Por Carlos Páez de la Torre H
29 Junio 2014
JUAN LUIS NOUGUES. En 1934, el gobernador de Tucumán lee el último mensaje a la Legislatura. Corrían los últimos días de su complicada administración.
El 15 de junio último, LA GACETA informó que la Junta Electoral Provincial había ordenado la extinción del partido Defensa Provincial (Bandera Blanca), en el ámbito local, esto por “no participar de elecciones o no mantener el número de afiliados, entre otros motivos”.
Termina así, una agrupación política de derecha, con dirigentes combativos y denunciadores, que actuó en Tucumán por espacio de 85 años, desde su constitución oficial en 1929. Sin duda merecen rescatarse los hitos principales de su historia.
En realidad, todo empezó dos años antes, en 1927, cuando se elegía al intendente municipal de San Miguel de Tucumán. El joven Juan Luis Nougués, del Partido Liberal, provocó la fractura de la convención y armó de apuro un grupo disidente, que enarbolaba su candidatura. Los viejos liberales los miraron con una sonrisa de lástima. No consideraban rival serio a novatos que nada sabían de las trenzas y arreglos de la “máquina” tradicional, y terminaron nominando a don Juan Escudé.
La campaña del 27
Nougués se movió con destreza por los barrios. Aseguró que protegería a los pobres y que mejoraría los servicios municipales. Simultáneamente, la Unión Cívica Radical (UCR) desarrollaba también su campaña, dividida en tres fracciones, que encabezaban respectivamente Juan Pedro Gómez, el doctor Alejandro Pérez y el doctor Tulio Peirano.
Y por su lado, los estudiantes secundarios, para divertirse un poco, habían armado un “Partido Estudiantil Obrero”, cuyo candidato era un tal Fernández, deficiente mental. Los incansables muchachos lo utilizaban para cuanta broma gruesa se les ocurría: desde exhibirlo en las vidrieras hasta hacerlo pronunciar vociferantes arengas sobre un banco de la plaza Independencia.
El flamante partido de Nougués se denominaba “Defensa Comunal”. Sus símbolos eran banderas blancas y pañuelos blancos, por lo que la gente los llamaba “los blancos” o “los banderitas”. Según Isaías Nougués, hermano de Juan Luis, optaron por el blanco, síntesis de todos los colores, porque su grupo quería sintetizar todas las ideologías. Y también porque el blanco acompañaba a los seres en todas las etapas de la vida: era el color de los pañales y también el color de la mortaja...
“Blancos” y “banderitas”
Con esa divisa y técnicas nuevas (“a la norteamericana”, decía la gente) de proselitismo, que iban desde la masiva pegatina de carteles hasta la indumentaria –obviamente blanca- del candidato en sus apariciones de barricada, la agrupación fue adquiriendo cierta fuerza.
Un poco por curiosidad y otro poco por simpatía y ganas de renovar, el vecindario apoyó a Nougués. El 1 de mayo de 1927, día en que Juan Luis cumplía 29 años, se realizó la elección. El recuento dio la sorpresa de 4.731 votos para la Defensa Comunal, lo que significó la mayoría en el Concejo Deliberante y la intendencia para Nougués.
Detrás, venían las tres fracciones radicales, (Gómez, 4.177; Pérez, 2.065 y Peirano, 2.067) mientras el Partido Liberal apenas sacó 991 votos. Más habían obtenido los estudiantes, cuyos 1.118 sufragios fueron suficientes para que el pobre Fernández –en las horas previas a la anulación de su diploma por inhabilidad mental- se sintiera todo un triunfador.
El éxito y el partido
Nougués asumió el 1 de junio. No es el caso de hacer la historia de su audaz y progresista intendencia. Pero sus logros lo movieron, en 1929, a presentarse a la reelección. Dimitió el 8 de abril para dedicarse a esa campaña, y en su reemplazo fue elegido el doctor Julio Prebisch.
Las elecciones fueron el 5 de mayo. La Defensa Comunal logró 10.674 votos, contra los 6.763 del candidato radical, doctor Antonio Torres. Así, el 1 de junio, Juan Luis Nougués volvió a sentarse en el sillón de intendente. Pocos meses después, el 1 de diciembre, en la asamblea que juntó un millar de personas en el Politeama Argentino (9 de Julio y Las Piedras) quedó constituido oficialmente el partido, con el nombre de “Defensa Provincial (Bandera Blanca)”.
Enfrentado con el gobierno radical del ingeniero José G. Sortheix, el intendente Nougués terminaría intervenido por ley del 9 de mayo de 1930. Cuando lo reemplazó el comisionado Ercolino Lemme, una multitud lo llevó en andas hasta su casa. Y el 18 de mayo se realizó en la plaza Independencia un acto de magnitud nunca vista (12.000 a 14.000 personas, calculaba LA GACETA), protestando por la intervención. Para hablar allí llegaron especialmente, desde Buenos Aires, los legisladores nacionales doctores Federico Cantoni, Antonio de Tomaso y Federico Pinedo.
La gobernación
Vino después la revolución de 1930, que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y abrió un paréntesis en la actividad política. Esto dio tiempo a la Bandera Blanca para fortificar sus cuadros y presentar la candidatura de Juan Luis Nougués a gobernador, en las elecciones de noviembre de 1931.
La abstención de la UCR en todo el país benefició en Tucumán a la Bandera Blanca. Reunido el Colegio Electoral el 5 de febrero de 1932, la primera votación dio 26 sufragios a Nougués, contra 21 del candidato del flamante Partido Demócrata Nacional, doctor Adolfo Piossek; 6 del candidato socialista, doctor Mario Bravo y 1 del doctor Gregorio Aráoz Alfaro. En la segunda rueda, los socialistas transfirieron sus votos a la Bandera Blanca, que tuvo así la mayoría necesaria para el triunfo. El 18 de febrero, Juan Luis Nougués juraba como gobernador ante la Asamblea Legislativa.
No pudo el gobernador repetir los éxitos del intendente. Jaqueado por huelgas y por la insolvencia del tesoro público, trató se salir del paso imponiendo un gravamen a la molienda azucarera. Esto lo enfrentó con los industriales y con el Gobierno Nacional. Además, perdió la mayoría legislativa cuando la UCR local resolvió concurrir a las elecciones. En suma, el gobierno de la Bandera Blanca duró 28 meses. Terminó entre las turbulencias de un juicio político, con la intervención federal, dispuesta en junio de 1934.
Isaías Nougués al mando
Un mes antes de dejar Juan Luis Nougués el gobierno, su hermano Isaías entraba a la Legislatura. Desde entonces lo acompañaría, con fuerza y entusiasmo, en la etapa posterior. Dos veces más, la Bandera Blanca postuló a Juan Luis para la Intendencia, en las elecciones donde se impusieron respectivamente el doctor Roque Raúl Aragón (1936) y el doctor José Lozano Muñoz (1939), ambos radicales.
Entonces, Juan Luis se retiró de la política. La jefatura quedó a cargo de Isaías Nougués, quien pudo hacer una buena elección en 1943 y ganar la intendencia municipal para la Bandera Blanca. Aunque por poco tiempo: la revolución del 4 de junio lo respetó un rato (sustituyendo su título de intendente por el de interventor), pero finalmente lo desalojó.
Después, el advenimiento arrollador del peronismo barrió con las posibilidades de la Bandera Blanca, a pesar de que el partido no entró en la Unión Democrática de 1945. Su caudal quedó reducido sólo a algunas diputaciones provinciales y concejalías. Tres años antes de su muerte (que ocurrió el 10 de marzo de 1960) Juan Luis Nougués volvió a la política. La Bandera Blanca lo postuló en 1957 para gobernador, en las elecciones donde triunfó Celestino Gelsi, de la UCR Intransigente.
Isaías Nougués logró dos bancas de diputado nacional, en 1960-62 y 1963-66 y siguió conduciendo el partido hasta su muerte (17 de noviembre de 1978), secundado por el doctor Ezequiel Ávila Gallo.
Breve renacimiento
Al fallecer Nougués, asumiría totalmente Ávila Gallo la jefatura de la Bandera Blanca, ya muy escasa de votos. Al reinstalarse la democracia, en 1983, obtuvo apenas 665 sufragios.
Un súbito –si bien breve- renacimiento electoral del partido ocurrió en 1987, cuando postuló para gobernador a Antonio Domingo Bussi. En las elecciones de setiembre de ese año, el novísimo candidato de la Bandera Blanca logró 98.000 votos (que representaban el 18,6 por ciento de los emitidos), mientras Ávila Gallo ganaba una banca de diputado nacional.
Pero pronto se produjo la ruptura entre Ávila Gallo y Bussi. Éste fundó (julio de 1988) su propio partido, con lo que los votantes de la Bandera Blanca se redujeron a la escasa cifra habitual. La muerte, el 18 de febrero de 2013, evitó al doctor Ávila Gallo la tristeza de asistir al final de su partido.
Termina así, una agrupación política de derecha, con dirigentes combativos y denunciadores, que actuó en Tucumán por espacio de 85 años, desde su constitución oficial en 1929. Sin duda merecen rescatarse los hitos principales de su historia.
En realidad, todo empezó dos años antes, en 1927, cuando se elegía al intendente municipal de San Miguel de Tucumán. El joven Juan Luis Nougués, del Partido Liberal, provocó la fractura de la convención y armó de apuro un grupo disidente, que enarbolaba su candidatura. Los viejos liberales los miraron con una sonrisa de lástima. No consideraban rival serio a novatos que nada sabían de las trenzas y arreglos de la “máquina” tradicional, y terminaron nominando a don Juan Escudé.
La campaña del 27
Nougués se movió con destreza por los barrios. Aseguró que protegería a los pobres y que mejoraría los servicios municipales. Simultáneamente, la Unión Cívica Radical (UCR) desarrollaba también su campaña, dividida en tres fracciones, que encabezaban respectivamente Juan Pedro Gómez, el doctor Alejandro Pérez y el doctor Tulio Peirano.
Y por su lado, los estudiantes secundarios, para divertirse un poco, habían armado un “Partido Estudiantil Obrero”, cuyo candidato era un tal Fernández, deficiente mental. Los incansables muchachos lo utilizaban para cuanta broma gruesa se les ocurría: desde exhibirlo en las vidrieras hasta hacerlo pronunciar vociferantes arengas sobre un banco de la plaza Independencia.
El flamante partido de Nougués se denominaba “Defensa Comunal”. Sus símbolos eran banderas blancas y pañuelos blancos, por lo que la gente los llamaba “los blancos” o “los banderitas”. Según Isaías Nougués, hermano de Juan Luis, optaron por el blanco, síntesis de todos los colores, porque su grupo quería sintetizar todas las ideologías. Y también porque el blanco acompañaba a los seres en todas las etapas de la vida: era el color de los pañales y también el color de la mortaja...
“Blancos” y “banderitas”
Con esa divisa y técnicas nuevas (“a la norteamericana”, decía la gente) de proselitismo, que iban desde la masiva pegatina de carteles hasta la indumentaria –obviamente blanca- del candidato en sus apariciones de barricada, la agrupación fue adquiriendo cierta fuerza.
Un poco por curiosidad y otro poco por simpatía y ganas de renovar, el vecindario apoyó a Nougués. El 1 de mayo de 1927, día en que Juan Luis cumplía 29 años, se realizó la elección. El recuento dio la sorpresa de 4.731 votos para la Defensa Comunal, lo que significó la mayoría en el Concejo Deliberante y la intendencia para Nougués.
Detrás, venían las tres fracciones radicales, (Gómez, 4.177; Pérez, 2.065 y Peirano, 2.067) mientras el Partido Liberal apenas sacó 991 votos. Más habían obtenido los estudiantes, cuyos 1.118 sufragios fueron suficientes para que el pobre Fernández –en las horas previas a la anulación de su diploma por inhabilidad mental- se sintiera todo un triunfador.
El éxito y el partido
Nougués asumió el 1 de junio. No es el caso de hacer la historia de su audaz y progresista intendencia. Pero sus logros lo movieron, en 1929, a presentarse a la reelección. Dimitió el 8 de abril para dedicarse a esa campaña, y en su reemplazo fue elegido el doctor Julio Prebisch.
Las elecciones fueron el 5 de mayo. La Defensa Comunal logró 10.674 votos, contra los 6.763 del candidato radical, doctor Antonio Torres. Así, el 1 de junio, Juan Luis Nougués volvió a sentarse en el sillón de intendente. Pocos meses después, el 1 de diciembre, en la asamblea que juntó un millar de personas en el Politeama Argentino (9 de Julio y Las Piedras) quedó constituido oficialmente el partido, con el nombre de “Defensa Provincial (Bandera Blanca)”.
Enfrentado con el gobierno radical del ingeniero José G. Sortheix, el intendente Nougués terminaría intervenido por ley del 9 de mayo de 1930. Cuando lo reemplazó el comisionado Ercolino Lemme, una multitud lo llevó en andas hasta su casa. Y el 18 de mayo se realizó en la plaza Independencia un acto de magnitud nunca vista (12.000 a 14.000 personas, calculaba LA GACETA), protestando por la intervención. Para hablar allí llegaron especialmente, desde Buenos Aires, los legisladores nacionales doctores Federico Cantoni, Antonio de Tomaso y Federico Pinedo.
La gobernación
Vino después la revolución de 1930, que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y abrió un paréntesis en la actividad política. Esto dio tiempo a la Bandera Blanca para fortificar sus cuadros y presentar la candidatura de Juan Luis Nougués a gobernador, en las elecciones de noviembre de 1931.
La abstención de la UCR en todo el país benefició en Tucumán a la Bandera Blanca. Reunido el Colegio Electoral el 5 de febrero de 1932, la primera votación dio 26 sufragios a Nougués, contra 21 del candidato del flamante Partido Demócrata Nacional, doctor Adolfo Piossek; 6 del candidato socialista, doctor Mario Bravo y 1 del doctor Gregorio Aráoz Alfaro. En la segunda rueda, los socialistas transfirieron sus votos a la Bandera Blanca, que tuvo así la mayoría necesaria para el triunfo. El 18 de febrero, Juan Luis Nougués juraba como gobernador ante la Asamblea Legislativa.
No pudo el gobernador repetir los éxitos del intendente. Jaqueado por huelgas y por la insolvencia del tesoro público, trató se salir del paso imponiendo un gravamen a la molienda azucarera. Esto lo enfrentó con los industriales y con el Gobierno Nacional. Además, perdió la mayoría legislativa cuando la UCR local resolvió concurrir a las elecciones. En suma, el gobierno de la Bandera Blanca duró 28 meses. Terminó entre las turbulencias de un juicio político, con la intervención federal, dispuesta en junio de 1934.
Isaías Nougués al mando
Un mes antes de dejar Juan Luis Nougués el gobierno, su hermano Isaías entraba a la Legislatura. Desde entonces lo acompañaría, con fuerza y entusiasmo, en la etapa posterior. Dos veces más, la Bandera Blanca postuló a Juan Luis para la Intendencia, en las elecciones donde se impusieron respectivamente el doctor Roque Raúl Aragón (1936) y el doctor José Lozano Muñoz (1939), ambos radicales.
Entonces, Juan Luis se retiró de la política. La jefatura quedó a cargo de Isaías Nougués, quien pudo hacer una buena elección en 1943 y ganar la intendencia municipal para la Bandera Blanca. Aunque por poco tiempo: la revolución del 4 de junio lo respetó un rato (sustituyendo su título de intendente por el de interventor), pero finalmente lo desalojó.
Después, el advenimiento arrollador del peronismo barrió con las posibilidades de la Bandera Blanca, a pesar de que el partido no entró en la Unión Democrática de 1945. Su caudal quedó reducido sólo a algunas diputaciones provinciales y concejalías. Tres años antes de su muerte (que ocurrió el 10 de marzo de 1960) Juan Luis Nougués volvió a la política. La Bandera Blanca lo postuló en 1957 para gobernador, en las elecciones donde triunfó Celestino Gelsi, de la UCR Intransigente.
Isaías Nougués logró dos bancas de diputado nacional, en 1960-62 y 1963-66 y siguió conduciendo el partido hasta su muerte (17 de noviembre de 1978), secundado por el doctor Ezequiel Ávila Gallo.
Breve renacimiento
Al fallecer Nougués, asumiría totalmente Ávila Gallo la jefatura de la Bandera Blanca, ya muy escasa de votos. Al reinstalarse la democracia, en 1983, obtuvo apenas 665 sufragios.
Un súbito –si bien breve- renacimiento electoral del partido ocurrió en 1987, cuando postuló para gobernador a Antonio Domingo Bussi. En las elecciones de setiembre de ese año, el novísimo candidato de la Bandera Blanca logró 98.000 votos (que representaban el 18,6 por ciento de los emitidos), mientras Ávila Gallo ganaba una banca de diputado nacional.
Pero pronto se produjo la ruptura entre Ávila Gallo y Bussi. Éste fundó (julio de 1988) su propio partido, con lo que los votantes de la Bandera Blanca se redujeron a la escasa cifra habitual. La muerte, el 18 de febrero de 2013, evitó al doctor Ávila Gallo la tristeza de asistir al final de su partido.
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