22 Junio 2014
A OSCURAS. La premiación de 2008 se hizo en la noche. Nadal, que ganó, y Federer jugaron el mejor partido de la historia.
LONDRES.- Sin dudas es “La Catedral del Tenis”. Aunque quizás tenga la superficie menos popular para los tenistas, genera el mayor respeto. Desde mañana Carlos Berlocq, Leonardo Mayer, Federico Delbonis y Paula Ormaechea serán los argentinos que dejarán una marca en el césped londinense. Los “legionarios” llegan, como todos, atraídos por la tradición mantenida en su máxima expresión, pero también por lo épico. Sí, porque durante 137 años de historia, en el Abierto de Inglaterra se jugaron partidos que rozaron la perfección y cautivaron al mundo.
Sin ir tan atrás, en un repaso de los últimos 14 años y tomando en cuenta sólo las finales, fue el Grand Slam que más definiciones a cinco sets tuvo. Este es un parámetro que sirve para solventar la razón del por qué es el torneo más atractivo. Y en Wimbledon se jugó el partido considerado el mejor de todos los tiempos, catalogado de esa manera, entre otros, por John McEnroe.
Para el estadounidense la final de 2008 entre Rafael Nadal y Roger Federer superó a la que él había perdido contra Björn Borg en el mismo lugar. El español conquistó su primer Wimbledon con parciales de 6-4, 6-4, 6-7 (5-7), 6-7 (8-10) y 9-7 y Borg con otro impactante 1-6, 7-5, 6-3, 6-7 (16-18) y 8-6. Si no alcanza que McEnroe haya reconocido el nivel superlativo de aquel partido, semanas después, la prestigiosa publicación deportiva estadounidense Sports Illustrated puso en tapa su veredicto: “Epopeya de tenis. Nadal derrota a Federer en el mejor partido que alguna vez se jugó”, sentenció la revista.
Jon Wertheim, editor de la publicación deportiva, escribió: “en una final emocionante que quedará como una marca sobre la cual se medirán otros partidos futuros, Rafael Nadal destronó a Roger Federer. Seamos unívocos: ha sido el mejor partido jamás jugado. También sirvió como una publicidad de todo lo correcto y virtuoso del tenis”.
Algunos recuerdan que el partido que jugaron en 1980 Borg y McEnroe no tuvo tantos errores como el de Nadal y Federer 34 años más tarde, pero sí le ganó en emociones. Las detenciones por lluvia y haber llegado al último set casi a oscuras le dieron un toque de misterio al desenlace.
En 2009 otro marcador que altera los sentidos resultó de la definición que Federer le ganó al estadounidense Andy Roddick: 5-7, 7-6 (8-6), 7-6 (7-5), 3-6 y 16-14. Roddick castigó en muchos pasajes del partido a Federer que, con ese título (el número 15 en Grand Slam), superaba la marca de Pete Sampras como el más ganador de majors.
Antes, en 2007, la segunda final que jugaron en All England Federer y Nadal, también se extendió a cinco parciales 7-6 (9-7), 4-6, 7-6 (7-3), 2-6 y 6-2. La victoria del suizo lo colocó en el jardín de las leyendas de Wimbledon, ya que igualó a Borg con cinco coronas consecutivas. El desarrollo fue infartante, sobre todo en el quinto set, cuando en dos ocasiones Nadal desperdició ventajas de 15-40.
El primer año de la década del 2000 se abrió también con una final a cinco sets entre el australiano Patrick Rafter y el croata Goran Ivanisevic. El 6-3, 3-6, 6-3, 2-6 y 9-7 con el que Ivanisevic ganó resulta, a simple vista, extenuante, pero encierra mucho más. En 2001, el lungo europeo estaba por entonces en el puesto 125 del ranking y fue invitado especialmente a jugar por sus tres finales en Wimbledon en 1992, 1994 y 1998.
Además sufría una lesión en el hombro derecho que le impedía desarrollar de manera óptima su mejor golpe: el saque. El estilo de juego de Ivanisevic era el ideal para ganar en el pasto y a sus 29 años, en el decimosexto de su carrera, logró obtener su primer y único Grand Slam.
Situaciones inéditas, momentos impensados, partidos que parecen guionados por un especialista del cine de suspenso son algunas de las características, al menos en los últimos 14 años, que hacen de Wimbledon el lugar dónde se escriben las historias más importantes del tenis. ¿Qué se escribirá en esta edición? (Especial)
Sin ir tan atrás, en un repaso de los últimos 14 años y tomando en cuenta sólo las finales, fue el Grand Slam que más definiciones a cinco sets tuvo. Este es un parámetro que sirve para solventar la razón del por qué es el torneo más atractivo. Y en Wimbledon se jugó el partido considerado el mejor de todos los tiempos, catalogado de esa manera, entre otros, por John McEnroe.
Para el estadounidense la final de 2008 entre Rafael Nadal y Roger Federer superó a la que él había perdido contra Björn Borg en el mismo lugar. El español conquistó su primer Wimbledon con parciales de 6-4, 6-4, 6-7 (5-7), 6-7 (8-10) y 9-7 y Borg con otro impactante 1-6, 7-5, 6-3, 6-7 (16-18) y 8-6. Si no alcanza que McEnroe haya reconocido el nivel superlativo de aquel partido, semanas después, la prestigiosa publicación deportiva estadounidense Sports Illustrated puso en tapa su veredicto: “Epopeya de tenis. Nadal derrota a Federer en el mejor partido que alguna vez se jugó”, sentenció la revista.
Jon Wertheim, editor de la publicación deportiva, escribió: “en una final emocionante que quedará como una marca sobre la cual se medirán otros partidos futuros, Rafael Nadal destronó a Roger Federer. Seamos unívocos: ha sido el mejor partido jamás jugado. También sirvió como una publicidad de todo lo correcto y virtuoso del tenis”.
Algunos recuerdan que el partido que jugaron en 1980 Borg y McEnroe no tuvo tantos errores como el de Nadal y Federer 34 años más tarde, pero sí le ganó en emociones. Las detenciones por lluvia y haber llegado al último set casi a oscuras le dieron un toque de misterio al desenlace.
En 2009 otro marcador que altera los sentidos resultó de la definición que Federer le ganó al estadounidense Andy Roddick: 5-7, 7-6 (8-6), 7-6 (7-5), 3-6 y 16-14. Roddick castigó en muchos pasajes del partido a Federer que, con ese título (el número 15 en Grand Slam), superaba la marca de Pete Sampras como el más ganador de majors.
Antes, en 2007, la segunda final que jugaron en All England Federer y Nadal, también se extendió a cinco parciales 7-6 (9-7), 4-6, 7-6 (7-3), 2-6 y 6-2. La victoria del suizo lo colocó en el jardín de las leyendas de Wimbledon, ya que igualó a Borg con cinco coronas consecutivas. El desarrollo fue infartante, sobre todo en el quinto set, cuando en dos ocasiones Nadal desperdició ventajas de 15-40.
El primer año de la década del 2000 se abrió también con una final a cinco sets entre el australiano Patrick Rafter y el croata Goran Ivanisevic. El 6-3, 3-6, 6-3, 2-6 y 9-7 con el que Ivanisevic ganó resulta, a simple vista, extenuante, pero encierra mucho más. En 2001, el lungo europeo estaba por entonces en el puesto 125 del ranking y fue invitado especialmente a jugar por sus tres finales en Wimbledon en 1992, 1994 y 1998.
Además sufría una lesión en el hombro derecho que le impedía desarrollar de manera óptima su mejor golpe: el saque. El estilo de juego de Ivanisevic era el ideal para ganar en el pasto y a sus 29 años, en el decimosexto de su carrera, logró obtener su primer y único Grand Slam.
Situaciones inéditas, momentos impensados, partidos que parecen guionados por un especialista del cine de suspenso son algunas de las características, al menos en los últimos 14 años, que hacen de Wimbledon el lugar dónde se escriben las historias más importantes del tenis. ¿Qué se escribirá en esta edición? (Especial)
Lo más popular