23 Junio 2014
NIÑOS CANTORES. Ellos cantaron por primera vez el himno del CEN. la gaceta / fotos de diego aráoz
Un cielo diáfano, un sol tibio, un domingo que invitaba a compartir en familia... Todas las condiciones se daban para que ayer la Fiesta de Corpus Christi (del Cuerpo y Sangre de Jesucristo) fuera una de las más numerosas que se recuerde. Alrededor de 10.000 personas coparon la plaza Independencia, desde las 15.30 y hasta pasadas las 19.30. Fueron cuatro horas de cantos, honras al Santísimo y emoción al escuchar por primera vez el Himno del Congreso Eucarístico Nacional 2016, hacia cuya preparación el arzobispo monseñor Alfredo Zecca lanzó oficialmente a la iglesia de Tucumán. El logo encabeza esta nota.
El encuentro se abrió con la proyección de un video institucional sobre el congreso, en pantalla gigante. Luego se leyó la oración del congreso (ver aparte) desde las estampas que se repartieron a todos los fieles. Y después un coro de niños dirigido por Ana María Ternavasio entonó el himno del congreso. Todo se realizó alrededor del altar levantado frente a la Catedral y adornado con crisantemos amarillos y blancos, bajo el lema de la fiesta: “Pan vivo bajado del cielo”. La imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Merced, custodiada por cadetes de la Escuela de Policía, presidió todos los actos.
“Señor de la historia”
“Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos” es el lema del Congreso Eucarístico Nacional 2016. En su homilía, monseñor Zecca explicó el sentido de esta frase. “Significa que nuestro pueblo no se entiende sin esta presencia y esta fe en Dios, en Jesucristo y en la Virgen Santísima”, afirmó el prelado. “Esto forma parte de nuestra identidad cultural más profunda”, dijo. “No hay pueblo sin memoria y sin proyecto, tampoco hay pueblo sin futuro. No hay pueblo sin unidad y no hay pueblo sin amistad social”, remarcó.
“Hoy más que nunca debemos decir: ‘Jesucristo Señor de la historia, te necesitamos”, destacó. Y también recordó que ya el año pasado había destacado la necesidad de responder al pedido del Santo Padre de poner a la Iglesia toda a misionar, “que la misión sea el paradigma de la iglesia”.
Al explicar el sentido de Iglesia misionera, monseñor Zecca dijo que “no es simplemente venir a adorar a Jesús sino salir al encuentro del otro, no esperar a que él venga sino tomar la iniciativa. Y no solamente salir al encuentro de los católicos, sino también de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar una cultura del encuentro en la Patria. Sin duda salimos a predicar la fe, pero también esa fe tiene que prolongarse en la amistad social. Hay que gestar una cultura del encuentro. ¡Y vaya que tenemos una historia de falta de reconciliación y de desencuentros! Pero ese encuentro será imposible sin corazones dispuestos al diálogo, sin corazones que entiendan que el diálogo presupone una verdad que se comparte y no una verdad que se construye, no un mero acuerdo de voluntades”. El arzobispo convocó a toda la Iglesia a ser “discípulos y misioneros”. “Quisiera convocar a toda la Arquidiócesis a una actitud misionera, a una estado de misión y de preparación para el Congreso Eucarístico”, remarcó.
Luego de la misa, a la que concurrió el arzobispo emérito, monseñor Luis Héctor Villalba, se realizó la procesión con el Santísimo alrededor de la plaza. La multitud se desplazó por todo el ancho de la calle y desbordó por los veredones de la plaza. Al final, se hizo una adoración masiva de Cristo Eucaristía y se cantó el himno nacional.
El encuentro se abrió con la proyección de un video institucional sobre el congreso, en pantalla gigante. Luego se leyó la oración del congreso (ver aparte) desde las estampas que se repartieron a todos los fieles. Y después un coro de niños dirigido por Ana María Ternavasio entonó el himno del congreso. Todo se realizó alrededor del altar levantado frente a la Catedral y adornado con crisantemos amarillos y blancos, bajo el lema de la fiesta: “Pan vivo bajado del cielo”. La imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Merced, custodiada por cadetes de la Escuela de Policía, presidió todos los actos.
“Señor de la historia”
“Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos” es el lema del Congreso Eucarístico Nacional 2016. En su homilía, monseñor Zecca explicó el sentido de esta frase. “Significa que nuestro pueblo no se entiende sin esta presencia y esta fe en Dios, en Jesucristo y en la Virgen Santísima”, afirmó el prelado. “Esto forma parte de nuestra identidad cultural más profunda”, dijo. “No hay pueblo sin memoria y sin proyecto, tampoco hay pueblo sin futuro. No hay pueblo sin unidad y no hay pueblo sin amistad social”, remarcó.
“Hoy más que nunca debemos decir: ‘Jesucristo Señor de la historia, te necesitamos”, destacó. Y también recordó que ya el año pasado había destacado la necesidad de responder al pedido del Santo Padre de poner a la Iglesia toda a misionar, “que la misión sea el paradigma de la iglesia”.
Al explicar el sentido de Iglesia misionera, monseñor Zecca dijo que “no es simplemente venir a adorar a Jesús sino salir al encuentro del otro, no esperar a que él venga sino tomar la iniciativa. Y no solamente salir al encuentro de los católicos, sino también de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar una cultura del encuentro en la Patria. Sin duda salimos a predicar la fe, pero también esa fe tiene que prolongarse en la amistad social. Hay que gestar una cultura del encuentro. ¡Y vaya que tenemos una historia de falta de reconciliación y de desencuentros! Pero ese encuentro será imposible sin corazones dispuestos al diálogo, sin corazones que entiendan que el diálogo presupone una verdad que se comparte y no una verdad que se construye, no un mero acuerdo de voluntades”. El arzobispo convocó a toda la Iglesia a ser “discípulos y misioneros”. “Quisiera convocar a toda la Arquidiócesis a una actitud misionera, a una estado de misión y de preparación para el Congreso Eucarístico”, remarcó.
Luego de la misa, a la que concurrió el arzobispo emérito, monseñor Luis Héctor Villalba, se realizó la procesión con el Santísimo alrededor de la plaza. La multitud se desplazó por todo el ancho de la calle y desbordó por los veredones de la plaza. Al final, se hizo una adoración masiva de Cristo Eucaristía y se cantó el himno nacional.
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