22 Junio 2014
LINGÜISTA Y LEXICÓGRAFO. Barcia es miembro de varias academias. la gaceta / foto de inés quinteros orio (archivo)
En un mundo hecho de confrontaciones suena utópica la promoción del diálogo y del debate. Pedro Luis Barcia piensa que es posible acercarse a esa utopía. “A esta actitud que ha hecho del conflicto una conducta cultural, lo que se opone es una creciente preocupación por la cultura del encuentro”, sostiene el presidente de la Academia de Educación.
Barcia disertará el jueves, a las 19.30, en el Aula Magna de la Facultad de Derecho (25 de Mayo 471) sobre “La cultura del encuentro y el diálogo de las culturas”, invitado por la Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán.
“A fines del siglo XX o principios del XXI el conflicto se instaló de una manera muy frontal, muy dura, e inclusive se teorizó mucho sobre eso. Bastaría recorrer los títulos de algunos ensayos como ‘El choque de civilizaciones’, de Samuel Huntington, que indican que hay toda una preocupación por esta cultura de la confrontación. Y en la Argentina la tendencia al maniqueísmo, a la confrontación y a la oposición de contrarios es casi un caldo de cultivo propicio para que el conflicto se instale a propósito de cualquier cosa”
En ese sentido, para él la cultura del encuentro nace como una posibilidad de equilibrar o desterrar la tendencia al conflicto. “Voy a desarrollar el sentido polisémico de la palabra encuentro, que significa aquello que se busca con afán y se halla, y aquello que se halla por casualidad. Por otra parte, encuentro también significa reunión, una confrontación polémica porque en la base de la palabra ya está la idea; en su estructura latina, de por un lado allegamiento y por otro confrontación. De modo que el problema básico en todo encuentro es que el conflicto no llegue a sostenerse sino que se haga confluencia”.
Explicó que se referirá a dos tipos de encuentro: el interreligioso y de cultura. “El primero es uno que gestó, hace unos 15 años, el entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires. Propició el encuentro interreligioso entre protestantes, judíos e islámicos. Ahora, el error ha sido para muchos reducir a lo interreligioso todo lo que es encuentro, y es una torpeza porque se habla del encuentro político, del familiar, del generacional, y otras acepciones”. En segundo lugar, “voy a apoyarme en esa gran figura que fue Víctor Massuh, que en 1956 publica en el Instituto de Filosofía un ensayo muy interesante, Diálogo de culturas”.
Massuh analiza que Argentina ha tenido una tendencia histórica que hizo al país abierto a Europa. “Eso a veces lo expuso demasiado hasta llegar a tener una pérdida de identidad -sostiene-. En el caso de los argentinos creo que el adjetivo que rescata Massuh, y que usó Ortega y Gasset, es que somos un país poroso, es decir un país que acepta con facilidad”.
Barcia disertará el jueves, a las 19.30, en el Aula Magna de la Facultad de Derecho (25 de Mayo 471) sobre “La cultura del encuentro y el diálogo de las culturas”, invitado por la Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán.
“A fines del siglo XX o principios del XXI el conflicto se instaló de una manera muy frontal, muy dura, e inclusive se teorizó mucho sobre eso. Bastaría recorrer los títulos de algunos ensayos como ‘El choque de civilizaciones’, de Samuel Huntington, que indican que hay toda una preocupación por esta cultura de la confrontación. Y en la Argentina la tendencia al maniqueísmo, a la confrontación y a la oposición de contrarios es casi un caldo de cultivo propicio para que el conflicto se instale a propósito de cualquier cosa”
En ese sentido, para él la cultura del encuentro nace como una posibilidad de equilibrar o desterrar la tendencia al conflicto. “Voy a desarrollar el sentido polisémico de la palabra encuentro, que significa aquello que se busca con afán y se halla, y aquello que se halla por casualidad. Por otra parte, encuentro también significa reunión, una confrontación polémica porque en la base de la palabra ya está la idea; en su estructura latina, de por un lado allegamiento y por otro confrontación. De modo que el problema básico en todo encuentro es que el conflicto no llegue a sostenerse sino que se haga confluencia”.
Explicó que se referirá a dos tipos de encuentro: el interreligioso y de cultura. “El primero es uno que gestó, hace unos 15 años, el entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires. Propició el encuentro interreligioso entre protestantes, judíos e islámicos. Ahora, el error ha sido para muchos reducir a lo interreligioso todo lo que es encuentro, y es una torpeza porque se habla del encuentro político, del familiar, del generacional, y otras acepciones”. En segundo lugar, “voy a apoyarme en esa gran figura que fue Víctor Massuh, que en 1956 publica en el Instituto de Filosofía un ensayo muy interesante, Diálogo de culturas”.
Massuh analiza que Argentina ha tenido una tendencia histórica que hizo al país abierto a Europa. “Eso a veces lo expuso demasiado hasta llegar a tener una pérdida de identidad -sostiene-. En el caso de los argentinos creo que el adjetivo que rescata Massuh, y que usó Ortega y Gasset, es que somos un país poroso, es decir un país que acepta con facilidad”.
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