Una profesión que no tiene fronteras

Una profesión que no tiene fronteras

“Que no se te escape el amor. Ligazón. Resultado garantizado. Teléfono…” Esta clase de “trabajos” son tan comunes en Brasil como en Argentina. Lo llamativo es la amplitud de la oferta desplegada en Belo Horizonte, al punto de que no hay cuadra de la ciudad sin algún afiche. Se nota que la competencia es muy fuerte, por lo que los avisos clasificados de los diarios, las redes sociales y el boca a boca no son suficientes para promocionar al especialista de turno. La captación de clientes es en la calle.

Como en Tucumán, la apelación al brujo, el manosanta, el vidente o como quieran llamarle cruza las clases sociales y las edades. “Una prenda de tu amado es suficiente. Ven a mí”, invita un anuncio pegado a un poste. “No pierdas el tiempo, la felicidad te espera”, agrega. Irresistible invitación para quienes suspiran a la luz de la luna mineira.

La mayoría de las propagandas apunta a quienes penan con el corazón roto, pero hay mucho más. Se promete salida laboral inmediata, tratamientos para toda clase de enfermedades y pócimas para erradicar la mala suerte. Hay quienes especifican el precio de la consulta: 25 reales (alrededor de $ 85). “Alguien te está haciendo el mal. Averiguá quién es y cómo contrarrestarlo”, propone un tal Edson. “Llamame ya”, añade con tono de aviso de TV.

En cada barrio están bien identificadas las casas de quienes poseen estos poderes sobrenaturales. Los padecientes forman filas y comparten sus pesares, ilusionados con encontrar una solución mágica al drama que los consume. Es un clásico de Belo Horizonte. Claro que también está el lado oscuro de la fuerza. “Ella te sacó a tu amado. Ella arruinó tu vida. Es tiempo de venganza”, se lee en un papelito no más grande que el envoltorio de un alfajor. ¿En qué consistirá el castigo?

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