26 Junio 2014
Cultivar el valor del diálogo y estimular el encuentro en una cultura acostumbrada al conflicto es difícil, pero no imposible. Eso plantea el presidente de la Academia de Educación, Pedro Luis Barcia, que esta tarde, a las 19.30, disertará en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, en 25 de Mayo 471. La disertación, llamada “La cultura del encuentro y el diálogo de las culturas”, ha sido organizada por la Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán, que incorporará a Barcia como miembro correspondiente.
Barcia considera que la cultura del conflicto rige de tal modo que en Argentina “la tendencia al maniqueísmo, a la confrontación y a la oposición de contrarios es casi el caldo de cultivo propicio para que el conflicto se instale a propósito de cualquier cosa”. “Eso se puede ver en todo lo que es el plano de la lengua, en la guerra de los precios y hasta la batalla de las vedettes o cosas por el estilo”.
Sin embargo, agrega, hay en nuestro país una tendencia característica a la apertura hacia el mundo, y que le ha permitido vincularse de otro modo e incorporar la cultura universal. Esa tendencia ha sido destacada por Víctor Massuh en su ensayo “Diálogo de las culturas” (publicado en 1956). Barcia dice que Massuh es un precursor en este sentido, porque “inicia esta preocupación por el diálogo cultural a nivel mundial, que en ese entonces no se daba. A esta idea la va a poder desarrollar mucho más tardíamente cuando está en la Unesco como encargado general de la parte cultural”.
El diálogo de culturas es un tipo de encuentro. Otra modalidad es el interreligioso, gestado hace tres lustros en Buenos Aires por monseñor Jorge Mario Bergoglio (hoy papa Francisco). Barcia dice que también fue precursor en eso el Papa. “Esa actitud que a nosotros se nos hizo común porque aparecía en los diarios, era insólita en América”. El conferencista dice que ese encuentro ha sido muy rico, porque permite abarcar los aspectos de la vida social: el político, el familiar, el generacional, etcétera.
Barcia considera que la cultura del conflicto rige de tal modo que en Argentina “la tendencia al maniqueísmo, a la confrontación y a la oposición de contrarios es casi el caldo de cultivo propicio para que el conflicto se instale a propósito de cualquier cosa”. “Eso se puede ver en todo lo que es el plano de la lengua, en la guerra de los precios y hasta la batalla de las vedettes o cosas por el estilo”.
Sin embargo, agrega, hay en nuestro país una tendencia característica a la apertura hacia el mundo, y que le ha permitido vincularse de otro modo e incorporar la cultura universal. Esa tendencia ha sido destacada por Víctor Massuh en su ensayo “Diálogo de las culturas” (publicado en 1956). Barcia dice que Massuh es un precursor en este sentido, porque “inicia esta preocupación por el diálogo cultural a nivel mundial, que en ese entonces no se daba. A esta idea la va a poder desarrollar mucho más tardíamente cuando está en la Unesco como encargado general de la parte cultural”.
El diálogo de culturas es un tipo de encuentro. Otra modalidad es el interreligioso, gestado hace tres lustros en Buenos Aires por monseñor Jorge Mario Bergoglio (hoy papa Francisco). Barcia dice que también fue precursor en eso el Papa. “Esa actitud que a nosotros se nos hizo común porque aparecía en los diarios, era insólita en América”. El conferencista dice que ese encuentro ha sido muy rico, porque permite abarcar los aspectos de la vida social: el político, el familiar, el generacional, etcétera.