013, una tormenta se llevó las chapas de esa escuela de Graneros y en junio de 2014 los chicos tomaban clases y fríos en las galerías: las aulas seguían sin techo. El Gobierno que nombró 30.000 empleados públicos, e incrementó a 74.000 agentes la planta permanente del Estado, no tenía personal para el arreglo. Tampoco había recursos en Construcciones Escolares, la dependencia de este Gobierno que no compró un jet privado para el funcionariado (y familia), sino dos.
Bocas llenas, derecho vacío
Mascherano sabe qué pasa en el Triángulo de las Bermudas, pero no qué ocurre con la causa por el asesinato de Paulina Lebbos. Al primer fiscal del caso, Alejandro Noguera, LA GACETA lo halló en la residencia del gobernador. Ahora es fiscal de Cámara. El segundo, Carlos Albaca, formuló la hipótesis de “los hijos del poder”, pero después de siete años sólo acusó a la víctima de “intrépida sexual” y puso en duda que haya homicidio. Ahora se jubila con el 82% móvil, beneficio que el alperovichismo niega a los jubilados que no mancillan causas en Tribunales. La oposición pidió destituirlo, la Legislatura dilató los tiempos. ¿Paulina no merece los derechos humanos con los que tanto se llenan la boca?
La Corte, que en 2009 había pedido juicio político contra la ex fiscala Eva Frías de Ruiz por incumplimiento de deberes, no hizo lo propio con Albaca, pese al sumario judicial según el cual habría incumplido con sus deberes. Sí decidió que un juez investigue si el fiscal cometió delito: nueve fiscales se negaron a tomar el pedido. Cuando Carlos Sale decidió hacerse cargo, el juez Juan Francisco Pisa declaró nulo lo que el superior tribunal había reclamado.
Mientras, Gabriel Alperovich pidió al tercer fiscal, Diego López Ávila, que le tomen muestras de ADN, pero cuando lo citaron estaba en una “inspección de fábrica”. Él aclara que hay una campaña para ensuciar a su padre. Su madre insulta ministros en el living, reclamando que defiendan a los suyos (que no ejercen las medidas de defensa que solicitan), en nombre de todo lo que su familia ha dado a los funcionarios. Porque se los dio su familia, no el Estado...
El deber y el poder
Nadie tuiteó que Mascherano viene a Tucumán y reinstaura el respeto a la ley, repone la república, consagra una democracia sin bastardeo, devuelve prestigio a las instituciones, hace respetar a los tucumanos y su historia, logra que se brinde justicia justa...
Nadie posteó que Mascherano mejora Tucumán no porque él no pueda hacerlo (tanto puede que, según un tuit, Mascherano le rechaza a Vito Corleone la oferta que no se puede rechazar), sino porque no le corresponde: es santafesino. El deber y el poder de hacer de Tucumán una tierra mejor le cabe a los tucumanos.
Por supuesto, hay todo un capítulo para lo sobrenatural, con ribetes teológicos (Dios madruga para que Mascherano lo ayude), mitológicos (Mascherano le pega con el diario en el hocico a Godzilla y lo manda afuera a orinar) y tecnológicos (Cuando Alexander Graham Bell invento el teléfono, ya tenía tres llamadas perdidas de Mascherano).
Párrafo aparte merecen los actos heroicos (Mascherano no camina, hace girar el mundo bajo sus pies), porque esta clase de proezas vinculadas a la Tierra (Mascherano no hace flexiones de brazos, empuja la Tierra hacia abajo) son las que más se acercan a la exageración en estado puro. En su raíz etimológica, exagerar se refiere al terreno. Deriva del latín agger, que significa terraplén. Exagerar (dice Joan Corominas) refiere a colmar, amplificar o engrosar una porción de suelo. Aquí, justamente, toda hipérbole sobre Mascherano encuentra su límite: ninguna ficción se compara, siquiera, con los exageradísimos abusos del poder en este ultrajado pedazo de tierra que es Tucumán.
La afrenta inolvidable
Los Reyes Magos, el Ratón Pérez y Papá Noel creen en Mascherano, pero buena parte de los tucumanos todavía no pueden creer que el kirchnerismo haya sido capaz de despreciar tanto la historia de un pueblo, al enviar al procesado Amado Boudou a encabezar el 198° aniversario de la Declaración de la Independencia. El oficialismo se encargó al día siguiente de elevar el hecho a la categoría de afrenta inolvidable. El jueves, para conseguir quórum, el Gobierno nacional resolvió que el presidente del Senado se ausente. Léase: el mismo kirchnerismo que hizo lugar el 10 de julio al planteo opositor de que el compañero de fórmula de Cristina Fernández es indigno de conducir una sesión de la Cámara Alta, decidió que él sí era digno de presidir el 9 de Julio, la fiesta patria mayor. Tampoco es para sorprenderse. ¿Qué esperar de la gestión cuya Presidenta bailaba en Plaza de Mayo el 10 de diciembre, mientras en Tucumán la Policía estaba de huelga, los delincuentes estaban de saqueo y las calles estaban de luto por decenas de comprovincianos muertos a balazos?
Lo atroz es que la ofensa “K” contra Tucumán es gratuita, pero no es gratuito que acontezca en Tucumán. Sólo aquí, puede dar un discurso sobre el Congreso de 1816 una autoridad del Congreso de la Nación a quien en 2014 investigan tanto por comprar un auto con papeles falsos como por quedarse con una imprenta de billetes mediante testaferros. Presuntamente, claro está. Sólo aquí el gobernador puede pedirle a los tucumanos que, además, le den gracias a la Presidenta, porque José Alperovich interpreta, en el Día de la Independencia, que lo que nos corresponde por ley, en realidad, es lo que “Cristina nos ha dado”.
Es que, así como Cuando Dios dijo: “Hágase la luz”, Mascherano ya estaba pagando la factura de EDET, aquí, cuando juraban respetar y hacer respetar la ley, ya tenían perfectamente planeado cómo eludirla.
Creer o estropear
Mascherano cría cuervos y no le sacan los ojos, pero nunca engendrará un gasto de $ 8 millones en obras que figuran terminadas para recuperar el tren Tucumán-Concepción, cuando ahí no se invirtió ni un centavo y las vías son el patio trasero de asentamientos de emergencia.
Mascherano tejió la tela de araña sobre la que se balanceaban los elefantes, pero nunca será capaz de urdir la telaraña de la impunidad de la clase gobernante. Aquí, el ministro de Salud que autorizó pagos de seis cifras a la fantasmagórica fundación Funsal sigue siendo ministro de Salud, sin siquiera haber explicado si era padre o heredero de semejante irregularidad, porque la Justicia determinó que al no haber desembolso, no hay ilícito. Así evoluciona el derecho en estas tierras. Primero, desaparecieron las actuaciones en entuertos en perjuicio del Estado. Después, abolieron el delito en grado de tentativa en lo referido a los dineros públicos.
Mascherano hace fuego frotando dos cubitos de hielo, pero nunca hará figurar 50 rampas para discapacitados en una misma esquina. Eso sí pudo la DAU, donde funcionarios de segunda línea dieron por terminadas las obras de ampliación y remodelación de la guardia del hospital Padilla cuando, según los ingenieros fiscales, faltaban trabajos por $ 3 millones.
A Mascherano de chico lo amenazaban con el cuco y lo esperaba plantado en la cuna. Aquí “ahuyentaron” la mortalidad infantil con estadísticas incomprobables, porque luego estropearon decenas de miles de historias clínicas de la Maternidad: por pura casualidad, decidieron guardarlas en los sótanos que se inundan año tras año, denunció la oposición. Creer o anegar.
Mascherano le dijo a Benedicto XVI que le deje el trono papal a un argentino; pero nunca les dirá al papá y la mamá de Mercedes Figueroa, apuñalada por abusadores, “No podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha, y permite que una criatura de seis años esté sola”.
Privación de lo público
A Mascherano lo mandás a negociar con los fondos buitres y trae el vuelto, pero lo mandás a buscar el Presupuesto de la Legislatura de Tucumán y jamás podrá traer copia: ahí, los dineros estatales están privados de ser públicos. Por caso, los “gastos sociales” son “particularmente” administrados por los parlamentarios: está permitido, sin observación alguna, rendir cuentas con recibos Húsares manuscritos.
Mascherano no usa reloj, él decide qué hora es, pero jamás decidirá que la Constitución diga que el primer mandato no cuenta, así que el segundo es el primero y el tercero es el segundo.
Mascherano se aprieta los dedos con la puerta y la puerta llora. En Tucumán sopla el viento en primavera y los chicos de Viltrán se congelan en invierno. En octubre de 2013, una tormenta se llevó las chapas de esa escuela de Graneros y en junio de 2014 los chicos tomaban clases y fríos en las galerías: las aulas seguían sin techo. El Gobierno que nombró 30.000 empleados públicos, e incrementó a 74.000 agentes la planta permanente del Estado, no tenía personal para el arreglo. Tampoco había recursos en Construcciones Escolares, la dependencia de este Gobierno que no compró un jet privado para el funcionariado (y familia), sino dos.
Bocas llenas, derecho vacío
Mascherano sabe qué pasa en el Triángulo de las Bermudas, pero no qué ocurre con la causa por el asesinato de Paulina Lebbos. Al primer fiscal del caso, Alejandro Noguera, LA GACETA lo halló en la residencia del gobernador. Ahora es fiscal de Cámara. El segundo, Carlos Albaca, formuló la hipótesis de “los hijos del poder”, pero después de siete años sólo acusó a la víctima de “intrépida sexual” y puso en duda que haya homicidio. Ahora se jubila con el 82% móvil, beneficio que el alperovichismo niega a los jubilados que no mancillan causas en Tribunales. La oposición pidió destituirlo, la Legislatura dilató los tiempos. ¿Paulina no merece los derechos humanos con los que tanto se llenan la boca?
La Corte, que en 2009 había pedido juicio político contra la ex fiscala Eva Frías de Ruiz por incumplimiento de deberes, no hizo lo propio con Albaca, pese al sumario judicial según el cual habría incumplido con sus deberes. Sí decidió que un juez investigue si el fiscal cometió delito: nueve fiscales se negaron a tomar el pedido. Cuando Carlos Sale decidió hacerse cargo, el juez Juan Francisco Pisa declaró nulo lo que el superior tribunal había reclamado.
Mientras, Gabriel Alperovich pidió al tercer fiscal, Diego López Ávila, que le tomen muestras de ADN, pero cuando lo citaron estaba en una “inspección de fábrica”. Él aclara que hay una campaña para ensuciar a su padre. Su madre insulta ministros en el living, reclamando que defiendan a los suyos (que no ejercen las medidas de defensa que solicitan), en nombre de todo lo que su familia ha dado a los funcionarios. Porque se los dio su familia, no el Estado...
El deber y el poder
Nadie tuiteó que Mascherano viene a Tucumán y reinstaura el respeto a la ley, repone la república, consagra una democracia sin bastardeo, devuelve prestigio a las instituciones, hace respetar a los tucumanos y su historia, logra que se brinde justicia justa...
Nadie posteó que Mascherano mejora Tucumán no porque él no pueda hacerlo (tanto puede que, según un tuit, Mascherano le rechaza a Vito Corleone la oferta que no se puede rechazar), sino porque no le corresponde: es santafesino. El deber y el poder de hacer de Tucumán una tierra mejor le cabe a los tucumanos.
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