La “mufa” del Maracaná

La “mufa” del Maracaná

Los brasileños ruegan para que Alemania evite que el mítico estadio se convierta en maldito

APUESTA. Müller quiere marcar dos tantos contra Argentina para ser goleador de un Mundial por segunda vez consecutiva. reuters APUESTA. Müller quiere marcar dos tantos contra Argentina para ser goleador de un Mundial por segunda vez consecutiva. reuters
12 Julio 2014

Por Ignacio Naya, DPA

RÍO DE JANEIRO.- Una victoria de Alemania el domingo es la última oportunidad que le queda al Maracaná de evitar convertirse en un estadio maldito para Brasil.

Sesenta y cuatro años después del inolvidable “Maracanazo”, la cancha más emblemática del país podría ver como Argentina, el “archirrival”, da la vuelta olímpica ante decenas de miles de fans “albicelestes” celebrando eufóricos en las gradas.

Si en el Mundial de 1950 Brasil fue derrotado 2-1 por Uruguay en el partido decisivo, en 2014 el Maracaná tendrá que confiar su honor a Alemania, precisamente el equipo que destruyó a la verdeamarelha en semifinales por 7-1, la peor derrota en la historia del país.

“La pesadilla aumenta”, escribió el diario “O Dia” tras la victoria argentina. “Además de no poder soñar más con el ‘hexa’, los brasileños vamos a tener que convivir con la posibilidad real de un título de nuestros mayores rivales en el escenario máximo del fútbol”, agregaron.

Brasil enterró el complejo de 1950 con cinco títulos mundiales, más que ningún otro país en el mundo. Sin embargo, soñaba con aprovechar su segunda oportunidad en casa para limpiar por siempre el honor del famoso estadio de Río de Janeiro. “La única Copa que nos consolará de haber perdido en el Maracaná es dar la vuelta en el Maracaná”, había dicho, antes del arranque de la Copa el diplomático brasileño Marcos de Azambuja, asegurando también que una victoria argentina en la final sería una desgracia sin límites.

En cualquier caso, para el respetado periodista Juca Kfouri, el Maracaná es la tarjeta de visitas del fútbol brasileño y seguirá siéndolo. “No hay que demolerlo, ni siquiera si Messi hace tres goles”, advirtió.

La sola mención de su nombre evoca fútbol y leyenda. El Maracaná está asociado al fútbol en estado pleno, de gracia. Aunque el corazón del Maracaná dejó hace tiempo de ser algo especial. Al igual que le sucedió al jogo bonito, el aroma romántico que envolvía al estadio que albergará la final del Mundial de Brasil se esfumó en la transición hacia la modernidad. Es el Maracaná, aunque no se parezca a sí mismo.

“Yo creo que perdió el alma, así como el mítico Wembley también la perdió”, afirmó Kfouri, en un resumen de la sensación que embarga a todos aquellos que alguna vez conocieron el viejo estadio.

Y Azambuja fue más allá. Aportó más detalles de lo que era el estadio antes de su remodelación. “El Maracaná de aquellos días intimidaba, no por la característica arquitectónica, sino solamente por la idea humana; de la masa humana”, recordó, asegurando que formó parte de los 200.000 espectadores que se calcula que asistieron al “Maracanazo”.

“No había espacio entre las personas, no había cómo salir ni entrar”, agregó detalles de una jornada que el pueblo brasilero querría borrar de su historia.

Capacidad reducida

Aquel sobrecogedor ambiente es ya parte del pasado. La capacidad del estadio se redujo a 78.000 espectadores, todos sentados. Los accesos son amplios y seguros. Los pasillos, anchos y limpios. Los vestuarios, lujosos. El palco, con zona “VIP”. Y la grada está poblada de cómodos asientos plegables en suaves tonos de amarillo y azul.

En su interior, el Maracaná no difiere mucho del Allianz Arena de Munich, el Soccer City de Johannesburgo o el nuevo Wembley de Londres.

Pero sólo el estadio Azteca de Ciudad de México albergó hasta ahora dos finales mundialistas, algo al alcance únicamente de los grandes templos del fútbol. Pasará mucho tiempo hasta que Brasil tenga la oportunidad de redimir al Maracaná. Mientras tanto, los brasileños se encomiendan a Alemania, la encargada de darle algo de alegría.

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