10 Julio 2014
SALTA.- (De nuestro enviado especial, Leo Noli) La agenda prevista para el miércoles patrio que se fue debió ser modificada sobre la marcha.
El cuerpo técnico de Atlético tenía pensado realizar una práctica formal de fútbol, pero como el predio de Confraternidad no era opción, apostaron a una de las dos canchas que tiene el estadio “Padre Ernesto Martearena” para realizar allí los movimientos que Héctor Rivoira tenía en mente.
La sorpresa del cuerpo técnico se dio cuando llegaron al predio. Uno de los campos estaba ocupado, y el otro, el número dos, el que estaba reservado para los tucumanos, no estaba en las mejores condiciones por lo que el entrenador decidió no arriesgar a sus futbolistas y canceló la sesión de fútbol.
El plantel trabajó, por supuesto que sí. Tareas físicas y aeróbicas. El terreno no estaba en las mejores condiciones para hacer fútbol: piso duro, sectores con tierra y poca calidad de césped, todos ingredientes que podrían provocar lesiones en los “decanos”. Nadie quiso tentar al destino.
El cuerpo técnico de Atlético tenía pensado realizar una práctica formal de fútbol, pero como el predio de Confraternidad no era opción, apostaron a una de las dos canchas que tiene el estadio “Padre Ernesto Martearena” para realizar allí los movimientos que Héctor Rivoira tenía en mente.
La sorpresa del cuerpo técnico se dio cuando llegaron al predio. Uno de los campos estaba ocupado, y el otro, el número dos, el que estaba reservado para los tucumanos, no estaba en las mejores condiciones por lo que el entrenador decidió no arriesgar a sus futbolistas y canceló la sesión de fútbol.
El plantel trabajó, por supuesto que sí. Tareas físicas y aeróbicas. El terreno no estaba en las mejores condiciones para hacer fútbol: piso duro, sectores con tierra y poca calidad de césped, todos ingredientes que podrían provocar lesiones en los “decanos”. Nadie quiso tentar al destino.
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