Por Leo Noli
22 Junio 2014
REZO AL CIELO. Omeruo festeja el triunfo de Nigeria que lo deja a un paso de la clasificación a octavos de final del Mundial.
Si hubo algo de ese morbo de tensión y duda hasta el final fue porque Nigeria no liquidó el partido con Bosnia y Bosnia, después de un gol a favor mal anulado estando el match 0 a 0, se cayó. Nigeria fue más y por eso, salvedad aparte, se llevó tres puntos de oro, el segundo lugar del grupo F de nuestra Argentina líder, y en la próxima fecha definirá el número uno con Messi y compañía.
Que este Mundial está bastante loco, seguro. La paridad entre uno es notable. El favorito deja de serlo cuando pisa la cancha, y el que venía de punto generalmente supera a la banca. Bosnia era una de las frutillas del postre que prometía en Brasil, pero quedó en eso, en promesa. Contra la Selección presionó, apretó y hasta complicó al punto de que hubo ganas de pedir la hora en el 2-1 bien nacional.
Ayer, en cambio, frente a un equipo que se cerró bien atrás y que esperó la contra, fue un suspiro en un recital de rock. Nada de Bosnia que, para colmo, sufrió por una falla ajena a su escaso fútbol: Edin Dzeko recibió un pase a la carrera, burló bien el fuera de juego y definió como sabe en Manchester City. Gol, 1-0. No, no. Off side, decretó el juez O’Leary a instancias de unos de sus asistentes. Mal ahí.
Ese fue el golpe letal. Nigeria, que no ganaba un partido en sus últimas dos presentaciones en copas del Mundo (Corea y Japón 2002 y Sudáfrica 2010), se apoyó en Emenike y saltó a la fama. El moreno delantero se hartó de surcar su perfil derecho, enloqueció a su marca y trepó a la zona prometida hasta tirar atrás el pase de la muerte. Peter Odemwingie no dudo y detonó el balón con un toque preciso para el triunfo parcial.
En el complemento, Bosnia parecía verse ganador. No se le cayó una idea como la gente. Y Nigeria, cómodo en la suya, tampoco aprovechó la cantidad de contras que tuvo para cerrar el resultado. En unas falló por mérito propio y en otras por la buena tarea del arquero Begovic. Y cuando estaba todo dicho, entre Enyeama y el palo sostuvieron una victoria nigeriana que le da calor al grupo F.
Que este Mundial está bastante loco, seguro. La paridad entre uno es notable. El favorito deja de serlo cuando pisa la cancha, y el que venía de punto generalmente supera a la banca. Bosnia era una de las frutillas del postre que prometía en Brasil, pero quedó en eso, en promesa. Contra la Selección presionó, apretó y hasta complicó al punto de que hubo ganas de pedir la hora en el 2-1 bien nacional.
Ayer, en cambio, frente a un equipo que se cerró bien atrás y que esperó la contra, fue un suspiro en un recital de rock. Nada de Bosnia que, para colmo, sufrió por una falla ajena a su escaso fútbol: Edin Dzeko recibió un pase a la carrera, burló bien el fuera de juego y definió como sabe en Manchester City. Gol, 1-0. No, no. Off side, decretó el juez O’Leary a instancias de unos de sus asistentes. Mal ahí.
Ese fue el golpe letal. Nigeria, que no ganaba un partido en sus últimas dos presentaciones en copas del Mundo (Corea y Japón 2002 y Sudáfrica 2010), se apoyó en Emenike y saltó a la fama. El moreno delantero se hartó de surcar su perfil derecho, enloqueció a su marca y trepó a la zona prometida hasta tirar atrás el pase de la muerte. Peter Odemwingie no dudo y detonó el balón con un toque preciso para el triunfo parcial.
En el complemento, Bosnia parecía verse ganador. No se le cayó una idea como la gente. Y Nigeria, cómodo en la suya, tampoco aprovechó la cantidad de contras que tuvo para cerrar el resultado. En unas falló por mérito propio y en otras por la buena tarea del arquero Begovic. Y cuando estaba todo dicho, entre Enyeama y el palo sostuvieron una victoria nigeriana que le da calor al grupo F.
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