02 Julio 2014
POR EL TECHO. Los delincuentes levantaron las tejas y pudieron ingresar a las aulas para robar de todo. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
Y un día se llevaron todo. Y al otro día volvieron para llevarse el resto. Y cuando no hubo nada más que llevarse lograron arrancarle hasta las rejas de las puertas. Y así quedó la escuela: saqueada. Vacía. Con los bancos de madera destruidos, las paredes peladas, un agujero en el techo por el que ingresaron varias veces, los armarios sin puertas, la cocina sin horno ni utensilios. Solo sobrevivieron las imágenes de San Expedito y algunas láminas de la Virgen. Eso respetaron. O no le encontraron el valor económico. O peor, ya volverán a llevárselas.
La maestra Berta Valdez saca un candado, abre, destraba una reja, gira la llave en la puerta de madera y de un empujón logra abrirla. Oficia de anfitriona de ese recinto pelado. Pasa un aula, otra y sale al patio cuando ve con horror que otra vez la puerta de la cocina de la escuela está abierta. “Vengan, miren, entraron otra vez”, le dice a la directora, Gloria Silva, y a Graciela Falcón, justamente la maestra de cocina. “¿Y ahora qué se llevaron?”, se preguntan. Esta vez revolvieron los armarios, pero parece que no quedó nada más para llevarse.
Hace dos meses, en la Escuela de Manualidades de Lastenia se robaron el horno pizzero, las ollas y otras fuentes. También destruyeron los trabajos de arte y lograron robarse cuatro máquinas de coser, de esas viejas, con el pie de hierro. Nadie entiende cómo lograron subir todo eso por la tapia sin que los hayan visto. No conformes con eso, al tiempo regresaron para llevarse herramientas de grabado, utensilios de cocina y alguna otra cosa que haya quedado a mano.
En dos meses ingresaron tres veces. Una por el techo de tejas y otras, por las puertas (después de que lograron arrancar las rejas). La escuela depende de la parroquia Santo Cristo. Es uno de los tres anexos que tiene en esa zona. Otra funciona en Colombres y la terera, en San Andrés. La central está en la escuela parroquial.
Hace 55 años que funcionan. Primero, con el objetivo de capacitar a las mujeres para que pudieran ahorrar unos pesos en casa; luego, como una posible capacitación laboral. “No se puede seguir así. Vamos a tener que cerrarla”, expresó Miguel Galland, párroco de la iglesia Santo Cristo de La Banda del Río Salí.
Es que no es la primera vez que les sucede algo así. Hace un par de años -cuenta el sacerdote- les vaciaron una casa de retiros espirituales que funcionaba en Lastenia. “Se llevaron 45 sillas, platos, vasos, cubiertos, colchones, un televisor y su videocasetera”, enumera. Cuando logró dar con los delincuentes tuvo que ver cómo entraban por una puerta de la comisaría y salían por la otra dos días después. Solo recuperaron seis sillas.
Pareciera que en la zona Este de la provincia, una de las más castigada por la pobreza, los saqueos de diciembre no terminaron. “Todos los días a la salida de la escuela les roban a los alumnos los celulares, las zapatillas, lo que sea”, agrega Galland.
Sandra Farías vive a una casa de la escuela de Manualidades y desde que entraron a robar por primera vez decidieron trasladar lo más importante hasta allí para resguardarlo. Un ventilador y algunos telares se salvaron. “No podemos estar así, llevando todo cada vez que salimos”, reconoce Gloria.
A esa institución castigada asisten unas 70 mujeres que todas las tardes aprenden corte y confección, cocina, arte y reciclado y tejido. “Dejan a sus hijos en la escuela y vienen aquí para aprender un oficio”, cuentan las docentes. Pero ahora sin herramientas y con poco ánimo llegó el tiempo de bajar las persianas.
UNA DENUNCIA, POCAS PISTAS
En la comisaría de Lastenia aseguran que están investigando los robos
Quizás porque no tiene sereno, quizás porque hay jóvenes que buscan piezas con algo de valor para revender, quizás porque está ahí a mano... En la comisaría de Lastenia, los policías barajan varias conjeturas para intentar explicar por qué esa escuela es blanco de los delincuentes. “Aquí hay muchos chicos de malvivir”, opina Luis Gallardo, quien se desempeña en esa seccional. Aunque dice que se hizo una sola denuncia hace dos meses, todavía no pescaron a los responsables ni tienen pistas ciertas sobre quiénes pueden haber sido. En tanto, los que pertenecen a ese establecimiento -docentes, alumnos y el párroco de Santo Cristo- le tienen poca fe a la ayuda que pueda venir del cuerpo policial. Lo último que se llevaron los ladrones fue una caja con utensilios de cocina que había sido donada por las mismas alumnas. Ese fue un golpe moral que les quebró el ánimo. “¿Para qué vamos a seguir colaborando, si se roban todo?”, coincidieron las docentes.
La maestra Berta Valdez saca un candado, abre, destraba una reja, gira la llave en la puerta de madera y de un empujón logra abrirla. Oficia de anfitriona de ese recinto pelado. Pasa un aula, otra y sale al patio cuando ve con horror que otra vez la puerta de la cocina de la escuela está abierta. “Vengan, miren, entraron otra vez”, le dice a la directora, Gloria Silva, y a Graciela Falcón, justamente la maestra de cocina. “¿Y ahora qué se llevaron?”, se preguntan. Esta vez revolvieron los armarios, pero parece que no quedó nada más para llevarse.
Hace dos meses, en la Escuela de Manualidades de Lastenia se robaron el horno pizzero, las ollas y otras fuentes. También destruyeron los trabajos de arte y lograron robarse cuatro máquinas de coser, de esas viejas, con el pie de hierro. Nadie entiende cómo lograron subir todo eso por la tapia sin que los hayan visto. No conformes con eso, al tiempo regresaron para llevarse herramientas de grabado, utensilios de cocina y alguna otra cosa que haya quedado a mano.
En dos meses ingresaron tres veces. Una por el techo de tejas y otras, por las puertas (después de que lograron arrancar las rejas). La escuela depende de la parroquia Santo Cristo. Es uno de los tres anexos que tiene en esa zona. Otra funciona en Colombres y la terera, en San Andrés. La central está en la escuela parroquial.
Hace 55 años que funcionan. Primero, con el objetivo de capacitar a las mujeres para que pudieran ahorrar unos pesos en casa; luego, como una posible capacitación laboral. “No se puede seguir así. Vamos a tener que cerrarla”, expresó Miguel Galland, párroco de la iglesia Santo Cristo de La Banda del Río Salí.
Es que no es la primera vez que les sucede algo así. Hace un par de años -cuenta el sacerdote- les vaciaron una casa de retiros espirituales que funcionaba en Lastenia. “Se llevaron 45 sillas, platos, vasos, cubiertos, colchones, un televisor y su videocasetera”, enumera. Cuando logró dar con los delincuentes tuvo que ver cómo entraban por una puerta de la comisaría y salían por la otra dos días después. Solo recuperaron seis sillas.
Pareciera que en la zona Este de la provincia, una de las más castigada por la pobreza, los saqueos de diciembre no terminaron. “Todos los días a la salida de la escuela les roban a los alumnos los celulares, las zapatillas, lo que sea”, agrega Galland.
Sandra Farías vive a una casa de la escuela de Manualidades y desde que entraron a robar por primera vez decidieron trasladar lo más importante hasta allí para resguardarlo. Un ventilador y algunos telares se salvaron. “No podemos estar así, llevando todo cada vez que salimos”, reconoce Gloria.
A esa institución castigada asisten unas 70 mujeres que todas las tardes aprenden corte y confección, cocina, arte y reciclado y tejido. “Dejan a sus hijos en la escuela y vienen aquí para aprender un oficio”, cuentan las docentes. Pero ahora sin herramientas y con poco ánimo llegó el tiempo de bajar las persianas.
UNA DENUNCIA, POCAS PISTAS
En la comisaría de Lastenia aseguran que están investigando los robos
Quizás porque no tiene sereno, quizás porque hay jóvenes que buscan piezas con algo de valor para revender, quizás porque está ahí a mano... En la comisaría de Lastenia, los policías barajan varias conjeturas para intentar explicar por qué esa escuela es blanco de los delincuentes. “Aquí hay muchos chicos de malvivir”, opina Luis Gallardo, quien se desempeña en esa seccional. Aunque dice que se hizo una sola denuncia hace dos meses, todavía no pescaron a los responsables ni tienen pistas ciertas sobre quiénes pueden haber sido. En tanto, los que pertenecen a ese establecimiento -docentes, alumnos y el párroco de Santo Cristo- le tienen poca fe a la ayuda que pueda venir del cuerpo policial. Lo último que se llevaron los ladrones fue una caja con utensilios de cocina que había sido donada por las mismas alumnas. Ese fue un golpe moral que les quebró el ánimo. “¿Para qué vamos a seguir colaborando, si se roban todo?”, coincidieron las docentes.
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