26 Junio 2014
EN EL IAM. Korstanje muestra a Arenas el mapa de la Ciudacita que elaboró sobre el sitio ahora declarado patrimonio de la humanidad. la gaceta / foto de julio marengo
Ellas sostienen -y lo argumentan- que La Ciudacita y sobre todo el Camino del Inca son dignos candidatos a convertirse en la próxima Quebrada de Humahuaca. Pero la comparación con el emblemático corredor jujeño no es, ni mínimamente, una posibilidad esperanzadora.Enfatizan que en esa área, la declaratoria como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, en 2003, no consiguió detener la depredación al patrimonio, la alteración del paisaje natural y el avasallamiento de las costumbres de sus comunidades.
“Grandes capitales del mundo han instalado hoteles al estilo Puerto Madero, con una iluminación enceguecedora, en los que la gente del lugar trabaja limpiando los baños”, resume la antropóloga Patricia Arenas, ex directora del Instituto de Arqueología y Museo de la UNT (IAM). Ella habla de los proyectos similares a los de Unesco como “nuevas formas de colonialismo”. “Estos proyectos -sostiene- tienen que ver con ciertas estrategias de apropiación del territorio. Son proyectos superestructurales, europeos, de ciertos contextos. Hay colegas que festejan (la declaratoria) sin hacer una reflexión crítica de qué significa. La experiencia de la Quebrada de Humahuaca, que está escrita en varios trabajos, ha sido desastrosa”.
La arqueóloga Alejandra Korstanje, también ex directora del IAM, se unió en 2004 al equipo local que armó el expediente que derivó en la declaratoria conseguida el sábado pasado. Pero renunció en 2010 cuando las acciones y las inacciones que veía en el avance del proyecto se volvieron para ella intolerables.
“Creo que este tipo de proyectos podrían llegar a buen puerto si las comunidades locales, las que habitan el territorio de sus ancestros, fuesen las legítimas interesadas en que se hiciera esto. Pero las consultas que se llevaron a cabo fueron flojísimas, entonces van a terminar primando otros intereses”, justificó.
Según Korstanje, quien redactó una extensa nota argumentando su renuncia en aquella oportunidad, el interés turístico del Camino del Inca (“Qhapac Ñan”, en quechua), nunca figuró en las bases del proyecto que se desarrolló pero que, sin embargo, el turismo fue “el interés oculto” en todo momento. “Los colegas que festejan la designación de la Unesco tienen la fantasía de que a partir de ahora se invertirá en investigación y conservación, pero nadie garantiza esto. La Unesco solamente pone el sello, una especie de certificado de calidad que sí, puede facilitar el acceso a financiación de diversos organismos, pero depende de la voluntad política de los Gobiernos que estos fondos se destinen a investigación y conservación. Es por esto que La Ciudacita corre el riesgo de convertirse en la nueva Machu Picchu, hoy Patrimonio de la Humanidad, pero también centro de fabulosos negocios turísticos con escasos resguardo del patrimonio y participación de sus comunidades”, fustigó.
Investigar y conservar
Korstanje es una de las científicas que más investigó las ruinas de La Ciudacita, el sitio arqueológico ubicado a 4.400 metros sobre el nivel del mar. y que entró al listado de la Unesco por formar parte del corredor vial andino Qhapac Ñan. Admite que es muy poco lo que se sabe sobre este emblemático punto y duda de que con la declaratoria se garantice la profundización de las investigaciones.
“Todos los trabajos que hicimos son superficiales, porque nunca hubo fondos para investigar, para hacer excavaciones. Hay muchas hipótesis sobre qué funcionó ahí e incluso de las épocas a las que perteneció, porque hay un sector eminentemente incaico pero otro que quizás haya sido anterior. Lo cierto es que se hicieron las cosas al revés: antes de declarar Patrimonio se tendría que haber investigado, luego conservado y recién declarado”, reclamó. Arenas, en tanto, advirtió que las consecuencias de intervenir en el lugar y luego investigar están a la vista: “las ruinas de Quilmes son el ejemplo. Se perdió valiosísima información porque ha primado la explotación turística”, señaló.
“Grandes capitales del mundo han instalado hoteles al estilo Puerto Madero, con una iluminación enceguecedora, en los que la gente del lugar trabaja limpiando los baños”, resume la antropóloga Patricia Arenas, ex directora del Instituto de Arqueología y Museo de la UNT (IAM). Ella habla de los proyectos similares a los de Unesco como “nuevas formas de colonialismo”. “Estos proyectos -sostiene- tienen que ver con ciertas estrategias de apropiación del territorio. Son proyectos superestructurales, europeos, de ciertos contextos. Hay colegas que festejan (la declaratoria) sin hacer una reflexión crítica de qué significa. La experiencia de la Quebrada de Humahuaca, que está escrita en varios trabajos, ha sido desastrosa”.
La arqueóloga Alejandra Korstanje, también ex directora del IAM, se unió en 2004 al equipo local que armó el expediente que derivó en la declaratoria conseguida el sábado pasado. Pero renunció en 2010 cuando las acciones y las inacciones que veía en el avance del proyecto se volvieron para ella intolerables.
“Creo que este tipo de proyectos podrían llegar a buen puerto si las comunidades locales, las que habitan el territorio de sus ancestros, fuesen las legítimas interesadas en que se hiciera esto. Pero las consultas que se llevaron a cabo fueron flojísimas, entonces van a terminar primando otros intereses”, justificó.
Según Korstanje, quien redactó una extensa nota argumentando su renuncia en aquella oportunidad, el interés turístico del Camino del Inca (“Qhapac Ñan”, en quechua), nunca figuró en las bases del proyecto que se desarrolló pero que, sin embargo, el turismo fue “el interés oculto” en todo momento. “Los colegas que festejan la designación de la Unesco tienen la fantasía de que a partir de ahora se invertirá en investigación y conservación, pero nadie garantiza esto. La Unesco solamente pone el sello, una especie de certificado de calidad que sí, puede facilitar el acceso a financiación de diversos organismos, pero depende de la voluntad política de los Gobiernos que estos fondos se destinen a investigación y conservación. Es por esto que La Ciudacita corre el riesgo de convertirse en la nueva Machu Picchu, hoy Patrimonio de la Humanidad, pero también centro de fabulosos negocios turísticos con escasos resguardo del patrimonio y participación de sus comunidades”, fustigó.
Investigar y conservar
Korstanje es una de las científicas que más investigó las ruinas de La Ciudacita, el sitio arqueológico ubicado a 4.400 metros sobre el nivel del mar. y que entró al listado de la Unesco por formar parte del corredor vial andino Qhapac Ñan. Admite que es muy poco lo que se sabe sobre este emblemático punto y duda de que con la declaratoria se garantice la profundización de las investigaciones.
“Todos los trabajos que hicimos son superficiales, porque nunca hubo fondos para investigar, para hacer excavaciones. Hay muchas hipótesis sobre qué funcionó ahí e incluso de las épocas a las que perteneció, porque hay un sector eminentemente incaico pero otro que quizás haya sido anterior. Lo cierto es que se hicieron las cosas al revés: antes de declarar Patrimonio se tendría que haber investigado, luego conservado y recién declarado”, reclamó. Arenas, en tanto, advirtió que las consecuencias de intervenir en el lugar y luego investigar están a la vista: “las ruinas de Quilmes son el ejemplo. Se perdió valiosísima información porque ha primado la explotación turística”, señaló.
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