San Pablo ya sufre "la fiebre" de los argentinos

San Pablo ya sufre "la fiebre" de los argentinos

Cientos de hinchas se acercan para comenzar a vivir el partido contra Suiza

FANÁTICOS. Los hinchas ya quieren ver a la Selección. LA GACETA / GUILLERMO MONTI FANÁTICOS. Los hinchas ya quieren ver a la Selección. LA GACETA / GUILLERMO MONTI
Fueron 34 las horas que la hinchada se bancó arriba del ómnibus, desde Retiro a San Pablo. ¿Qué hicieron al llegar al destino? ¿Aprovecharon para descansar? Para nada: se mandaron sin dudarlo rumbo a Itaquera, a gritar por la Selección en la puerta del estadio Arena Corinthians. Las avanzadas de hinchas argentinos se notan desde anoche, desparramadas por infinitos puntos de la ciudad más grande de América del Sur.

Gabriel Bonet, Marcelo López, Matías Luna, Maxi Bianco, Adrián Jerez y Gabriel Esen son de Florencio Varela. Bonet tiene puesta la camiseta de Defensa y Justicia, pero se levanta una manga y muestra el escudo de Boca. “Brasil, decime qué se siente…”, canta la banda mientras la enfoca una cámara de televisión. Junto a ellos celebran los hermanos Gómez, portando una bandera que los identifica como oriundos de General Rodríguez y fanáticos de La Renga. Fútbol y rock. “También está nuestra hermana, Cinthia. No vino hasta acá porque está fundida”, explican.

El goteo de fanáticos es incesante. A los que vienen girando por Brasil se suman los pioneros mundialistas, quienes descubren la magia de la Copa apenas pisan la terminal de ómnibus o el aeropuerto de Congonhas. Serán entre 35.000 y 40.000 los hinchas embanderados de celeste y blanco. Hoy los esperan las mil opciones que ofrece San Pablo, desde el Fan Fest instalado cerca de la Plaza República hasta los shoppings, que se cuentan por cientos. Hablamos de una metrópoli que concentra más de 20 millones de habitantes, la mitad de la población de nuestro país.

La Selección está recluida en el hotel Pullman, esperando el duelo de mañana contra los suizos. Los hinchas merodean por allí con dos objetivos: sacarse una foto con algún jugador (misión casi imposible) o conseguir una entrada (a través de algún dirigente de mano generosa o de la reventa, cuyos precios oscilan entre 400 y 800 dólares por un ticket). Mientras tanto, los brasileños miran con tranquilidad el fenómeno, con un lugar asegurado en cuartos de final. Ellos sufrieron el sábado, ahora –afirman- les toca a los argentinos.

Comentarios