Una ciudad desierta, en un país en shock

Una ciudad desierta, en un país en shock

Por esas casualidades de la historia, en San Pablo el 9 de julio también es feriado. En el caso del más poderoso de los Estados provinciales, a causa del aniversario de la jura de la Constitución. Así de importante es para los brasileños –en este caso para los paulistas- su Carta Magna. La cuestión es que el 9 de julio de 2014 es el día después. Una película de los ‘80, “El día después”, adivinaba cómo sería el mundo después de un holocausto nuclear. En este caso, el holocausto fue futbolístico y se puede cuantificar. Siete. Siete goles y ningún funeral, sino la ola de tristeza jamás vista.

Entonces la Avenida Paulista está desierta, como las ciudades de “The walking dead”. Los pocos zombis que circulan lo hacen porque no tienen más remedio. El feriado fue un regalo del cielo para una Nación en estado de shock. Todos en casa, comiendo feijoada, mirando llover por la ventana y haciendo fuerza frente al televisor. De haber estado abiertos los supermercados, las tinturas naranjas se habrían agotado. Porque a la amarilla de la selección, la “canarinha”, mejor cambiarle el color o guardarla en el último de los cajones.

No fue una noche tranquila en San Pablo. La quema de ómnibus y el descontento, potenciado por el consumo industrial de cerveza y cachaza, invitó a mantenerse apartado de los grupos que circulaban por el centro y de los principales barrios con cara de muy pocos amigos. Para ponerle un tono más sombrío al paisaje, la muerte del periodista argentino Jorge López, integrante del staff del diario Olé, fue una noticia conmovedora.

Entre tanta congoja, los hinchas argentinos se hicieron ver y escuchar. Las camisetas albicelestes empezaron a manchar la geografía paulista el martes y ayer coparon el centro y la línea de subte que lleva al Arena Corinthians. Esos viajes ya son un clásico de la Copa del Mundo. Empezaron en el Maracaná y siguieron en San Pablo. Trenes de la alegría, de la emoción, con palmas y brasileños mirando. Última estación: Itaquera, el estadio, el fútbol.

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